Muerte en la Calle de la Amargura

 Ese fatal martes 4 de junio de 2002, Vicente Garrido, se puso un pantalón vaquero, una camiseta, una gorra, unas zapatillas Converse, todo de color negro, llevaba una cadena de una estrella de cinco puntas y un collar de perro de esos que usan los roqueros o los fanáticos del punk.

Su noche galante, ya que había conocido hacía dos semanas, una chica rubia, de ojos verdes, alta, de figura escultural, en la discoteca Planet Mall, ubicada en Los Yoses, en San José, Costa Rica.

Heidi Becker, laboraba como asesora legal en una empresa de transporte y también litigaba. En su trabajo como defensora conoció a Alfredo Monge, cuando pagaba una condena en La Reforma, por asaltar un camión blindado.

El malandrín se convertiría en su hombre de asiento, aunque muy oculto porque la dama temía de los chismes de la sociedad costarricense.



¿Pero, qué hacía Vicente Garrido, un antiguo vecino de Río Abajo, en la capital costarricense?

Sencillamente, trabajaba para una compañía constructora istmeña como capataz, de una mega obra en Alajuela, un ambicioso proyecto de un centro comercial con todas las comodidades.

Vivía cerca del Novacentro, a 900 metros al norte y 200 al sur de la ferretería Robert, en Guadalupe, Goycochea, en la periferia de la capital tica, en una vivienda arrendada.

Esa “noche triste” tomó un taxi que lo trasladaría a la Calle de la Amargura, muy famosa por su gran cantidad de bares y discotecas, donde también se registraban numerosas estadísticas de homicidios y riñas. De ahí nació su peculiar nombre.

Heidi Becker, lucía un pantalón vaquero azul, una camiseta de la sección nacional de Costa Rica, una pañoleta con la bandera de su país, zapatos botines negros.

Vicente Garrido, alto, de piel canela, cabello crespo, ojos pardos, miraba junto con su novia tica y de origen alemán, el partido de Costa Rica vs. China Comunista, durante el mundial Corea-Japón 2002.

Cuando los ticos anotaron el primer gol, el bar quería venirse abajo, por la alegría y posteriormente coreaban: ¡Oooee, oooeee, ticoooos, ticooooos!

Un beso suculento entre la pareja “café con leche” para celebrar el primer gol y al final del partido se fueron a una disco a celebrar.

El panameño no escuchó el consejo de su amigo costarricense Alfonso Meza que tuviese cuidado porque la mujer daba la impresión que ocultaba algo, aunque el istmeño nunca le prestó atención.

Hay un viejo refrán que dice papaya grande no se la come un solo hombre, sin embargo, Vicente Garrido nunca la escuchó.



Los novios bailaban la canción “Mueve la colita”, entre miradas atractivas, besos, caricias, el humo de los cigarrillos del antro y los ebrios felices del triunfo de su país.

Mientras frente al San Pedro Mall, la policía antimotines se preparaba por si se formaba algún disturbio por la gran cantidad de personas que salieron a las calles a vitorear el triunfo de los ticos 2-1 sobre los chinos, en la Calle de la Amargura, el asunto era muy distinto.

Heidi Becker le ocultó al “Pana”, como le decían en la construcción al istmeño, que tenía una relación oculta con un exconvicto, peligroso y consumidor de drogas. Pensaba que nadar en dos aguas al mismo tiempo sería fácil.

Ya las cervezas imperiales empezaban hace su efecto, Vicente Garrido se levantó de la silla para ir a orinar, cuando un hombre blanco, de ojos oscuros, cabello negro, de mediana estatura y cuerpo atlético le habló al oído.

Los dos salieron del bar, ante la mirada de horror de Heidi Becker. Era el novio oculto de la abogada y Vicente Garrido no lo sabía.

Alfredo Monge vio todo, nada tenía que averiguar o preguntar.

-¿Es usted El Pana-?

-Claro, pero no lo conozco mae-.

Tras la respuesta, solo sintió dentro de su estómago algo que le revolvía las entrañas, luego en el pecho, en el corazón, las puñaladas de un hombre celoso y engañado.

Un masculino, víctima de la infidelidad, es peor que un soldado lleno de odio cuando va al frente. No todas las personas logran superar un golpe tan duro.

En la Calle de la Amargura, el público miraba el hombre en el suelo, con un puñal aún en su cuerpo, en un charco de sangre, al panameño.

Murió sin saber la razón de su asesinato, luego la policía se lo llevó directo a la Reforma al homicida y lo condenaron a 30 años por homicidio.

A los tres meses Heidi Becker tenía un nuevo amor.

Y recuerde que papaya grande un solo hombre no se la come.

'Quizás se haga un libro en holograma portátil algún día': Arturo Nieves

 Arturo Nieves es un panameño que ama la literatura, le fascinan los videos juegos y tiene muchos proyectos a futuro.  Contó su historia al portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte”, así que no te pierdas la interesante entrevista del letrado istmeño.

 ¿Quién es Arturo Nieves? Explique su mini biografía.

 Nace en la ciudad de Panamá. Desde niño le gustó ver películas y series para televisión, jugar videojuegos e inventar historias al jugar junto a sus hermanos con figuras de acción. Allí inicia el gusto por las historias de ficción.

 


Luego su padre compra una computadora personal para su familia en 1997 y el adolescente Arturo decide adentrarse en ese mundo para varios años después orientar su profesión a esta línea de las ciencias al convertirse en adulto. Durante la universidad participa en teatro universitario en la UTP y en diplomados y concursos de guion para cine y trabajó en 2 cortometrajes panameños filmados en 2 semanas como encargado de la electricidad y el equipo técnico.

 

Decide en 2021 escribir su primera novela para iniciar su camino como creador de  cultura popular. Agradece a su hermano mayor y mentor literario por animarlo consistentemente para llevar su libro a la realidad.

¿Cómo nace su pasión por la literatura?

En la infancia. Pero en la etapa adulta comencé a leer más literatura. Antes era muy audiovisual (series y películas) y casi nada de libros o novelas que solo las que tenía que leer en la escuela para aprobar los exámenes de idioma español.

¿Cuál es su público lector?

Considero que es el público adulto. Aunque recomiendo que los menores de edad también lo lean apoyándose en la orientación de sus padres.

 

¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

 Aventuras y ficción histórica para escribir, autoayuda y romance urbano para leer.

 Al escribir, principalmente busco llamar a la reflexión y al análisis por las metáforas que uso.

 Dicen que hay un camino que une la literatura y la locura. ¿Qué opina?

 

Concuerdo con ese dicho. De hecho, una vez me dijo una novia que: "me gusta cómo escribes, aunque casi rayas en la locura". Da la casualidad que me muestro callado en persona en ocasiones y me expreso más efusivamente por escrito.

¿Qué dice sobre si un escritor debe o no mercadear sus obras?

 Totalmente necesario. Tener la obra lista es solo el primer tiempo del partido. El resto es darse a conocer. Ser entrón en conversación con el lector.

 

 


¿Ve desaparecer el libro de papel para darle paso al digital?  Explique.

Creo que no desaparecerá ninguno de los 2. Ni el audiolibro. Quizás se haga un libro en holograma portátil algún día. Para leerlo proyectado en grande y luego meterlo al bolsillo al terminar.

 ¿En qué se inspira para escribir?

 En este libro principalmente en lo que he vivido. Mezclado con ficción. Considero que no tengo que inventar casi nada porque de todo lo que recuerdo puedo sacar una referencia. Luego investigo información que no manejo con precisión y voy armando el ritmo de la historia.

 ¿Cómo nace su obra Desafío del Alma?

 Nace de una idea que tuve en 2016. Una civilización en un universo que no puede tener cuerpos físicos estables por alguna razón genética y mueren. Por eso buscan en los universos la solución al mismo tiempo que se entrometen en los asuntos de otras civilizaciones para aprender de sus errores y aciertos. Para bien y para mal, a veces.

¿Es escritor de mapa o de brújula?

 De brújula. Al mes por ahora.

¿En qué ocupa sus ratos libres?

 Baile salsa. Cine. Leer autoayuda y algunas novelas.



¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

 Viene el imperio. Y aparte, la continuación de Desafíos del alma.

 Explique el mundo de los autores autopublicados o independientes.

 Es un trabajo, pero es gratificante cuando la gente te felicita y te pregunta sobre el libro.

 ¿Qué mensaje envía a los escritores noveles que tienen miedo a publicar?

 Que se lancen y luego verán que no había razón para temer.

 

'Lo peor es quedarse con un libro en el cajón': Marie N. Vianco

 

La escritora hispano-panameña, Marie N. Vianco es una caja positiva de sorpresas. La literata aceptó una entrevista al portal “Fígaro Ábrego, el escritor de Vacamonte” y contó su interesante historia. No se la pierda.

 ¿Quién es Marie N. Vianco?

En una definición corta: una amante de las letras que tiene mucha imaginación, que escribe y publica sus libros en Amazon.

Nací en Ciudad de Panamá, mi madre es panameña de pura cepa y mi padre era de la Región de Murcia, al sureste de España.

Pasé mi infancia en Panamá y cuando tenía once años, mis padres me trajeron a España. Después regresé a Panamá en plena adolescencia, y cursé unos años de colegio allí, para volver a España más tarde, terminar el instituto y estudiar la universidad. Fue una época de muchos cambios en la que me llegué a sentir bastante desarraigada.

Ahora vivo en Cartagena, Murcia, en donde compagino la escritura con mi trabajo en una asesoría de empresas.



¿Cómo nace su pasión por la literatura?

Siempre me ha gustado leer, desde muy niña mi madre me inculcó el hábito de la lectura y desde entonces casi siempre tengo una novela empezada. Tal vez ese acercamiento a las letras desde pequeña fue lo que me hizo dar el siguiente paso e iniciarme en la escritura. Eso te puede pasar unas veces por curiosidad y otras por desahogo.

Cuando murió mi padre escribí mi primer cuento en honor a él, era una historia simple que hablaba sobre el sentimiento de ausencia que deja alguien tan importante en tu vida cuando se va. Con los años retomé la escritura y seguí experimentando hasta que un día me lancé y conseguí escribir una novela entera.

¿Cuál es su público lector?

Soy una escritora versátil, hasta el momento mis novelas van desde el romance, pasando por el juvenil, el relato y terminando en el thriller. No me he centrado en un género principal, tal vez es algo que no es muy comercial, pero en estos años me he dedicado a escribir las historias que me inspiraban, así que se puede decir que mi lector es de género variado como lo son mis novelas.

 ¿Qué género literario prefiere leer y escribir?

Aunque leo de todo, me encanta el suspense tanto para leer como para escribir. Pero muchas veces también depende del estado de ánimo en el que me encuentre a la hora de elegir mi próxima lectura. Me atraen mucho también las novelas sobre dramas familiares, con personajes profundos y con madurez, de esos que te enseñan nuevas perspectivas sobre la vida; y si son históricas, son el doble de atractivas. Pero sin duda el thriller es mi género favorito, sobre todo si tiene buenas dosis de intriga y misterio.

 


Dicen que hay un camino que une la literatura y la locura. ¿Qué opina?

“Locura” es una palabra muy seria para tomársela a la ligera en una simple afirmación. Yo diría que cuando un escritor crea literatura más bien se “abstrae”, es decir, vive en el interior de sí mismo una vida paralela a la real en donde percibe con los sentidos otras realidades y les da forma. Es capaz de ver imágenes, escuchar conversaciones, oler, tocar, sentir… Todo forma parte de un mundo salido de su imaginación y que vuelca en el papel creando un universo propio. Nadie es capaz de llegar a esas “realidades”, solo su creador. Cuando esos escritos salen a la luz son descubiertos por el lector que participa, de alguna manera, de esas abstracciones, de ese mundo fabricado por el escritor y, a través de la lectura, lo vive a su manera.

 

¿Ve desaparecer el libro de papel para darle paso al digital? Explique.

No creo. Mi opinión es que ambos van a convivir a lo largo del tiempo.

El papel tiene mucha fuerza, es un formato muy arraigado en el ser humano como para que pueda desaparecer.

El libro digital es innovador, cómodo y económico, va de la mano de la tecnología que es la reina de nuestro tiempo, con lo que pienso que cada vez se extenderá más y será más aceptado, pero no creo que sustituya al papel.

 ¿En qué se inspira para escribir?

En una idea que me motive lo suficiente como para ponerme a planificar y escribir una novela completa. Las ideas están en todas partes: algo que vea en la calle, alguna noticia que lea o incluso una conversación que escuche espontáneamente puede hacer que mi imaginación se ponga a trabajar y yo con ella.

 ¿Considera que en pleno siglo XXI existe el romanticismo? Explique.

El ser humano es razón y es emoción, no se puede separar una de la otra y mucho menos en el arte (incluida la literatura), en donde la expresión impera sobre todo lo demás. En todas las ramas del arte siempre prevalecerá la emoción, es el pilar de su esencia, por lo que creo que, como seres humanos, a pesar de estar en la era tecnológica y en las próximas eras de avance que nos esperan, las emociones siempre jugarán un papel primordial en nuestra existencia y por ende en nuestras creaciones.

 ¿Cuál fue la novela más difícil para crearla y sus motivos?

Todas tiene trabajo y en todas me he encontrado piedras en el camino que he tenido que sortear, pero si he de decir una, quizás la más difícil haya sido “Arroba al corazón” por ser género juvenil y estar inspirada en personajes muy jóvenes. Con la diferencia de edad y a pesar de haber pasado por esa etapa, me costó bastante percibir el mundo de alguien de tan solo veintiún años, la forma de ver la vida y el futuro es totalmente diferente con esa edad que con la que tengo ahora. No es fácil meterte en la piel de alguien tan joven y pensar y sentir como él para que la historia sea creíble en todo momento y hacerla lo más realista posible.

 

 


Usted nació en Panamá. ¿Ha vuelto al istmo o mantiene vínculos con él?

Sí, hace varios años que estuve allí de visita. Fui a ver a mi familia materna y a algunos amigos del colegio. Sigo en contacto a través de redes sociales y teléfono, y siempre me interesa saber lo que pasa allí y la situación general del país.

En estas últimas décadas Panamá ha avanzado mucho, ha adquirido cada vez más presencia en el mundo y estoy muy orgullosa de ello.

 ¿Es escritora de mapa o de brújula?

Soy escritora de mapa. Necesito desde el principio tener un plan a seguir al igual que en la vida, la improvisación es algo que me da inseguridad y la dejo para mis personajes (es broma).

Eso no significa que sepa todo lo que va a pasar en la historia, siempre me gusta que mi imaginación me sorprenda y muchas veces lo hace gratamente; algo que pensaba que iba a ir por una dirección de repente da un volantazo y me conduce hacia otro lugar inesperado, esos giros enriquecen la historia y me ayudan a disfrutar más de la escritura. Pero se puede decir que eso es solo un veinte por ciento del proceso, para el resto necesito guiarme de mi mapa, para no perderme.

 ¿En qué ocupa sus ratos libres?

No tengo mucho tiempo libre entre el trabajo, la casa y la escritura. Pero el tiempo que me queda me gusta distribuirlo entre la lectura, pasear por la ciudad (me encantan los centros comerciales), ir al cine o salir a cenar. También dedicarle sus momentos a la familia, a mis mascotas y a mis amigos.

 

 


¿Cuáles son sus proyectos literarios a futuro?

Tengo en mente un par de proyectos ahora mismo. Uno está a la mitad y es para mis lectoras de ficción femenina, que sé que les gustan las historias más emocionales y familiares.

El otro es un nuevo thriller, pero que todavía está bastante verde.

 ¿Qué mensaje envía a los escritores noveles que tienen miedo a publicar?

Que una vez que tengan un trabajo terminado y del que se sientan satisfechos, que no duden en dar el paso; lo peor es quedarse con un libro en el cajón por miedo al rechazo o a las críticas. Para poder aprender   y avanzar hay que lanzarse y ver qué pasa, de lo contrario, siempre se encontrarán en la casilla de salida.

 

Una bofetada gratis

 Mucha concurrencia en el restaurante-bar, ubicado en la calle 85, con carrera 13-06 de Santafé de Bogotá, uno de los mejores sitios para beber cerveza, comer picadas con los clásicos guantes de plásticos para no ensuciar las manos.

Ryan Jamie, Paul García y Louis Miller, tres funcionarios de la embajada estadounidense en Colombia, celebraban la llegada de Paul García, un boricua que residía en el Bronx, Nueva York, Estados Unidos, desde los once años, tenía 24 horas como funcionario de la embajada estadounidense en ese país.

Trabajaba para el Departamento de Estado y como muchos diplomáticos solteros hacían cualquier cosa por ser transferidos a Colombia, donde se originaban historias de su comida, lugares hermosos y sus atractivas mujeres.



De mediana estatura, con cabello rizado, negro, de ojos pardos, delgado y piel trigueña, el hombre de marras parecía más un indostano que un yanqui anglosajón, pero logró ganar una beca en la Universidad de Nueva York, donde se diplomó en política exterior.

Los tres bebían la clásica cerveza negra artesanal Chapinero, fabricada en Bogotá Beer Company, un pub muy concurrido, con sus decoraciones de madera, barriles afuera de las instalaciones, bancas laqueadas y buena atención.

Entre alitas de pollo en salsa barbacoa, apio, yucas fritas y las salsas para remojarlas, los tres extranjeros platicaban de las colombianas, atractivas, lindas, preciosas, atendían bien a los hombres y principalmente a los de su país.

Antes de entrar a BBC se fueron Pescadería Jaramillo, pero no les llamó la atención la comida ni las langostas de 150 mil pesos colombianos (unos 75 dólares al cambio en el 2004), así que caminaron unos metros para ir a la casa cervecera artesanal.

Ryan era de raza negra, alto, atlético, de ojos oscuros y se afeitaba la cabeza, mientras que Louis Miller, rubio, ojos verdes, alto, algo obeso y muy chistoso.

Ya Paul García había conocido varios migrantes colombianos en el Bronx, pero no los trató mucho de niño, sin embargo, ahora era un diplomático, tenía buen salario y creía que solo su ciudadanía sería un imán para las damas del país sudamericano.

El lugar era visitado por adinerados, de clase media y muchos extranjeros residentes en la capital colombiana para pasar un buen rato, comer y beber cerveza.



“Si no conoces el perro no le toques la cola”, dice un viejo refrán, algo que viene como anillo al dedo para esta historia.

Al ritmo de Working for de weekend, de Loverboy, los tres estadounidenses miraban a tres chicas de la barra.  Parecían unas reinas de belleza o la típica colombiana.

Una blanca, alta, de ojos avellana, caballo castaño claro, trasero gigantesco; la otra morena, de ojos oscuros, cabello corto y teñido de rosa y la última trigueña, alta, cabello rizado, ojos pardos y cuerpo de guitarra.

Entre el alcohol y la lengua de origen sajón, Paul saludó a la rubia, sin embargo, la dama le dio la espalda.

A Paul se le ocurrió enviar una “ronda” de cervezas que fue rechazada por las damas.

No sabía que sucedía porque le habían contado que las mujeres de Colombia colapsaban ante cualquier estadounidense porque querían una visa para atrapar la nieve y conocer la Quinta Avenida de Nueva York.

Otra ronda rechazada y el boricua, fue atacar, ya medio ebrio por la fuerte cerveza Chapinero, intentó hacer una plática e intentó hablar castellano con acento estadounidense.

-Señor. Por favor retírese que esta ebrio-, respondió la trigueña, el hombre se dirigió al baño.



Al retornar se encontró con la rubia y atacó otra vez, lo esquivaron, pero tomó a la mujer por el brazo, le tocó el trasero y la dama sacó su mano derecha, le metió un bofetón, tan duro que cayó a la fina madera laqueada.

Sus amigos se levantaron para reclamar a la mujer, no obstante, se metieron cuatro caballeros a defenderla y como borracho no gana pelea, los estadounidenses se llevaron la peor parte.

La política de la embajada estadounidense era de cero tolerancia a esos actos y al día siguientes los tres estaban a bordo de un avión, en la base de Catam rumbo a su país.

Así terminó la historia del conquistador puertorriqueño en Bogotá y no crea todo lo que le dicen. 

La Navidad sin Felipe

Un sol  que quemaba hasta la propia tierra, las ramas de los pocos árboles que había en el camposanto se movían en señal de la ventolina fuerte. Faltaba poco para acabar la época lluviosa y con ella la bienvenida al verano abrasante de la capital panameña.

Floribella Soto, colocó unas rosas en la tumba de su pequeño Felipe, el niño del barrio de Santa Ana, quien partió del famoso mundo cruel a la edad de nueve años, luego de un infarto.

El sepulcro recién pintado de blanco, con su nombre Felipe Soto, nació 4 de agosto de 1968 y murió el 5 de septiembre de 1977. También tenía su respectiva cruz que simbolizaba el catolicismo enseñado.

¿Por qué ocurrió esto?, preguntaba su madre. Un infante que apenas iniciaba la carrera de la vida, sin embargo, su tragedia se convirtió en la victoria de Jessica Galindo Guardia, víctima de la leucemia.



Era 25 de diciembre de 1977, mientras otros celebraban la Navidad, Floribella vivía en un mundo desgarrador, preñado de recuerdos, tristeza, sin que hasta el momento hallara el consuelo y la paz interna.

Los hijos supuestamente deben sepultar a los padres y no al revés, pero Floribella estaba en el cementerio Amador visitando la tumba de su hijo.

Felipe y Jessica se conocieron en la iglesia de Santa Ana, donde ambos iban a clases de teatro en el último piso de las instalaciones de la congregación.

La mamá de Jessica trabajaba de voluntaria entregando comida a los vecinos de ese barrio de destartaladas casas de madera con baños comunales.

Doña Lucrecia Guardia, tenía acciones en una fábrica de ropa, tierras, ganado y varias casas.

Las clases de artes dramáticas eran para niños en riesgo social o como se dice en otras palabras, rescatados antes de convertirse en antisociales o maleantes, en una zona donde había pocas oportunidades para abordar el avión  y escapar de las necesidades alimentarias, la promiscuidad y las drogas.

Felipe cursaba el cuarto grado en el colegio Manuel José Hurtado y Jessica el mismo nivel, pero en el lujoso colegio de Las Esclavas, ubicado en Paitilla, un barrio de millonarios.

Las inmensas diferencias sociales no fueron obstáculo para la amistad que ambos peques desarrollaron, se adoraban, ella le llevaba dulces, lo invitaba a comer helados porque sabía que el niño apenas comía dos veces al día.



Felipe le regalaba pulseras hechas con los plásticos que vienen dentro de las tapas de las gaseosas y que pintaba con el remanente de achiote que le sobraba a su madre.

Floribella Soto vivía de la venta de billetes y chances de lotería que no generaban mucho activo circulante, así que su hijo no tenía dinero para invitar o regarle algo a su amiga, de clase distinta, pero de corazón gigantesco.

Nadie sabe cómo ocurrió, sin embargo, un médico le diagnosticó a la niña leucemia, lo que generó inmensos gastos médicos, viajes a nosocomios de Houston y La Habana, no obstante, no había un donante que “pegara”, por lo tanto, había que esperar.

En una ocasión Lucrecia Guardia, lloraba en una esquina de la iglesia, fue vista por Floribella y cuando le preguntó lo ocurrido, le contó su vía crucis. Tanto dinero para nada.

-Si yo pudiera ayudarte, aunque soy tan pobre que no tengo nada que ofrecerte-, le dijo Floribella a la señora de clase alta.

Por su enfermedad, Jessica dejó de ir a las clases de teatro, la madre de Felipe le contó lo acontecido y el infante quedó con el corazón destrozado.

Durante las noches Felipe lloraba, pensaba cómo ayudar a su amada Jessica, sentía tantos deseos de hacer lo que sea para salvarla de las garras de la muerte.

Un amor inocente y sano, infantil como el de cualquier niño ante una amiga, independientemente de sus diferencias sociales.

Esa tarde, la madre de Felipe regresó temprano porque las protestas estudiantiles por los tratados Torrijos-Carter y su represión con gases lacrimógenos, en Santa Ana y la avenida Central, impidieron vender los chances y billetes.

Floribella encontró muerto al pequeño Felipe, llamó una ambulancia y lo trasladaron al hospital del Niño, donde le informaron que falleció de un paro cardíaco.

La madre desgarrada se comunicó con Lucrecia, quien la abrazó al llegar al nosocomio.

-Quiero que le hagan un examen a mi hijo para saber si puede ser donante de tu hija-.

-No. Felipe, acaba de morir, su cuerpecito aún está ahí en la morgue. Jessica no le gustaría.

Se realizó la práctica y dio positivo, le hicieron en trasplante de médula ósea y Jessica sobrevivió a la leucemia.

Ese 25 de diciembre de 1977, cuando Floribella Soto, dio la vuelta para irse, ahí estaba Jessica con su madre Lucrecia, ambas llevaban rosas blancas para Felipe.

La madre e hija adinerada, visitaban la tumba de un niño pobre, quien hizo hasta lo imposible por salvar a Jessica.

Antes de despedirse, Floribella Soto le dio un beso a Jessica.

-Mi hijo no ha muerto, sino que está dentro de ti-.


El fantasma de Belermino

 La sala estaba sucia, botellas de vino, cervezas regadas, tres ceniceros que desataban una hediondez de tabaco apagado, la mesita, con restos de palomitas de maíz, maníes, algunos “abre bocas” y aceitunas regadas hasta en la alfombra. Una pocilga en su máxima expresión.

Periódicos viejos, una máquina de escribir Olympia, usada por Belermino Garza para escribir sus historias cuando tenía sus citas con Bacchus, ya que la inspiración no le llegaba sino con un buen par de tragos de alcohol.



De piel canela, abundante cabello lacio, con cuerpo de atleta y de 1.80 metros de estatura, desempleado y con ganas de triunfar como un gran poeta a nivel internacional. Sus ídolos eran Ricardo Miró, Pablo Neruda, Federico García Lorca, Leoncio Obando, entre otros.

Despertó con una resaca del tamaño de Brasil, la anterior noche se durmió boca abajo en el sofá grande del cuarto-estudio donde vivía, tras escondidas y esquivar a la casera, por los dos meses de atraso de alquiler. Sin trabajo no había dinero para comer, aunque para las parrandas siempre sobraban los amigos.

Berlemino Garza se volteó, observó una imitación del cuadro “El grito” de Edvard Munch, le mostró su dedo índice de la mano derecha.



 -¡Por tu culpa no tengo inspiración para escribir versos para Carolina! ¿Hasta cuándo me seguirás observando mientras bebo, escribo o fumo? ¿No tienes otras cosas que hacer que joderme?-, le reclamó a la pintura de imitación barata, luego soltó la carcajada, encendió un cigarrillo, se dirigió hacia la refrigeradora, la abrió, sacó una cerveza, la destapó y bebió.

-¡Eres un payaso! ¿Lo sabías?-, le manifestó al cuadro y volvió a soltar la risa.--En vez de mirar para otra parte solo me pegas tu vista conmigo con esas manos encima de tus orejas y esos dos chicos detrás de ti-.

 Una fuerte brisa ingresó por la ventana, movió los abre bocas de la mesita, se formó un pequeño remolino y quedaron dispersados por todo el cuarto-estudio. Tras pasar el viento el cuadro se movió y quedó inclinado.

-Ni el viento aguantas tonto-, comentó el escritor-. Si Carolina acepta mis amores me hará cambiar, seré feliz, le haré ella amor todos los días y tendré trabajo.

-¡Idiota!-, le gritó a la pintura mientras sus ojos color miel brillaban. Un diluvio salió de sus ojos.

-Si quieres hallar a la persona que cambie tu vida vete al espejo y lo sabrás-, le respondió el cuadro.

Belermino Garza, sorprendido ante la respuesta se quedó mudo por unos segundos.

-Un cuadro que habla. Te la tiras de vivo, pero no más que yo-, espetó el artista pobretón.

-Soy tu otro yo. El que sufre con la vida que llevas, cuando bebes a diario y te has convertido en un borracho sin futuro. ¿Crees que Carolina te mirará si sigues en ese tren donde viajas sin tener una estación done bajarte?-.

-¿Mi otro yo? Los cuadros no tienen vida, son la expresión de sus creativos, de lo que observan, le cuentan y sus experiencias. ¡No obedeceré a un cuadro imbécil-!, resaltó Belermino Garza mientras sostenía una cerveza con su mano derecha y un cigarrillo con la izquierda.

-Cuando te encuentres a ti mismo, entonces hallarás la salida al laberinto creado por tu vanidad y si me obedeces descubrirás que si te contemplas frente al espejo sabrás quién es la persona que te puede ayudar a superar tus males, tus demonios y tus problemas. Si existe el Diablo es porque el mismo ser humano lo inventó a su imagen y semejanza-.

Belermino Garza se fue al baño, miró al espejo y observó un hombre que lloraba, se movía mucho mientras dormía. Una figura de Mefistófeles lo seguía por todas partes del cuarto-estudio. Corrió hacia la nevera, sacó otra cerveza, se la bebió de un solo trago, se fue al sofá y cayó dormido.

Al despertar, su vivienda estaba en orden, limpia y pulcra, pero el cuadro no estaba. Belermino García lo divisó en la basura, lo recogió lo limpió y lo colgó en su lugar.

Se fue a la mesa para escribir su vieja máquina arcaica.

 A Carolina…

 

¡Mil gracias!

 

Hace poco intentaba cambiar la fotografía de este blog, cuando de pronto me fijé las ventanillas del lado izquierdo y apreté el botoncillo en la parte de estadísticas.

Ahí estaban los números que veía por primera vez para abrir la puerta de la sorpresa y observar que en un año llevaba casi 10 mil visitas a esta página.

Para el mundo cibernético una “visita” es el conjunto de páginas visitadas a un sitio web y termina tras 30 minutos si no hay actividad en el sitio.



Aunque los blogs, páginas de internet y plataformas digitales no tienen pasaporte, si lo poseen su autor porque si eres alguien desconocido, se estima que los números serán bajos.

Si a eso le agregas el contenido del blog tendrás una idea de lo que podría ocurrir. Soy periodista y por naturaleza sé que temas como chismes, desnudos, erotismo, asesinatos, brujerías y otros incrementan las visitas a miles y millones.

Sin embargo, para alguien que nació ayer y abre un blog para escribir artículos sobre literatura, entrevistas a literatos de mi patio y de otras naciones, es bastante tener casi 10 mil visitas.

Quizás algunos digan que esas estadísticas no son nada en comparación con otras plataformas que contabilizan millones o al menos medio millón, un millón, dos o tres millones como lo quieran decir.



Para este humilde servidor esa cantidad me da la suficiente fuerza para mejorar el trabajo, hacer cambios constantes en la página, actualizarla y mejorarla, todo en beneficio de los lectores.

Como le respondí al escritor gallego Roberto Martínez Guzmán, sin los literatos este blog no sería nada y sumo a ello a los cibernautas que abren la página para ver su contenido.

En lo personal un triunfo y en lo profesional de escritor es apenas el primer escalón en el mundo literario.

Por esas razones les doy las gracias a los entrevistados y los visitantes. Se trabaja duro para ustedes.

Las letras y el ‘refine’

 

Mis primeros años fueron en la fonda de mi madre, ubicada en el antiguo mercado periférico de El Chorrillo, donde hoy está el patio de los metros buses, casi al final de la Cinta Costera III.

Allí platicaba mal, con mis hermanos ayudábamos a mi mamá en el negocio, ya sea barriendo, fregando, haciendo algún mandado o en cualquier faena que un niño podía hacer.



Entre aceites, fuego, patacones, carnes, pollos, macarrones, salsas, arroz, café, té y gaseosas aprendí lo que más me gusta después de escribir novelas y artículos para este blog que no es otra cosa que cocinar.

Tuve el privilegio de aprender a cocinar sin que nadie me enseñara. Claro a diario veía a los empleados de mi fallecida viejita hacer el “refine” (como le llaman en Panamá a la comida).

Uno de mis mejores maestros fue la observación y que dos décadas después me serviría para mi carrera profesional de periodismo, ya que un periodista que no es observador y no se fija en detalles, se equivocó de carrera.



Con el tiempo mejoré mi técnica culinaria y la reforcé con tres meses en un curso de gastronomía en el Centro Nacional de Enseñanza (Cena) de Bogotá cuando era diplomático. Fueron tiempos felices con las compañeras colombianas en esa preparación.



Todas estas experiencias me sirvieron para crear el personaje Manolo Xiques, un cocinero profesional que usa técnicas culinarias para brindarles a los protagonistas de la novela La Casa Pifiosa (en cuarentena todo vale) deliciosos platillos, mientras estaban encerrados en la mansión de El Valle de Antón, por la cuarentena del Covid-19.

¿Quién dijo que la gastronomía y la literatura no pueden ir juntos? La verdad nadie, heredé de mi madre varios libros de recetas de cocina que aún utilizo y siempre agradeceré que pasaron de una generación a otra.

Aunque mi pequeño negocio de ventas de pollos no prosperó por razones logísticas, aún no me rindo, pero temas de cocción de alimentos están en mis novelas La Isla Camila y mi nuevo proyecto “Pûrü Mërābü”.



Obvio que la comida y las letras van unidas porque para mí es imposible escribir con el estómago vacío.

Hasta pronto lectores.