El sueño de Richard Díaz

El infante Richard Díaz estaba casi a punto de congelación, sus pesadas botas poco ayudaban a caminar dentro de la trinchera, su casco redondo, tipo británico, era como tener una tonelada sobre la cabeza del soldado raso. 

Con fusil en mano, Díaz, jamás se imaginó el precio tan alto que pagó por ser ahora ciudadano estadounidense, luego que el Congreso de Estados Unidos aprobó la ley Jones.

Una de cal y otra de arena, ciudadano, pero a las pocas semanas llegó la nota de reclutamiento.

Puerto Rico, la isla bella, encantadora y que enamora tuvo un pasado de 404 años español, luego los yanquis se la arrebataron a Madrid en 1898, cuando perdieron la guerra hispano-estadounidense, en tiempos que la nación norteña seguía con su política de conquistar al mundo.



Tras ser prácticamente apátridas, los boricuas ya tenían una ciudadanía, aunque no era gratis porque Woodrow Wilson necesitaba soldados para enviar al frente francés y cruzar hasta la Alemania del Káiser Guillermo II.

Era el 15 de noviembre de 1917, la fuerza expedicionaria estadounidense debía avanzar a cualquier precio hasta lograr quebrar la línea Hindenburg, luego ir hasta Berlín y tomar la capital del imperio alemán.

El sueño de Londres, su odiado rival, y aunque primos por herencia colonial, algo de lenguaje, sangre, aunque ambos imperios rivalizaban.

El capitán, Myles Miller, suena su silbato, es escucha el griterío de soldados con sus brillantes cascos, sus fusiles y las bayonetas para introducirlas con odio en el cuerpo de los soldados germanos, sin embargo, se oye lejos el sonido de las ametralladoras del enemigo.

Carlos González, corre al lado de Richard Díaz, una bala le da en la cara, cae y deja un charco de sangre, mientras que la neblina y el frío azota el lugar.

Richard Díaz mira a su compañero, también puertorriqueño como la mayoría de los soldados de la primera línea.

Los alemanes no dan tregua. “Feuer” (fuego en alemán) se escucha y descarga la artillería germana.

Cuando caen los proyectiles, los soldados vuelan en pedazos como si fuesen piezas de rompecabezas.

America first!-, gritó el capitán Myles Miller, quien pisó una mina,  su cuerpo se expulsa hacia arriba y queda colgado de la rama de un árbol.

Richard Díaz observa aterrorizado porque ese no era el sueño que quería.

Aspiraba a ser estadounidense, votar, ser respetado y no ser tratado como ciudadano de quinta categoría como los consideraban sus paisanos del territorio continental estadounidense.



Los boricuas no eran nadie, su único futuro de aquí en adelante sería ingresar el ejército norteamericano, defender un país que los quería a medias, le exprimía sus riquezas y ni siquiera podían votar para presidente.

Salieron de ser una colonia española para ingresar a la yanqui.

El soldado boricua tiene frente a un grupo de soldados alemanes, apunta y dispara, un germano cae y es la primera vez que Richard Díaz mata a un hombre.

Su trabajo es matar como el de todo militar que va al teatro de operaciones, además los ejércitos se crean para la guerra no para la paz.

Luego de segundos de tensión, los soldados empiezan a retroceder y  el fuego empieza a caer.

Son los lanzallamas alemanes que detienen el avance estadounidense, nuevamente los gritos vienen los gritos de militares, ahora alcanzados por la terrorífica arma.

Richard Díaz corre, no obstante, uno de los operadores de la peligrosa arma le apunta y lo alcanza. 

Los desgarradores gritos de dolor se escuchan hasta Mayagüez y la llama humana se mueve junto con otros soldados desafortunados.

El resto de la avanzada retrocede del terror de los lanzallamas alemanes, entre ellos, numerosos puertorriqueños.

La neblina cubre todo el lugar, decenas de cuerpos de soldados estadounidenses yacen en el casi congelado suelo francés, entre ellos el cadáver de Richard Díaz, el nuevo ciudadano de Estados Unidos, quien murió en un país lejano y en un conflicto que no nunca comprendió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

Comentarios

  1. Lamentable el final de Richard, el final de muchos por alcanzar el famoso "sueño americano"
    Me encanta tu narrativa porque describe de una manera, que sientes que estás en el lugar y lo que viven los personajes de la historia.

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