Todos tildaban a Apocaliti Saavedra de tonto, un ingeniero industrial, recién graduado de 24 años porque carecía de destreza y astucia para conquistar mujeres, mientras que Abecé Lotus ridiculizaba a su compañero de trabajo en cada momento.
Ambos laboraban en una
fábrica de embutidos, ubicada en la Tumba Muerto, Panamá, en el área de
producción, donde abundaban las jornaleras que Abecé conquistaba sin
problemas ante la sorpresa de Apocaliti.
Los meses pasaron hasta que
en el banco que estaba al lado de la factoría, llegó a trabajar como oficial de
crédito, Siberia Hernández, una rubia chiricana, de ojos azules y con
cuerpo de guitarra.
De inmediato, al verla, los
obreros le pusieron el apodo de Redondito por su escultura figura y su
coqueta forma de caminar, aunque la dama de a milagro daba los buenos días.
Apocaliti era
un mulato de mediana estura, poco pelo, ojos pardos y cabezón, lo que le daba
una desventaja frente a Abecé, blanco, alto, musculoso y ojos azules,
nieto de un gallego.
Abecé
decidió que Redondito sería su próxima conquista para burlarse, como en
numerosas ocasiones de Apocaliti y decidió enfilar toda su artillería
masculina para que la dama se rindiese ante el don Juan.
Como a diario el personal
administrativo y de planta de la fábrica esperaba afuera la apertura del
negocio, Redondito, pasaba y en coro le daban los buenos días los trabajadores.
Pero, un día, Abecé
tomó un disgusto porque Redondito, respondió el saludo con una sensacional
sonrisa dirigida a Apocaliti, lo que dejó a Abecé cabreado porque
se preguntó la razón del mensaje corporal, si su compañero era un pendejo en
toda su expresión.
No hay enemigo pequeño, así
que Apocaliti, se dio cuenta de que la chiricana gustaba de él, con la
ayuda de una de las operarias de las máquinas, lo asesoró con lo que debía
hacer para levantarse a la oficial de crédito.
Lo que Abecé
desconocía era que a Redondito no le gustaban los hombres lanzados,
arrogantes y blancos, por el contrario, enloquecía por los tímidos y de piel
canela como Apocaliti.
Muy comedida, Redondito
le envió un mensaje a su culiso con la operaria industrial, luego la pareja se citó y quedaron
flechados.
Fueron novios a
escondidas durante tres meses hasta que había una actividad familiar en la fábrica
un domingo, Apocaliti se presentó agarrado de la mano con su novia
chiricana, lo que dejó boquiabiertos a todos sus compañeros.
El último en saludarlo
fue Abecé, quien no tuvo más remedio que aceptar que perdió la guerra
que su adversario nunca le declaró.
Fotografía de Megan Ruth
y ELEVATE de Pexels no relacionadas con la historia.
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