A Miguel de la Rosa le avisaron que un comando paramilitar secuestró a varios ejecutivos estadounidenses en el Hotel Smith y que soldados yanquis estaban afuera para asaltar la zona y rescatarlos, ese 21 de diciembre de 1989, durante la invasión de Estados Unidos a Panamá.
Su mujer gritó de miedo, prefería que lo despidieran de su plaza laboral
antes de correr peligro, la bala no conoce ni pregunta en cuál cuerpo entrar,
sino que ingresa directamente a la anatomía de cualquier persona que esté en su
dirección.
El hombre discutió con su esposa y se fue bajo el argumento que es su
trabajo y las operaciones militares se registran.
Era de madrugada, no tuvo oportunidad de enviar los rollos de las películas
a la agencia de noticias rusa Tass donde laboraba como corresponsal, así que
pensaban remitirlos en la mañana, luego de marcharse del hotel Smith.
Horas antes captó imágenes de civiles muertos, aunque se desconocía si fueron
ultimados por el US Army o las Fuerzas de Defensa de Panamá,
eso tampoco no era necesario saberlo en ese momento sino las fotografías.
Miguel llegó cerca al hotel, se instaló en determinada distancia de los
militares extranjeros, divisó el centro de convenciones Atlapa, varios tanques
de guerra, vehículos artillados Hummer, un helicóptero sobrevolaba la zona y
montón de militares de Estados Unidos
Fue su mala suerte, entre los soldados había teniente que vio cuando Miguel
tomó las fotografías de los muertos en El Chorrillo, era un francotirador, apuntó
su fusil y disparó directo a la frente del comunicador social.
El resto de los periodistas preñados de terror, huyeron, algunos tomaron
una imagen de Miguel en suelo fallecido, fotografía que le dio la vuelta al
mundo y la única prueba de que fue asesinado por una bala yanqui.
Los militares norteamericanos revisaron al cuerpo de Miguel, lo despojaron
de todos los rollos de película y su cámara, posteriormente se la entregaron al
desconocido teniente.
Aunque el gobierno de Estados Unidos reconoció ser el responsable de su
muerte, su familia sigue luchando 35 años después para que el asesino pague con cárcel por matar a un civil, cuya arma fue su cámara fotográfica.
Aristela, su viuda, nunca ha descansado en que se haga justicia por el homicidio
de su marido y que ese teniente sea encarcelado por matar a un civil, palabras que
manifestó a un diario español que la entrevistó.
(Historia inspirada en el asesinato del fotógrafo español
Juantxu Rodríguez, muerto por soldados estadounidenses en Panamá durante
la invasión. Ningún militar de EE. UU. fue juzgado por el homicidio).
Fotografías cortesía de Wikipedia.