El ladrón de Heathrow

 James Molina viajaba todos los años en diciembre para llenarse los bolsillos de dinero a costa de los viajeros que arribaban al aeropuerto internacional Heathrow, en Londres, Inglaterra y retornaba a su natal Medellín, diez días después.

Llevaba ya ocho años haciendo el mismo trabajo, era muy escurridizo con la policía londinense Y el cuerpo de seguridad, sabía dónde se encontraban las cámaras, por lo que sus actos ilícitos los realizaba a ciegas de la tecnología.

Turistas y nativos presentaban la denuncia ante las autoridades, la Scotland Yard, carecía de pistas para capturar al antisocial y el único dato que poseían era de que durante diez días se incrementaban los hurtos en la terminal aérea.



James era astuto en extremo para evitar ser detenido, no elegía una fecha específica, sino que lo llevaba a cabo al azar, lo que enloquecería a las autoridades de la capital británica por no contar con un patrón.

Cuando retornaba a su tierra, el paisa, aterrizaba lleno de dinero abundante porque el cambio de una libra esterlina a pesos colombianos rondaba por 5 mil, algo que representaba mucha plata.

El último año James logró hurtar 7 mil libras esterlinas en efectivo y joyas, lo que le dejó una ganancia de 35 millones de pesos con los que podía vivir tranquilamente durante varios meses en San Javier.

James se hospedaba en hoteles de mala muerte, apenas comía y tenía un horario distinto durante su actividad delictiva, era rubio, de ojos verdes, alto y atlético, aspecto físico que lo hacían confundir como un británico o europeo más.



Si fuese negro, de piel canela o de aspecto exótico, no podría pasar por inadvertido.

A su llegada, el primer día el colombiano decidió descansar porque el cambio de horario no le permitiría trabajar sereno y cansado no se concentraría bien.

El primer día usó un uniforme de trabajador manual de aeropuerto, logró hurtar 2,000 libras esterlinas en efectivo a varios incautos viajeros, así que a su salida hacia el hotel iba reído.

La policía y la seguridad de la terminal aérea colocaron nuevas cámaras e identificaron al ladrón porque el uniforme de la sección de limpieza y mantenimiento fue cambiado, lo que despertó las sospechas cuando James se colocó la ropa antigua de los trabajadores manuales.

El segundo día, lo detectaron apenas ingresó a Heathrow, los policías encubiertos lo detuvieron de inmediato, le hablaron inglés, James no lo sabía y se lo llevaron a un cuarto donde un agente dominaba la lengua castiza.

El colombiano confesó su delito, apenas vio el video que captó su modus operandi. Todo acabó, la racha duró ocho años y fue condenado a 84 meses de cárcel.

 

El brujo de Hato Montaña

En esta urbanización de Panamá Oeste, residía Ventocinio Redondo, un ingeniero en sistemas y pirata cibernético, recién salido del juzgado de familia que lo divorció, tras ocho años de matrimonio con Roberta y de inmediato se casó con Luciana.

Sin embargo, a pesar de que el caballero se unió con una dama de piel lactosa, delgada y ojos miel, seguía en sus andanzas de conquistador y para ello usaba como recurso la brujería.

Le gustaba invitar a las chicas a almorzar o cenar, cuando ellas se descuidaban le agregaba a la bebida una poción mágica para que cayeran en su red sexual, las gozaba durante unos meses y posteriormente las dejaba enamoradas.



Ventocinio laboraba en una empresa y en las noches era profesor en un instituto técnico, donde también se daba banquete con las alumnas, principalmente las acholadas porque le fascinaban de 23 años, ya que el caballero contaba con 38 años.

No bebía, no fumaba, no consumía ningún tipo de drogas y su debilidad era las mujeres porque tenía una virilidad increíble.

Sus compañeros de trabajo se preguntaban qué hacía el caballero para conquistar tantas damas, principalmente porque no era físicamente nada atractivo, aunque el masculino no revelaba su secreto.

Era de piel canela, labios grandes, un ojo más pequeño que el otro y de contextura gruesa, no obstante, esto no fue obstáculo para levantarse a María Cristina, una chiquillona, de 21 años, pocotona y oriunda de Parita, Herrera.

María Cristina cayó en las garras de Ventocinio y no lo dejaba tranquilo hasta que Luciana se enteró de las andanzas sentimentales de su marido y la casi niña herrerana.



Un día la herida esposa, revisó las pertenencias de su pareja, encontró la fórmula de la poción para romper corazones, así que la fémina decidió hacerla y guardarla para dársela Ventocinio.

La escondió durante dos semanas hasta que Lucinda organizó un asado en casa e invitó a Cacoso, un vecino que bateaba para el otro equipo y residía con su madre.

Una mujer herida es peligrosa, así que, durante el evento, Ventocinio le pidió una gaseosa a Lucinda, esta le dijo que la buscaría, le agregó la poción, se la dio a Cacoso para que él se la entregara a Ventocinio.

Cosas de la vida, Ventocinio ingirió la bebida y fue todo, aunque no pasó nada en el asado, al día siguiente quedó enloquecido con Cacoso y lo buscó hasta el caballero lo trabó.

Todo Hato Montaña quedó sorprendido al enterarse de que después de viejo el hombre conquistador de mujeres se convirtió en maricón, sin embargo, nunca supieron que se trató de una venganza femenina.

Imagen de William Fortunato y Ketut Subiyanto de Pexels no relacionada con la historia.

Redondito

Todos tildaban a Apocaliti Saavedra de tonto, un ingeniero industrial, recién graduado de 24 años porque carecía de destreza y astucia para conquistar mujeres, mientras que Abecé Lotus ridiculizaba a su compañero de trabajo en cada momento.

Ambos laboraban en una fábrica de embutidos, ubicada en la Tumba Muerto, Panamá, en el área de producción, donde abundaban las jornaleras que Abecé conquistaba sin problemas ante la sorpresa de Apocaliti.

Los meses pasaron hasta que en el banco que estaba al lado de la factoría, llegó a trabajar como oficial de crédito, Siberia Hernández, una rubia chiricana, de ojos azules y con cuerpo de guitarra.



De inmediato, al verla, los obreros le pusieron el apodo de Redondito por su escultura figura y su coqueta forma de caminar, aunque la dama de a milagro daba los buenos días.

Apocaliti era un mulato de mediana estura, poco pelo, ojos pardos y cabezón, lo que le daba una desventaja frente a Abecé, blanco, alto, musculoso y ojos azules, nieto de un gallego.

Abecé decidió que Redondito sería su próxima conquista para burlarse, como en numerosas ocasiones de Apocaliti y decidió enfilar toda su artillería masculina para que la dama se rindiese ante el don Juan.

Como a diario el personal administrativo y de planta de la fábrica esperaba afuera la apertura del negocio, Redondito, pasaba y en coro le daban los buenos días los trabajadores.

Pero, un día, Abecé tomó un disgusto porque Redondito, respondió el saludo con una sensacional sonrisa dirigida a Apocaliti, lo que dejó a Abecé cabreado porque se preguntó la razón del mensaje corporal, si su compañero era un pendejo en toda su expresión.

No hay enemigo pequeño, así que Apocaliti, se dio cuenta de que la chiricana gustaba de él, con la ayuda de una de las operarias de las máquinas, lo asesoró con lo que debía hacer para levantarse a la oficial de crédito.



Lo que Abecé desconocía era que a Redondito no le gustaban los hombres lanzados, arrogantes y blancos, por el contrario, enloquecía por los tímidos y de piel canela como Apocaliti.

Muy comedida, Redondito le envió un mensaje a su culiso con la operaria industrial, luego la pareja se citó y quedaron flechados.

Fueron novios a escondidas durante tres meses hasta que había una actividad familiar en la fábrica un domingo, Apocaliti se presentó agarrado de la mano con su novia chiricana, lo que dejó boquiabiertos a todos sus compañeros.

El último en saludarlo fue Abecé, quien no tuvo más remedio que aceptar que perdió la guerra que su adversario nunca le declaró.

Fotografía de Megan Ruth y ELEVATE de Pexels no relacionadas con la historia.

Ver para creer

 Papriko García se reía cuando le hablaban de fantasmas, apariciones y espíritus porque era un ateo en toda su expresión y se burlaba de las historias de apariciones de un ente en los pasillos del centro comercial Westland, en Arraiján, Panamá.

Papriko llegó desde Tolé en el año 2020 a La Chorrera en busca de un mejor futuro, con 22 años, apenas terminó el noveno grado en un colegio estatal, las carencias y pobreza lo obligaron a emigrar.

A duras pasó las pruebas para laborar como guarda de seguridad, primero lo colocaron en un banco, sin embargo, durante un asalto lo despojaron del arma y le golpearon la cabeza, así que lo trasladaron al centro comercial.

Nunca faltaba, no llegaba tarde y doblaba turnos sin protestar, lo que generó que lo colocaran amaneciendo en ese lugar y el caballero feliz.



Mientras que, entre los empleados de la compañía de seguridad, del cine y los comercios se corrió la voz de que por el centro comercial pululaba una figura desconocida, Papriko se burlaba de eso y lo ridiculizaba.

Las historias eran varias, de una niña asesinada, secuestrada o que falleció al morir y otros detalles, pero lo cierto es que muchas bolas de corrillo y nada en concreto del posible fantasma.

Una colaboradora de una cafetería narró que una niña se le presentó cuando cerraba el comercio, le comentó que durante la construcción del centro comercial su tumba fue removida y solo buscaba regresar a su santo sepulcro.

Pero para el guarda de seguridad esto no era otra cosa que fantasías porque no creía en santos, en dioses o apariciones divinas.

Papriko decía que se nacía, reproducía y moría.



A los tres meses, el caballero hacía su ronda regular en los estacionamientos, cuando vio de lejos algo que se movió, le anunció a la persona de que el lugar estaba cerrado, por lo que debía retirarse.

Escuchó risas, de nuevo divisó lo que parecía ser una niña que corría, vestida con traje blanco, zapatos del mismo color y dos moños, Papriko se rascó los ojos y se asustó.

Giró, no vio nada, caminó cinco metros y se le presentó enfrente.

Allí estaba el fantasma, una niña de diez años que le dijo a Papriko que llevara un rosario a la esquina del muro limítrofe entre el centro comercial y el cementerio porque fue removida su tumba durante la edificación, lo que la obligó a levantarse de su eterno descanso.

A Papriko se le salieron las lágrimas, se orinó y se cagó en los pantalones. Luego se volvió creyente católico.

Fotografías de Elina Araja de Pexels y Wikipedia no relacionadas con la historia.

'Desde muy pequeña escribo': Sandra Villalva

La escritora mexicana Sandra Villalva accedió a una entrevista con el portal ‘Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte, en la cual revela detalles de su carrera literaria.

Nombre completo

Sandra Villalva.

¿Cuántas obras tiene publicadas?

Colaboro en dos libros.

Antología Vampiros, creada por Sara Lena y Javier Fontenla del grupo El legado. Con el relato titulado “Zetina”

Fragmentos del pensamiento, de la editorial palabra herida. Es un libro de monólogos. El mío se titula “6 de la tarde con 3 minutos”.

¿Cuál fue la más difícil de crear?

Paso.

Si tiene proyecto nuevo menciónelo

Paso.



¿En qué se inspira para escribir?

Realmente no considero que me inspire en algo en específico para escribir. Creo que el todo de lo vivido es la fuente de dónde podemos inspirarnos.

¿Cómo nace su amor por las letras?

Desde muy pequeña escribo así que supongo que al leer mis primeros libros surgió ese amor. Leer y escribir, para mí son lugares seguros.

¿Cuál es su obra literaria favorita?

No podría elegir solo una.

¿Cómo considera al estatus de los escritores autopublicados?

Es un trabajo arduo y digno de aplaudirse. 

Su mejor y peor experiencia

La mejor experiencia es haber conocido a la autora Sara Lena, a su grupo literario, entrar a sus convocatorias y aprender. El legado de Sara Lena y Javier Fontenla hicieron realidad la publicación de la Antología “Vampiros” donde colaboramos muchos autores de diferentes países y que ahora es Best Seller.



¿Casada, unida o soltera?

Paso.

¿Cuál considera que es su principal atractivo?

Paso.

¿Cree en el amor a primera vista?

Paso.

¿Sabe cocinar?

 Paso.

¿Cuál es su platillo favorito?

La comida mexicana. Los platillos con mucho picante.

¿Fuma o bebe?

Paso.

¿Qué hace en su tiempo libre?

Busco el silencio y la tranquilidad.

Mensaje para los aspirantes a escritores.

Yo también soy nueva escritora, así que les digo que se atrevan, lean mucho y crean en ustedes mismos.


'Ahora me toca a mí'

La policía encontró el cuerpo de Karl Fisher, en un charco de sangre, se notaba las heridas con un arma blanca u objeto punzocortante, tirado en la alfombra hecha con piel de vaca con marcado color rojizo.

Una sala desordenada, libros en el piso, adornos quebrados y papeles, lo que inducía que hubo una lucha entre la víctima y su victimario o victimaria, así que apenas iniciaba la investigación sobre el homicidio del ejecutivo alemán.

Al hombre lo trasladaron desde Berlín a Panamá, por la empresa K Motors S. A. fabricante de motores de todo tipo, con el fin de que realizara un proyecto para vender el producto en toda América.

Llevaba ya tres meses en Panamá, estuvo en España dos años, así que el germano dominaba bien la lengua castiza, mientras que al llegar al istmo hizo amistad con varios empleados de K Motors America.



Entre los amigos del alemán estaba Sismilio Atencio, un chiricano de piel canela, alto, fortachón y reconocido prostituto de hombres, aunque también conquistaba mujeres para demostrar que podía.

Entretanto, lo primero que hicieron los investigadores fue solicitar la cinta de video de seguridad del edificio, con ella sabrían sin duda alguna, el autor del atroz crimen.

El examen forense arrojó que el europeo tenía golpes en su pecho, cuello, un ojo morado, fue asfixiado y le propinaron catorce puñaladas, lo que no dejaba en duda dos cosas: fue pasional o con saña y el victimario quería asegurarse de que su víctima no respirara.



La cinta de video reveló que Sismilio entró del departamento con una ropa y luego salió con otra, asesinó, se bañó y se colocó ropa del departamento, era la hipótesis.

Cargaron con el sospechoso quien confesó ser el responsable del crimen, le hacía sexo al germano por dinero, ropa y lujos, fue una relación iniciada desde que el caballero ingresó al istmo.

Sismilio les dijo a los investigadores que esa noche fumaron marihuana y bebieron vino, hicieron el amor, pero se presentó un problema porque Karl quería intercambiar los papeles.

—Ahora me toca a mí—, dijo el extranjero en alusión a que le correspondía comer del pastel de Sismilio.

El prostituto se negó, hubo una discusión porque el alemán le tiró en cara el dinero le que entregaba, además que también tenía la necesidad ser un camión en la carretera sexual.

Tras la lucha verbal, empezó la física, Sismilio golpeó a Karl, lo asfixió con una toalla y lo apuñaló para asegurarse que estuviese muerto y no abriera la boca.

Allí acabó todo y a Sismilio lo condenaron a 25 años de cárcel por homicidio.

Imágenes de Cottonbro Studio de Pexels no relacionadas con la historia.

El secuestro de Chang Wang

 Llevaba seis días encerrado en una bodega en Coclé, Panamá, la policía no tenía idea de la situación porque la colonia china vive en una sociedad cerrada y poco denuncian los delitos que se comenten entre ellos.

Tienen sus propios clubes, asociaciones, se reúnen y se casan con los miembros de la colonia para conservar sus tradiciones, pero cuando una dama de esa etnia se involucra con panameños los padres pegan el grito al cielo.

Luis Chang Wang debía 350,000 dólares producto de juegos de azar en una sala exclusiva en un casino de la ciudad de Panamá, aunque el propietario de una tienda de materiales de construcción residía en Arraiján, se divertía en la capital.



Como muchos de su raza, el oriental era trabajador, llegó al istmo sin un centavo, traído por la mafia china, laboró durante diez años casi como esclavo en un restaurante como cocinero hasta que logró pagar su deuda.

La sociedad le ofreció un crédito que proviene de un fondo que la colonia mantiene para ayudar a sus miembros para abrir sus comercios y las puertas de la prosperidad.

Sin embargo, el caballero, como muchos de sus paisanos, tenían el demonio de los casinos, máquinas tragamonedas, caballos, apuestas y cualquier otro juego de azar que involucrase gastar miles de dólares.

No logró cancelar el monto y Ernesto Kang, jefe de la mafia china, ordenó el secuestro del comerciante oriental hasta que pagara la deuda o casara a una de sus hijas con el hijo de un socio del criminal.

Le alimentaban con pan y té de desayuno, fideos con arroz de almuerzo y cena, no estaba ni encadenado, ni encapuchado, solo sus captores cubrían su rostro con un pasamontaña y gafas oscuras por razones lógicas de no revelar su identidad.



A la policía llegó una llamada telefónica, un empleado de Chang Wang denunció que su patrón fue secuestrado por razones de deudas, desapareció cuando entraba a su negocio y residencia.

Las autoridades se mueven, Ernesto enfurece, su préstamo está en peligro de recuperarlo si logran rescatar a Chang Wang, ordena trasladarlo desde Coclé hacia Chiriquí.

A la víctima lo llevan en un vehículo camuflado entre naranjas, sin embargo, los inspectores en Divisa sospechan algo, revisan la fruta y escuchan los gritos masculinos.

¡Eureka! Chang Wang es rescatado, pero solo ganó la primera batalla porque aún debe el dinero a Ernesto, quien huye hacia México.

Imagen de Pexels y Jimmy Chan no relacionadas con la historia.

'Me cortaron la luz'

Nayuri, era una chica de barrio popular de la capital panameña, a los 25 años, ya llevaba en las estadísticas tres alumbramientos de padres distintos, quizás porque se enamoraba a la velocidad de la luz y se entregaba totalmente.

Residía en San Pedro, corregimiento de Juan Díaz con su madre, quien le apuntaba en la sien balas verbales para que buscara su pieza donde atrincherarse porque la vivienda era demasiado pequeña para siete personas.

Los vecinos del barrio querían pasar por su aduana a la culisa, pocotona, ojos oscuros e inmensos pechos que se notaban más cuando se colocaba esas camisetas de tela suplex deportivos.

Nayuri consiguió un trabajo en una tienda de venta de celulares, en Los Pueblos, fue a buscar chamba y el hijo del chinito Ng, al ver a la jovencita con pantalón largo y camiseta azul pegado al cuerpo, no titubeó y la contrató el mismo día.



A los dos meses la mujer se fue con sus tres cruces a un cuarto a San Cristóbal, su mamá le cuidaba a los nietos, sin embargo, el dinero no alcanzaba y Luis Ng, ya estaba cabreado de soltar dinero a la madre soltera y no le daba ni a oler.

Luego Nayuri organizó un baile en la discoteca La Birra para tener algo extra, su ingreso sería solamente de la venta de los boletos, mientras que el consumo del licor era para el dueño del local

El día del evento Filiberto, un hombre soltero de 38 años estaba con su hermano Patricio de 35, entraron a la discoteca cuando el primero vio a Nayuri y quedó loquito con esas curvas.

Patricio le advirtió que tuviese cuidado porque le olía algo raro, una mujer tan linda y sola era señal de que no era normal.

Filiberto pagó tragos, compró botellas, buco comida, bailó bien pegadito con la anfitriona y hasta piquitos lograron darse frente a los sorprendidos asistentes al evento.

Intercambiaron números de celulares, el domingo siguiente, el Romeo telefoneó a la fémina, sin embargo, respondió un caballero, con acento de malandrín, quien dijo que era el hermano de Nayuri y ella dormía.

Todo bien, el ingeniero en sistemas se fue con su hermano Patricio al supermercado a comprar unas carnes y pintitas para un asado, cuando sonó el móvil y Filiberto respondió.



Era su Julieta, cuya voz encendió la excitación del caballero y la invitó al evento social.

—Hola mi cielo. Vamos a un asado—.

—No puedo mi amor, tengo un problema—.

—Pero ¿es grave Nayuri? —.

—Sí papi, me cortaron la luz y son 362 dólares que debo pagar—.

Filiberto peló los ojos y cerró la comunicación. Entendió el mensaje bien claro, pero no daría un centavo a quien acaba de conocer y ya le pedía dinero. El amor terminó allí.

Imagen de Luca Nadorne de Pexels no relacionada con la historia.

Tres tiempos

 Marciano Cárdenas no le creyó en un principio a Estrella cuando la dama le dijo que laboraba en el centro de diversión de adultos La Loma, ubicado en Las Tablas, Panamá, porque su vestimenta no era extravagante o llamaba la atención, aunque sí su físico.

El ganadero, residente en Tonosí, viajó a Las Tablas a realizar una venta de reses, luego ingresó a un almacén a comprar abonos para sus siembras de arroz y maíz, al salir se tropezó con la dama.

Estrella llevaba una chicha de naranja que se le derramó, Marciano, como un buen caballero se disculpó, le ofreció comprar una camisa nueva y lo vertido, pero ella se negó con una sonrisa.

Oriunda de Maracaibo, Venezuela, con un marido y dos hijos, llegó al istmo en busca de trabajo, estuvo laborando en una casa de familia hasta que una paisana le comentó que fuera a Los Santos porque ganaría mucho dinero como prostituta.



La dama, de piel canela, ojos pardos, figura voluptuosa, robó el corazón del ganadero, casado y con cuatro hijos, dueño de inmensas tierras y gran cantidad de animales.

Sin embargo, Tonosí está distante de Las Tablas, por lo que la mujer le dio el número de teléfono que Marciano anotó con en el nombre Pedro Moreno para no despertar sospechas de su mujer.

Pasaron tres semanas, la pareja hablaba por celular cuando la esposa del empresario agropecuario estaba en el colegio dando clases porque era maestra y cuadraron que Marciano fuese a una cita clandestina en la primera oportunidad que se le presentara.

Al mes ese momento llegó, el varón salió a su encuentro en las instalaciones de La Loma, la mujer vestía un traje negro que dejaba a la vista su hermosa figura, cabello suelto y alisado.

Marciano entró, la saludó, le entregó el dinero a la mujer, ella ingresó a la parte donde están las piezas para irse al paraíso, Estrella se devolvió para darle los 60 dólares al encargado de la caja, eran tres tiempos a razón de 20 dólares por cada 15 minutos.



La hora cero, besos, caricias, algo raro en una prostituta, posteriormente vino lo fuerte y Marciano estaba arriba de la dama cuando sintió un dolor en el pecho.

La fémina se asustó, Marciano, se quejaba, colocaba su mano izquierda en su tórax y cerró los ojos. Un infarto dejó caído al soldado del amor.

El dictamen forense arrojó alcohol y restos de viagra en la sangre del ganadero, no aguantó y lo peor es que todo Los Santos se enteró de que don Marciano murió de un paro cardiáco en medio del sexo con la chama.

Fue preparado para luchar en tres tiempos, no obstante, en el primer asalto, sus 57 años lo traicionaron.

Fotografía de Alexander Krivistkiy de Pexels y Fígaro Ábrego no relacionadas con la historia.

 

La loma de la muerte

Cuando corría su automóvil Alfa Romeo, Próspero Marendi, pensaba que iba en algunas de esas carreras automovilísticas de Europa, América o Asia y se molestaba cuando un carro de marca más baja lo rebasaba.

Por las noches, con otros niños ricos, hacían competencia a lo largo de calle 50 en Panamá, muchas veces la policía poco actuaba porque era imposible meterse con familias del poder económico.

A Próspero lo sorprendieron varias veces conduciendo bajo los efectos del licor, pero de una vez llamaba a su tío que formaba parte de la cúpula militar y que en esos momentos gobernaba el país centroamericano.

En la sociedad capitalista, quien tiene dinero e influencias, cuenta con un escudo protector a menos que cometa un asesinato y en muchos casos, los parientes intentan sacarlo del país con el fin de evitar la cárcel.



Los días pasaban y durante en una de esas carreras, los locos conductores bajaban la loma de Dos Mares, atravesaban la Tumba Muerto y cruzaban hasta la calle Harry Heno, frente a la fábrica de harina Gold Mills de Panamá.

El reto era una carrera de aceleración sin hacer alto en la Tumba Muerto, lo que convertía la acción en algo peligroso en extremo y que le llamaba, la loma de la muerte.

Esa noche, el caballero conoció a Alessandra Testa, una chica italiana, pelinegra, ojos, verdes y delgada que vestía un pantalón de cuero negro y camiseta corta que resaltaba sus pechos.

Los competidores le cayeron como hienas a una cebra cuando sedientos de hambre, la dama le prestó atención a un culiso apodado Papo, residente en Chanis, hijo de un médico y quien tenía un Toyota SR.

Papo era el más limpio de todos los corredores, sin embargo, contaba con una astucia en el volante que todos los ricos le envidiaban, así que no les quedó otro remedio que aceptarlo.



Los yeyesitos no soportaban que la dama europea eligiese alguien de clase media, un jovencito que tenía algo porque sus padres estudiaron en la universidad y a pesar de que ellos nadaban el dinero, la mujer ni siquiera los determinó.

Una de esas noches, Próspero retó a Papo a que cruzaran la loma de la muerte tres veces, Alessandra le pidió a su novio que no lo hiciera porque una vez estaba bien, pero tres era comprar un pasaje al más allá.

Próspero le gritó maricón y que, si no era lo suficientemente hombre para aceptarlo, entonces no merecía un hembrón de novia y se buscara un travesti, lo que enfureció a Papo y casi se agarran a golpes.

A pesar de la negativa de Alessandra, su pareja y Próspero, iniciaron la carrera, bajaron la loma, cruzaron la vía hacia el centro, pero Papo vio un contenedor que venía a toda velocidad, aceleró y logro pasar.

Sin embargo, Próspero no tuvo la pericia, el gigantesco vehículo impactó al Alfa Romeo, lo dejó como un pedazo de papel, lo que generó que su conductor fallecería de forma instantánea.

Alessandra corrió, como los demás espectadores, ella abrazó a su novio, se encontraba asustado, aunque a salvo.

Desde ese día se acabaron las carreras.

Misterio laico

La noticia de la renuncia del párroco de Nogales, Antun Novak, luego de que apareció en su vehículo desorientado en una carretera que lleva hacia la ciudad del mismo nombre, en Arizona, Estados Unidos, cayó como una gigantesca piedra en México.

Marco Hernández, periodista del diario El Sol de Nogales, decidió investigar qué había ocurrido en realidad porque la iglesia católica presentó una denuncia sobre la desaparición del sacerdote, diez días antes que Novak dimitiera

El cura era muy querido en el Nogales mexicano, principalmente por su aspecto físico, alto, de ojos verdes, cabello canoso por sus 76 años y también por los encendidos sermones contra el narcotráfico y la complicidad de algunas autoridades.

Cuando se presentó la denuncia por su desaparición, el religioso tenía 48 horas que nos se reportaba a la parroquia, así que la diócesis de ese estado decidió actuar para evitar que ocurriera una tragedia.



El sacerdote llegó a México, enviado por el Vaticano desde Croacia, estuvo en Quintana Roo, Sinaloa, en la ciudad de México y lo trasladaron a Nogales para callar algunas voces.

Había rumores que tuvo algunas novias en la capital mexicana, así que para evitar un escándalo lo enviaron a la frontera con Estados Unidos, aunque eso era solo especulaciones sin pruebas.

Sin embargo, durante su investigación el comunicador Marco tuvo varios obstáculos, la policía local y federal de Nogales, se negó a entregar información de lo ocurrido, no hubo parte policial y el único que sabía qué ocurrió era el jefe de la Policía Federal.

Los exámenes del Ministerio Público como huellas dactilares, ADN y otros realizados al automotor del religioso terminaron en un sobre cerrado en el despacho del director de la Policía Federal.

Marco se preguntó qué ocurría, a razón de qué nadie quería hablar del tema y la renuncia del cura, argumentando que por su edad se retiraba, le insinuaba que algo sucedió y querían taparlo.



El Vaticano aceptó la renuncia de Novak y fue reemplazado por otro sacerdote, Marco intentó conseguir el video de un supermercado donde fue visto el religioso y la diligencia fue un fracaso.

Con mucho esfuerzo habló con algunos testigos que explicaron que vieron caminar a Novak por la autopista desorientado y cuando los federales lo encontraron dormido en su automóvil.

Al Sol de Nogales entró una llamada telefónica a la oficina del director, este la atendió y le ordenó a Marcos dejar la investigación de lo ocurrido con Novak,

Molesto Marcos salió la oficina porque meterse con los religiosos en un país católico era como arrojar niños a un río con pirañas.

Imagen de Gabriel Manjarres de Pexels y la Policía Federal de México no relacionadas con la historia.

¡Fuera de combate!

Era la noche de Cachao porque se dio cuenta de que Solinda Pérez, lo miraba constantemente durante la fiesta del 25 aniversario del Banco de Inversión y la parranda era fabulosa con abundante comida, bebida y hasta una orquesta de música pindín.

Desde que llegó a laborar como cajero, Cachao, le pegó el ojo a Solinda, la diferencia de 20 años no interesaba porque ella contaba con 45 años y él con 25, pero en el amor y el sexo los años no interesan cuando hay ganas.

Ambos casados, a ella le gustaba el pollito, se saludaban en el banco por los pasillos, sin embargo, ninguno de los dos se atrevió a dar el primer paso hasta que se presentó la oportunidad esa noche.

La dama vestía un traje rojo que dejaba a la vista sus pequeños pechos, pegado al cuerpo que levantaba el volumen de su trasero, una abertura del lado derecho que descubría sus pálidas piernas y robaba las miradas de los varones en el evento social.



Cachao era un fanático de la música cubana, coleccionaba discos de acetato, compactos y USB con la música de su país y en la universidad sus compañeros le pusieron ese apodo porque su compositor favorito era el cubano Israel López, el popular Cachao.

La pareja bailó varias canciones de merengue, él bebía seco con arándano y ella algo de vino porque debía conducir hacia su residencia, ubicada en la avenida Ricardo J. Alfaro de Panamá.

Muy pegados al rito de ‘Allá en el campo’ de Dorindo Cárdenas, los compañeros del banco solo miraban a los tórtolos que se querían desayunar, almorzar y cenar con sus pupilas.

El marido de Solinda estaba en Bocas del Toro y la mujer de Cachao, no reclamaba porque tenía un amante, así que el matrimonio aplicaba la consigna de ‘Cada loro en su estaca’ o sin reclamos por infidelidades.

Pero, Cachao se pasó de tragos, se sentía mareado, le dijo a Solinda su estado, ella decidió llevarlo a su casa en Juan Díaz, sin embargo, se desviaron en una casa de citas de esas que abundan en la avenida Domingo Díaz.



Entraron, empezaron los besos y las caricias, los fluidos y quejidos de ella eran intensos cuando sentía los labios varoniles por su pecho, posteriormente en las pantorrillas y espalda.

Con dificultad Cachao podía sostenerse producto del licor, así que la mujer le dijo que se acostara para mejor comodidad, ella estaba de pie, se levantó el vestido, quedó en interiores y luego como vino al mundo.

Al varón todo le daba vueltas, la mujer se acostó, le acariciaba en el pecho a su pareja de ocasión, no escuchaba nada del caballero y levantó la vista para verlo dormido y borracho.

Intentó despertarlo, no obstante, nada, así que Solinda, se vistió, salió de la habitación, entró a su carro, se fue y dejó al hombre desnudo y dormido en la pieza.

Ella se molestó, nunca más le habló a su compañero y él con la vergüenza de que quedó fuera de combate por el licor. No hubo otra oportunidad.

Imagen de Trinity Kubassek y Kristin Vogt de Pexels no relacionadas con la historia.

Iletrada, pero no pendeja

Maritza Boyd Arias se presentó a las celdas de la cárcel Nueva Esperanza de Colón, en Panamá para visitar a su marido Napoleón Bonaparte, donde estaba detenido, tras ser capturado con diez kilos de cocaína.

El matrimonio era oriundo de Ustupo, Guna Yala y era normal que se inscribieran con nombres exóticos, de adinerados o personajes históricos porque para ellos esas identidades latinas las inventaban porque en su idioma tenían sus nombres gunas.

A su marido le esperaban al menos seis años de prisión, investigación que llevaba cabo la Fiscalía de Drogas de Colón y Guna Yala, aunque Napoleón se encontró los estupefacientes en la playa, no lo reportó a las autoridades.

Era un secreto a voces en la región que los comerciantes de drogas colombianos arrojaban las sustancias ilegales al agua antes de ser sorprendidos por el Servicio Nacional Aeronaval (Senan) o la guardia costera de EE. UU.



La droga era arrastrada por la marea hasta la costa, cuando un vecino la encontraba no siempre avisaba al gobierno, sino que la escondía para posteriormente venderla y hacer mucho dinero.

Sin embargo, en el caso de Napoleón, le contó a un amigo sobre el hallazgo, su pasiero le pidió dinero y como el primero se negó, el segundo fue a la policía a delatar al hombre de 34 años.

Así que cuando lo visitó su pareja, Napoleón le dijo a Maritza que se echara la culpa porque por ser mujer, la juez la condenaría a tres meses de prisión, le daría dinero y saldría en poco tiempo.

Maritza le reclamó a su marido por la propuesta diabólica, aunque el cónyuge insistió bajo el argumento que él es quien lleva el sustento a la casa con un pequeño negocio de comida para los turistas.

Napoleón lloró y estaba desesperado para que su mujer se responsabilizara del cargamento de mercancía ilegal, pero la dama recordó que vio en la televisión un caso de una mujer que le metieron diez años por poseer diez kilos de cocaína.

Maritza solo fue hasta tercer grado del colegio, no leía ni siquiera periódicos, no obstante, con la información que observó en el medio masivo, sabía que pasaría una larga temporada en prisión.

Se peleó con su marido, al salir se encontró en la cárcel a un abogado, a quien la explicó la petición de su esposo y el letrado en leyes le aconsejó que ni en sueños complaciera a Napoleón.

La fémina no volvió a prisión, ni siquiera durante los cuatro años que Napoleón estuvo preso, sencillamente por ser una locura. Ella es iletrada, pero no pendeja.

Imagen de Ustupo cortesía de Wikipedia y la droga de internet no relacionadas con la historia.