Katherine Luengo, una caja de sorpresas

 

Nació en Venezuela, pero vivió España, Nigeria y ahora en Panamá, la escritora Katherine Luengo, concedió una entrevista al portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte”.

Allí nos cuenta toda su experiencia, sus inicios y su desarrollo en el mundo literario, por lo que no debe perderse el fabuloso diálogo con la abogada y literata.

¿Quién es Katherine Luengo? Explique su mini biografía. 

Katherine Cristina Luengo Hernández, nació en Caracas, Venezuela, el día 12 de agosto de 1994, y allí vivió los primeros 7 años de vida. Hija mayor de Irma F. Hernández M, de profesión diplomática, y de Ricardo E. Luengo L, de profesión comerciante. 

A los 8 años, transfieren a su madre a la Embajada de Venezuela en España. Allí vivió hasta mediados del año escolar de cuarto grado de primaria, cuando se regresan a Venezuela.

En España, le nace el amor por la lectura gracias a una profesora del colegio, quien mandaba a todos sus alumnos a leer un libro por semana. 



Cuando tiene 14 años, transfieren a su madre a Nigeria. Ese cambio significó mucho para Katherine porque conoció una realidad muy diferente, lo que la hizo mucho más empática, solidaria y a su modo de ver: mejor persona.

Casi cumpliendo 16 años, transfieren a su madre a Venezuela, nuevamente. 

Una vez en Venezuela, cursando el cuarto año de secundaria, llega a un nuevo colegio. En quinto año, se cambia a su último colegio, para así graduarse. En el año 2011 culmina la secundaria y empieza a estudiar Derecho.

En el año 2013, Katherine decide mudarse a Panamá y retoma la universidad. 

En el año 2018 se graduó como licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, con Mención Cum Laude, de la Universidad Católica Santa María La Antigua en Panamá (USMA). Actualmente, está estudiando un MBA con énfasis en Finanzas, en la Universidad Interamericana de Panamá. 

Ha trabajado en firmas de abogados, como también se ha destacado en el aspecto financiero y comercial. 

En el año 2020, Katherine, termina de escribir la novela “La que un día fui”, pero no es hasta abril 2021 que sale publicada oficialmente por la Editorial “Caligrama”, siendo la novela que la da a conocer como escritora.

Ahora ya cuenta con la segunda novela culminada, a poco tiempo de salir oficialmente a la venta, y está trabajando en la tercera novela.

¿Cómo nace su pasión por la literatura?

Nació mi pasión por la lectura cuando tenía aproximadamente 8 años, por mi maestra de tercer grado de primaria.  

Esta maestra tenía una mecánica muy especial para las clases de castellano: Todos los alumnos debían leerse un libro designado por la profesora y tenían una semana para leerlo y así presentar una “prueba de lectura” en la clase siguiente. 

Yo siempre veía que me asignaban un libro pequeño o una novela con apenas 5 páginas o 10 páginas, y a mis amigas les daban uno mucho más grande y con más palabras. Cuando noté eso, le pregunté a la profesora por qué me daba un libro tan pequeño y ella me respondió: 

—Luengo, querida. No es que no te quiera dar un libro más grande, es que yo no puedo evaluarte igual que a los demás. A cada alumno se le evalúa la comprensión lectora, en proporción a su capacidad de lectura. Tú lees muy bien, pero un poco lento y si te doy un libro grande, no te lo terminarás para la próxima clase.

La profesora me miró con cara de ternura, pero ¡Me molesté muchísimo!

Sentía que me había dicho incapaz o que no estaba a la altura de los demás. Así que, dada la respuesta de la maestra, le contesté que no debía elegir por mí, porque me parecía injusto, así que le pedí probar con un libro más grande, haciéndole saber que, si reprobaba la prueba de comprensión lectora, por no haberlo leído completo, asumiría que debía leer algo más pequeño que los demás, para la próxima semana.

La maestra, al ver mi respuesta, me dio a escoger entre varios libros de la biblioteca para que me “probara a mí misma”, pero conscientemente, dada la edad que tenía. 

Ese primer libro, que era de una niña con poderes mágicos que salvaba al mundo, me costó terminarlo. Dado que ciertamente leía lento, por lo que debía leer siempre que podía. No veía televisión, no me permitía jugar, leía mientras comía, me acostaba leyendo… No paraba de leer, solo para demostrarle a mi profesora que si podía.

Efectivamente, terminé el primer libro y aprobé la prueba de comprensión lectora, aunque el estrés y la exigencia que me impuse, me dejó agotada. 

A partir de ese día, siempre escogí mis novelas y la profesora no me reclamaba nada. Con los meses, empecé a leer por puro placer. 

Antes de esa profesora, nunca había leído más que una o dos páginas, así que siempre se lo agradeceré. 

¿Háblenos de su obra más importante?

Por el momento es la novela: "La que un día fui". 

Una hermosa y valiente mujer italiana es víctima de circunstancias históricas que la hacen tomar decisiones muy difíciles para sobrevivir en una de las épocas más extremistas y crueles de la humanidad.  

Leticia, la protagonista, está decidida a luchar en contra de la realidad fascista que invade su país, donde será víctima de un amor prohibido que no desea que le arrebaten, de un nazismo que amenaza con acabar con lo que más ama en la vida y de una traición que le pesará para siempre.

“La que un día fui” nos demuestra cómo una persona vive sin resignarse, lo que puede ser capaz, una mujer por amor, lo que un padre puede hacer cegado por el fanatismo político, lo que ser judío significa en la Rusia zarista y en la Italia fascista, y como las guerras no solo arrebatan vidas, sino la esperanza de los pueblos. 

La novela “La que un día fui” está inundada de prejuicios, violencia, aventuras, frustración juvenil, matrimonios forzados, conflictos por cultura, violencia de género, amor, religión, valores cuestionados, perjuicios y un sentido de justicia que hará que la protagonista arriesgue lo más sagrado que tiene… ¿Valdrá la pena?


La historia ahonda en cuestiones como las relaciones padres-hijo, hermano menor-hermana mayor, el matrimonio, violencia sexual, la amistad, el amor, la sexualidad, la justicia, los remordimientos, la soledad y los valores que cada uno tenemos en nuestras mentes y corazones. Desde la narración en primera persona de Leticia, la protagonista, se narra cómo cada movimiento, pensamiento y circunstancia, fue determinando su personalidad y cómo a veces ser fuerte, amorosa y ética, es la única opción para mantenerse cuerda y mentalmente tranquila.



¿En qué se basó para escribir sus obras?

Hice mucho trabajo de investigación para poder apegarme lo más posible a la realidad de Italia en esos años, leí desde discursos de Mussolini, como también leí muchos artículos, libros de historia y testimonios de mujeres que vivieron esos años en Italia. 

Yo soy apasionada por las novelas históricas, pero que se narran de manera fluida y sin el toque de "libro académico", y al momento de plantearme hacer la novela, quise escribir lo que, a mí como lectora, me gustaría leer. 

¿Cuál es su público lector?

Con la primera novela mi público objetivo se ha centrado mucho en un target joven femenino entre los 15 y 35 años.

Si bien se ha vendido al género masculino y de diversas edades, el empoderamiento femenino y el sentido de empatía que ha generado en el público femenino, no se puede comparar, dado que se encuentran identificadas de alguna u otra manera. 

Tengo un público que, además de consumir novelas como de Megan Maxwell, Julia Navarro, Isabel Allende o María Dueñas, o series de suspenso y romance, en el campo de la literatura, está interesado en ver personajes femeninos fuertes, pero a la vez humanos, con debilidades y fortalezas, y que busca ese toque personal de autor y originalidad en el estilo narrativo y trama.

¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

Prefiero el género de novelas históricas con suspenso, drama y romance. 

Me encanta escribir en un contexto histórico específico, pero dar a conocer, a través de mis personajes, las problemáticas sociales que había en esos años y en la actualidad.  Mis novelas están muy guiadas a un sentido social. 



¿Cuál es el género literario más leído en Panamá para usted? Explique.

En Panamá me parece que se lee mucho el género de romance y fantasía. Es lo que he podido ver en librerías y actividades, pero no he hecho un estudio al respecto, por lo tanto, puede que no esté apegada a la realidad mi observación. 

¿Qué opina del mercado literario panameño?

Me parece que es un mercado medio, es decir, no se lee en demasía como en Colombia o España, pero si hay público lector interesado en las obras que salen al mercado.

El tema principal y que es parecido en todos los países y regiones, es que se necesita hacer un gran trabajo de mercadeo para dar a conocer las obras y así llegar al público. 

Los tiempos van cambiando y los lectores también, por lo tanto, es importante que también nosotros, como escritores, nos mantengamos actualizados en las tendencias.

Por ejemplo, los audiolibros están repuntando cada vez más y si queremos llegarle a todo el público posible, debemos adaptarnos a esas realidades. 


Explique el camino del escritor independiente.

Es un camino hermoso, solitario, creativo y retador. 

Una vez que me introduje en este camino, me di cuenta de que debía sacar todas mis habilidades verbales, de comunicación y de proyección porque nadie nos conoce cuando sacamos una obra y eso es algo que debemos entender todos los escritores independientes.

Es nuestro deber darnos a conocer, hablar, participar en actividades, sacar nuestra cara al público y crear comunidades de lectores. 

¿Qué es retador? Sí, pero si deseamos triunfar en este mundo literario, debemos hacerlo. 

¿Es escritora de mapa o de brújula?

De brújula casi 100%. Parto de la idea del personaje y situación central que quiero hablar y a partir de allí voy escribiendo todo. 

¿En qué ocupa sus ratos libres?

A leer mayormente.  Me encanta también escribir, trotar por las mañanas temprano y comer en distintos sitios. 

¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Tengo la segunda novela lista y pronto debería salir a la venta. Estoy muy emocionada por esa segunda novela porque toca temas sumamente emocionantes como la trata de blancas, esclavitud, diferencias culturales, religión, tribus... 

 Actualmente estoy escribiendo dos libros: Uno es de superación personal, acercándose más a mi historia personal y el otro es una novela que me encanta también. Espero que ambos los pueda finalizar antes de octubre del presente año. 

¿Qué tiene que decir a los escritores anónimos con miedo de publicar obras?

¡Qué lo hagan! No saben si son buenos escritores, si no salen al ruedo. Eso sí, procuren tener una obra bien trabajada, es decir, sin faltas de ortografía, bien estructurada, con ideas claras y de fácil comprensión. Ya una vez teniendo eso, aventúrate a publicar tu obra. 

Una vez se publica la primera, el miedo desaparece. 


El metro de Nueva York

Mercedes Stanley llevaba ya cuatro meses en Nueva York, residía en un apartamento de una recámara en el Bronx, en un edificio destartalado, con un inodoro de cuchitril, lleno de ratas y cucarachas, pero no importaba porque ella estaba en la Babel de Hierro.

Aunque no tenía papeles de residente, utilizaba una tarjeta verde, número de seguro social y licencia de conducir falsificada, debido a que era el año 2003 y la tecnología aún no usaba el sistema E-Verify o el verificador de identidad.

Laboraba dos días a la semana en un supermercado acomodando alimentos, otros dos en el mercado descargando pescado y una jornada en un restaurante lavando rascacielos de platos.

Su gran sueño era, como muchos migrantes domésticos de EEUU y extranjeros, ser millonarios, convencido de que podían triunfar porque eso era lo que proyectaban las películas de Hollywood.

El barrio donde vivía la panameña, era un nido de maleantes, extranjeros, campesinos estadounidenses pobres de otros estados, plagado en pandillas, armas de fuego, gente trabajadora y futuros profesionales que daban su cuota de sacrificio para salir adelante.



La istmeña se llevó la gran sorpresa porque su sueño no era lo que vio en las producciones cinematográficas, por el contrario, era necesario trabajar como burro y más burro para tener algo.

Para comprar una casa debía ahorrar mucho dinero, ya que el banco pedía el 30% de abono inicial y una vivienda de 500,000 dólares exigía 150,000 grandes para aprobar el préstamo.

El asunto de impuestos era otro, no tenía dependientes en Nueva York, así que el tío Sam le quitaba aproximadamente mil 500 dólares mensuales para mantener la burocracia, eso, aparte de los gravámenes estatales.

Por otra parte, pagaba impuestos si mantenía una cuenta en el banco, así que al final decidió cerrar su cuenta y hacer todo con efectivo, práctica que realizaban numerosos inmigrantes foráneos en Estados Unidos.

Todo iba bien, hasta que la dama de 23 años, blanca, ojos y cabello negro, de mediana estatura, oriunda de Chiriquí, conoció a James Sullivan, un estadounidense campesino, oriundo de Dakota del Norte, quien se fue a Nueva York con el sueño de hacerse rico.

Rubio, alto, de ojos azules, atlético, laboraba en un restaurante de trabajador manual, sin embargo, como era norteamericano argumentaba, que eso no era para él sino una labor que debían hacer los extranjeros.

Se juntó con una pandilla de irlandeses, dedicados al contrabando, venta de drogas, sobornos a comerciantes y otro tipo de delitos.



James Sullivan paseaba con su novia panameña, se la llevaba a lujosos restaurantes, a la Isla de Coney, el gran Manhattan y otras zonas donde los neoyorkinos pobres no pueden costear por su elevado precio.

Le prometió sacarla de la pocilga donde vivía para alquilarle una residencia en Queens, en la parte de clase media alta.

No obstante, dos semanas antes de rentar el apartamento, la pareja tomó el metro con destino al Alto Manhattan para cenar, cuando antes de llegar a una estación, un hombre blanco, sacó de su abrigo un arma de fuego y le pegó cuatro tiros a la pareja de la chiricana.

Por andar en negocios sucios, James Sullivan fue ultimado por narcotraficantes rusos que perdieron un cargamento de marihuana y lo acusaron a él de robar la droga.

El asesino se bajó de la estación, mientras que la novia de la víctima quedó congelada del susto, no se movía, hasta que un puertorriqueño le comentó que se marchara porque la policía le haría preguntas.

A los cuatro días del asesinato de su novio, Mercedes Stanley aterrizaba en el aeropuerto internacional de Tocumen, aún asustada por el suceso del metro de Nueva York.

La película que ella creó fue una fantasía porque no todos tienen la misma oportunidad o suerte, mucho más cuando se debe conocer que el séptimo arte solamente es para entretenimiento, aunque numerosas veces se usa para “lavar” el cerebro.

'El que no arriesga no gana': Lyn Marine

 

La escritora novel panameña Lyn Marine accedió a una entrevista con el portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte” para contar sus inicios, su formación y su forma de trabajo. No se pierda los interesantes planteamientos de esta literata istmeña.

 ¿Quién es Lyn Marine? Explique su mini biografía.

Mi nombre es Carlyn Smith. Soy panameña, soy una mujer de fe y soy atrevida porque me atrevo a hacer las cosas. Soy la autora de En La Montaña Rusa.

 Allí narro la historia de mi vida, por lo que no voy a dar muchos detalles aquí. Mejor los invito a que compren el libro y me sigan en mi instagram: @lyn.marine. 

 ¿Cómo nace su pasión por la literatura?

Desde chica recuerdo que mis padres me compraban libros de cuentos. Cuando entré a la escuela, mi papá me motivó a conseguir mi tarjeta de la biblioteca y hasta sexto grado iba todos los días a buscar un libro.



Ya en secundaria no visitaba la biblioteca porque estaba en otro edificio, sin embargo, sí leía todas las novelas que los profesores de español nos asignaban. 

Ya en la universidad, tuve una clase con el profesor Ariel Barría, y recuerdo de que él nos invitaba a participar de lanzamientos de libros de autores panameños y también nos motivaba a leer la revista Mosaico, que salía los domingos en La Prensa. 

Además de eso, siempre que pasaba por un centro comercial, me daba mi vuelta por alguna librería a ver qué libro captaba mi atención.

¿Háblenos de su obra más importante?

Por el momento solamente he publicado En la Montaña Rusa.  Como dije antes, es una autobiografía que pretende sobre todo compartir mis reflexiones sobre las experiencias vividas.  Lo considero un libro de crecimiento personal y espiritual.

¿En qué se basó para escribir sus obras?

En la montaña rusa es una autobiografía que surgió porque me gusta contar historias como ejemplo de los mensajes que quiero dar. 

Mientras contaba una historia larguísima para explicar un punto a una amiga, me disculpé por lo largo de la historia.  Sin embargo, ella me indicó que la historia había sido muy amena, digna de un libro. 

Así nació la idea.  Intenté recopilar anécdotas que pudieran servir de ejemplo para una enseñanza práctica de vida.



¿Cuál es su público lector?

Es una pregunta difícil de responder.  Creo que hay historias con las que personas de distintas edades se pueden identificar.  Diré que el público es de 12 años en adelante.  

¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

Me gusta mucho leer libros de autoayuda, de crecimiento personal y espiritual.  También disfruto de una buena novela.  En La Montaña Rusa (y el libro en el que estoy trabajando ahora) tiene una buena combinación entre narración y crecimiento personal-espiritual.

¿Cuál es el género literario más leído en Panamá para usted? Explique. 

Pienso que la novela.  De hecho, antes de publicar mi libro, hice una pequeña encuesta entre mis conocidos y el 53% indicó que le gustan las fábulas, leyendas o cuentos, y el 48% indicó que le gustan las novelas.

 ¿Qué opina del mercado literario panameño?

Creo que el mercado panameño es pequeño en general, por ser un país pequeño.  Esto reduce la cantidad de consumidores en general.  A pesar de ello, pienso que para cada producto hay un mercado. 

El que sabe buscar encuentra.  A mí siempre me gustó comprar libros y ahora que he publicado, me he encontrado con un sinnúmero de eventos donde promocionarme e incluso veo mis estudiantes que van con gusto a la biblioteca o que durante el receso de clases siempre tienen un libro consigo.



Explique el camino del escritor independiente.

En mi caso ha sido un camino muy interesante.  He tenido la dicha de conocer a muchos otros escritores más experimentados que con mucho gusto me han tendido la mano. 

Debo confesar que no todo ha sido fácil.  Lo más fácil es escribir, pero publicar y sobre todo mercadear es la parte más complicada del asunto.  Otra vez, gracias a Dios me he topado con Escritores Independientes de Panamá, donde aprendo mucho y nos apoyamos mutuamente.

¿Es escritora de mapa o de brújula?

Creo que un poco de ambas.  En mi primer libro fue totalmente de brújula.  Me sentaba a escribir y poco a poco le fui dando forma al libro. 

Ahora estoy escribiendo mi segundo libro y antes de sentarme a escribir hice mi mapa y mi outline (esquema) de los puntos que quiero abordar.  Ahora estoy desarrollando el contenido.

¿En qué ocupa sus ratos libres?

¿Ratos libres... qué es eso? jajaja. Lo cierto es que estoy bastante ocupada últimamente, pero disfruto de hacer actividades al aire libre, tipo senderismo, playa, picnic. 

Me gusta mucho la música, no importa si es cantarla, bailarla o escucharla, así que si es karaoke, concierto o baile me puedo sumar.  En general disfruto las cosas sencillas de la vida en compañía de amigos y familiares.

¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Estoy escribiendo mi segundo libro.  También estoy trabajando en escribir otras cosas, solo mencionaré que para navidad espero presentar una obra teatral escrita por mí en la iglesia donde me congrego.

¿Qué tiene que decir a los escritores anónimos con miedo de publicar obras?

El que no arriesga no gana.  No te quedes pensando qué hubiera pasado si... La vida es ahora, vívela ahora.  Escribe tu libro, asesórate y publícalo.  Hay alguien allá afuera esperando leer eso que tú vas a escribir.

 

El húngaro nazi

Cuando Ferenc Zsabo leyó la noticia en el periódico de que Adolfo Eichmann era juzgado en Israel por crímenes contra la humidad y su papel en el holocausto nazi, de inmediato empezó a temblar, ya que posiblemente podría ser el próximo capturado.

El nacional húngaro huyó de su país por la ruta de las ratas con el fin de ir hasta Italia, ayudado por la iglesia católica, le consiguieron un pasaporte de la Cruz Roja Internacional, posteriormente tomó un barco hasta La Habana, Cuba y luego a la ciudad de Colón.

Se estableció en Panamá en 1947, con 27 años, era alto, blanco, rubio, de ojos azules, contextura atlética y atractivo, sin embargo, tenía un pasado que su esposa y su familia de rabiblancos desconocía.

Gretel Díaz, miembro del Club Unión, se casó con un migrante vendedor de telas, la enamoró, su acento de Europa del Este y sus finos modales, pero detrás de toda esa galantería de catrín escondía un poderoso demonio.



Ferenc Zsabo, durante la ocupación alemana en Hungría, fue miembro del Partido de la Cruz Flechada, un grupo de paramilitares de ultraderecha, infatigables perseguidores de judíos húngaros y gitanos.

Una de sus hazañas favoritas era la de disparar a los hebreos y gitanos, principalmente si eran niños y obligaba a las familias mayores de sus víctimas para que arrojaran los cuerpos al Danubio.

Y no solamente los ultimaba, tomaba fotos antes y después de matar a los infantes porque argumentaba que esos niños crecerían y serían enemigos de Hungría.

Hábil e inteligente, era un fugitivo porque su nombre verdadero era Zoltan Lakatos, identidad que cambió gracias a los servicios de poderosos católicos de El Vaticano, tras el final de la Segunda Guerra Mundial.

Ahora Ferenc Zsabo sentía terror de que el Mossad fuera tras él, intentaba calmarse, no quería contarle a su esposa su terrorífico pasado, aunque sabía que tarde o temprano la noticia se sabría.

Lo curioso era que el extranjero hacía negocios con hebreos panameños y europeos, no obstante, ninguno lo reconoció.

Únicamente tenía dos caminos, la muerte o la cárcel, si escapaba de Panamá a un tercer país sería capturado, de allí la razón por la cual prefirió quedarse en una nación pequeña para confundirse entre sus habitantes.



En 1962 contaba con 42 años, sus negocios iban mal, su esposa Gretel le preguntaba qué ocurría porque en las noches tenía pesadillas.

Soñaba que estaba cubierto por un cubículo con vidrio blindado, sentado ante un tribunal de Israel como Adolfo Eichmann y sentenciado a la horca, como muchos de los judíos y gitanos que él asesinó en Budapest.

En una pesadilla se veía caminando hacia la horca, se ahogaba y despertó llorando. Esa noche su mujer estaba en Chiriquí con las niñas del matrimonio.

Ferenc Zsabo o Zoltan Lakatos, tenía un revólver, calibre 38, tomó dos hojas de papel bond a rayas, escribió una carta a su mujer donde le contaba todo en cuatro cuartillas y posteriormente se pegó un tiro en la sien derecha.

Su propia conciencia fue el juzgado, no tenía donde huir porque de la mente no existe escape y los remordimientos se transforman en cadena perpetua.

 

 

  

 

 

El muerto que salió del féretro

Cirilo Gaitán llevaba ya tres semanas en la clandestinidad, luego del golpe de Estado del 11 de octubre de 1968 que derrocó al mandatario Arnulfo Arias Madrid, por un grupo de oficiales de la Guardia Nacional (GN).

El caballero, chiricano, de 27 años, de piel canela, ojos pardos, mediana estatura, delgado y pelo negro, era buscado hasta por debajo de las piedras por la GN porque lo acusaban de contrabandear armas para tumbar al gobierno “revolucionario” de los militares.

Los once días que duró el gobierno de Arias Madrid, trabajó como asistente de un diputado del Partido Panameñista en la Asamblea Nacional, era arnulfista de sangre pura y por herencia familiar.

Su casa estaba vigilada las 24 horas, igual que la de sus padres y algunos amigos, sin embargo, el masculino tenía un as bajo la manga, o su novia Rose LaBeff, una zoneíta, rubia, de ojos azules, delgada, alta e hija de un profesor de matemáticas de Balboa High School.



Mientras los milicos intentaban localizar al insurgente para meterlo en la Cárcel La Modelo, llena de presos políticos, en el Hotel Tívoli, se planificaba un escape espectacular, con complicidad de algunos norteamericanos, aunque a su propio riesgo.

Supuestamente, Estados Unidos no intervino en el golpe de Estado y los residentes de la Zona del Canal tenían prohibido participar en política panameña, por lo que si eran sorprendidos estarían en serios problemas.

Había que actuar rápido porque si lo atrapaban pasaría una temporada en La Modelo y posteriormente sería trasladado al penal de la isla de Coiba, donde abundaba los opositores al gobierno militar.

Mark, Reny y Chris, eran tres estadounidenses amigos de Rose LaBeff, de 22 años y estudiante de la Universidad de La Florida, en La Boca, Balboa.

Idearon un plan de llevar a Cirilo Gaitán, en un carro fúnebre, con placa panameña y un estadounidense a bordo, para evitar molestias en el momento que circularan por el límite entre la “quinta frontera” y la ciudad de Panamá.

La fecha era el sábado 2 de noviembre de 1968, día precisamente de los muertos y que aprovecharían para no crear sospechas.

El chiricano estaba escondido en un apartamento en Bella Vista, a pocos kilómetros del territorio donde mandaba el gobernador, nombrado por el presidente de Estados Unidos.



Con los nervios de punta, los norteamericanos se marcharon  a las 5 de la madrugada, esperaron hasta que fuese las ocho para salir, Cirilo Gaitán se metió en el féretro, pero para que no se asfixiara y respirara le abrieron huecos.

Si entraba en la Zona del Canal, lo llevarían a la oficina del gobernador donde llenaría un formulario de asilado político, de lo contrario podría ser hasta asesinado en la isla penal, lo que aterraba a la novia yanqui del panameño.

Contrataron a un conductor panameño, quien también sabía la historia, otro panameñista, luego el vehículo abandonó el edificio, ubicado en calle 45 Bella Vista, frente a la sinagoga Shevet Ahim.

El guía del automotor, lo llevó por la Avenida Justo Arosemena, subió por calle 25 Calidonia, dobló para seguir la Avenida Central, siguió por la Asamblea Nacional, posteriormente subió por la calle contigua, al llegar a Patio Rochet, dobló a la derecha.

Quedó a un costado del bar Ancon Inn, donde un retén lo detuvo para revisión, el conductor, identificado como Armando Barrera, se bajó, pero el estadounidense Reny, protestó, mostró unos papeles y dijo en mal castellano que transportaban el cuerpo de su primo.

Había un guardia raso, un cabo y un sargento, este último se acercó, vio los papeles y dio la orden que el carro fúnebre pasara el límite.

Rose LaBeff, lo esperaba con Chris y Mark, en la Zona del Canal, cuando cruzaron, la dama no aguantó, se bajó del vehículo donde aguardaba, el carro fúnebre se estacionó y la mujer fue a la parte trasera.

Los tres estadounidenses y el panameño, sacaron el ataúd, frente a la mirada atónita de varios zoneítas, luego lo abrieron y salió Cirilo Gaitán, sudado y asustado, vio a su novia, la abrazó y la besó.

El público, tanto del lado panameño como del zoneíta, no tenían idea de lo acontecido, cuando la pareja terminó el beso la chica gritó: “my boyfriend is a free man”, lo que arrancó aplausos de los norteamericanos.

Los guardias panameños observaron todo, pero no entendían lo del muerto que salió del féretro. Creyeron que era una broma.

Solo aprecia la libertad quien en determinado momento no la ha tenido o perdido.


'Du hast mich'

 Cuando la policía ingresó a la lujosa vivienda, ubicada en Coco del Mar, corregimiento de San Francisco, de la capital panameña, uno de los agentes del orden público vomitó de la impresión por la dantesca escena.

En un sofá grande de cuero, color blanco, estaba el cuerpo de un hombre de aproximadamente 60 años, a pocos metros en la alfombra, el cadáver de una dama de unos 25 años y a una distancia corta, yacía un caballero muerto, de aproximadamente 30 años y sangre a montón.

Manchado de rojo estaba el sofá grande, un comedor Luis XV, con cojines gris, con restos de sangre, en la mesa aún había comida, vino, un pavo, uvas, una botella de güisqui, un paquete de cigarrillos y en la pared colgado un cuadro de Guillermo II, el último emperador de Alemania.

Varias pisadas de sangre corrían por toda la alfombra azul, llegaban hasta la cocina y volvían al sofá donde estaba el cuerpo del adulto mayor, cuyo cadáver no tenía una sola herida de arma blanca, pero sí una jarra para beber cerveza que aún tenía algo de líquido.

Los vecinos llamaron a la policía porque escucharon gritos de una mujer en alemán, posiblemente ruidos de cristales rotos y otros sonidos extraños.



Se trataba de Guido Müller, de 63 años; su hijo, Franz Müller Ríos, de 34 años y, Mina Schmidt de Müller, de 27 años, esposa del primero, quien fue traída de Oberame para casarse con Guido porque quería una mujer de su tierra natal.

Franz Müller Ríos, era hijo del germano con la chorrerana Efigenia Ríos, quien laboraba como mesera en un restaurante cuando Guido Müller, llegó de Alemania a trabajar como cocinero en el istmo.

El migrante logró abrir su propio negocio y posteriormente tenía cuatro en la Ciudad de Panamá, muy concurridos por la clase alta, lo que le llevó a tener una vida cómoda.

Cuando Efigenia Ríos, murió, el pequeño Franz contaba con ocho años, fue educado en un internado suizo y a los 12 años retornó a Panamá para convivir con su papá.

Ya siendo adultos, el europeo se sentía solo y quería una mujer bávara como él (era de Munich), así que consiguió una en un pueblo pequeño como Oberame, se la trajo al istmo y se casaron al mes.

Sin embargo, el viejo alemán sentía celos de su propio hijo, debido a que congenió muy bien con su joven madrastra, aunque Franz Müller Ríos era bisexual, tenía una novia, no estaba casado ni tenía hijos.



La esposa del cocinero nunca coqueteó con su hijastro, solamente intentaba llevarse bien, en la casa únicamente se hablaba alemán y en los restaurantes era donde la chica aprendía castellano.

Mina y Franz, bebían abundante cerveza, comían salchichas alemanas y papas fritas, escuchaban grupos de rock germanos como Rammstein, Tokio Hotel y Helloween, entre otros, lo que se traducía en que hacían química, pero solo eso y más nada.

Los celos carcomían al empresario alemán hasta que planificó hacer una cena para que los tres bebieran y comieran, aunque les tenía la sorpresa de su vida.

Se alimentaron y chuparon alcohol como cosacos, Guido Müller les incluyó rohypnol en polvo a los tragos, luego su hijo quedó totalmente dormido, no obstante, Mina Schmidt de Müller, aguantó y quedó con algún grado consciente.

Franz Müller Ríos ni siquiera sintió las 18 puñaladas que su padre, afectado seriamente por el alcohol, le introdujo en distintas partes del cuerpo. Quedó en la alfombra mientras su sangre corría.

Pero Mina sí gritó, intentó correr, se caía, trataba de levantarse, lo que generó que se apoyara dos lámparas que fueron a dar al piso, se rompieron, arrojó un adorno de hierro a la ventana y lo destruyó.

El migrante germano logró dominarla y una a una la apuñaló 17 veces, mientras ella decía en momentos que agonizaba “du hast mich” (tu me tienes), posteriormente cuando la neutralizó se fue a la cocina, luego al sofá y bebió cerveza mezclada con cianuro.

Las pruebas de laboratorio encontraron la droga y el cianuro, se determinó quién era el asesino, se notificó a la embajada alemana, quien a su vez se contactó con Peter Müller, de 55 años, hermano menor de Guido.

Peter Müller ahora sería el heredero de cuatro restaurantes lujosos en la ciudad de Panamá, luego de la tragedia de 35 puñaladas, pero la rechazó y nunca arribó al istmo porque no quería esa sangrienta herencia.

Los restaurantes fueron administrados por los empleados en una cooperativa.