El ladrón de Heathrow

 James Molina viajaba todos los años en diciembre para llenarse los bolsillos de dinero a costa de los viajeros que arribaban al aeropuerto internacional Heathrow, en Londres, Inglaterra y retornaba a su natal Medellín, diez días después.

Llevaba ya ocho años haciendo el mismo trabajo, era muy escurridizo con la policía londinense Y el cuerpo de seguridad, sabía dónde se encontraban las cámaras, por lo que sus actos ilícitos los realizaba a ciegas de la tecnología.

Turistas y nativos presentaban la denuncia ante las autoridades, la Scotland Yard, carecía de pistas para capturar al antisocial y el único dato que poseían era de que durante diez días se incrementaban los hurtos en la terminal aérea.



James era astuto en extremo para evitar ser detenido, no elegía una fecha específica, sino que lo llevaba a cabo al azar, lo que enloquecería a las autoridades de la capital británica por no contar con un patrón.

Cuando retornaba a su tierra, el paisa, aterrizaba lleno de dinero abundante porque el cambio de una libra esterlina a pesos colombianos rondaba por 5 mil, algo que representaba mucha plata.

El último año James logró hurtar 7 mil libras esterlinas en efectivo y joyas, lo que le dejó una ganancia de 35 millones de pesos con los que podía vivir tranquilamente durante varios meses en San Javier.

James se hospedaba en hoteles de mala muerte, apenas comía y tenía un horario distinto durante su actividad delictiva, era rubio, de ojos verdes, alto y atlético, aspecto físico que lo hacían confundir como un británico o europeo más.



Si fuese negro, de piel canela o de aspecto exótico, no podría pasar por inadvertido.

A su llegada, el primer día el colombiano decidió descansar porque el cambio de horario no le permitiría trabajar sereno y cansado no se concentraría bien.

El primer día usó un uniforme de trabajador manual de aeropuerto, logró hurtar 2,000 libras esterlinas en efectivo a varios incautos viajeros, así que a su salida hacia el hotel iba reído.

La policía y la seguridad de la terminal aérea colocaron nuevas cámaras e identificaron al ladrón porque el uniforme de la sección de limpieza y mantenimiento fue cambiado, lo que despertó las sospechas cuando James se colocó la ropa antigua de los trabajadores manuales.

El segundo día, lo detectaron apenas ingresó a Heathrow, los policías encubiertos lo detuvieron de inmediato, le hablaron inglés, James no lo sabía y se lo llevaron a un cuarto donde un agente dominaba la lengua castiza.

El colombiano confesó su delito, apenas vio el video que captó su modus operandi. Todo acabó, la racha duró ocho años y fue condenado a 84 meses de cárcel.

 

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