Por los corrillos de Llano Ñopo, en la Comarca Ngäbe-Buglé, los vecinos comentaban de un fantasma que recorría las calles en busca de alguien, así que nadie se atrevía a andar después de las diez de la noche los días de semana.
“Pueblo chico, infierno grande”, dice un viejo refrán,
ya que le achacaban el espíritu errante a Librado Montezuma, quien había
muerto, luego que fue víctima de un ataque al corazón cuando lo castigaron en
el cepo.
El médico dictaminó que la presión le provocó un
infarto.
A Librado Montezuma, lo acusaron de robar,
injustamente, 100 dólares que pertenecían a Genaro Garza, el amante secreto de
su mujer, y aunque en las comarcas todos se sabe, Lucía Peña, la esposa del
castigado y su “tinieblo” lograron ocultarse de la sociedad.
Ya habían pasado tres meses desde la muerte Librado
Montezuma, algunos pobladores de Lano Ñopo decían que vieron a un espíritu
pulular, sin embargo, no lograron mirar su rostro.
De baja estatura, pelo lacio, de delgado y que cojeaba
de una pierna, algo que llamaba la atención porque el recién fallecido tenía
esa condición porque tuvo un accidente al caer de un vehículo en marcha y tuvo
secuelas.
Las noches eran muy estrelladas del verano de 2021, numerosos
vientos fuertes con frío terrible para los que vienen de clima caliente y
normal para los habitantes de esa zona.
Para Lucía Peña, la muerte de su marido no era el fin
de sus problemas, ya que su nuevo marchante trabajaba largas jornadas como peón
en una finca de los Goldoni, una familia de origen italiano que se afincaron en
Tolé, Chiriquí, a principios del siglo XX.
La familia logró ser no solo terratenientes sino caciques porque se pasaban la curul en el Congreso panameño de generación en generación, entre primos, hermanos y esposos.
Margarito Yepes era el nombre de la nueva pareja oficial de Lucía Peña, el pueblo ardía en chismes porque ya se sospechaba que la relación venía desde hace tiempo y que Librado Montezuma cayó en un complot amoroso.
Musculoso, de mediana estatura, ojos pardos y cabello
lacio, era blanco de mirada de muchas de sus paisas, lo que ocasionaba
problemas con su media naranja.
Al peón le dieron un aventón desde Tolé hasta
Chichica, debía andar por caminos buenos, luego cruzar por Cerro Miel, a casi
900 metros sobre el nivel de mar.
Una carretera de tierra, se notaban que las máquinas de
cuchillas de construcción estaban recién pasadas por la vía.
El curandero de Llano Ñopo, también era un chamán y
tenía visiones de que en la comunidad pronto habría luto.
Ese jueves 15 de abril de 2021, Margarito Yepes, se
metió su par de cañazos de chicha fuerte, con su salario en el bolsillo decidió
caminar porque no había pick-up que lo trasladara a su comunidad.
Margarito Yepes nunca llegó a Llano Ñopo, mientras que
su mujercita desapareció misteriosamente esa misma noche sin dejar rastro
alguno.
Al día siguiente aparecieron ambos cadáveres, uno
encima del otro, frente a frente y desnudos, unidos los pies de ambos por el
cepo. No había signos de golpes, cortaduras, latigazos o signos de lucha.
Las autoridades comarcales y los forenses no se
explicaban cómo llegaron esos cuerpos, quién llevó el cepo si en todos los
pueblos estaban en su lugar de custodia.
Posteriormente, por toda la comarca se cruzó el rumor de
que el fantasma de Librado Montezuma cobró venganza a la pareja traidora y en
el cepo terminaron muertos por jugar con la trampa del amor.