La tica bien rica

No me encerraría las cuatro noches en el hotel Talamanca, en San José, así que me recomendaron antes del viaje que me diese mi vuelta por la discoteca Planet Mall, ubicada en San Pedro de Monte de Oca, en el año 2000.

El segundo día de mi periplo por tierras costarricenses fue jueves, por lo que me vestí, llevé mi abrigo para cubrirme del clima nocturno y tomé un taxi que me trasladó hasta el antro.

Pagué el ingreso, me llamó la atención los adornos, luces, el tamaño del lugar y la inmensa pista, aunque la discoteca estaba casi vacía, solo un grupo de mujeres en varias mesas y me senté en una de ellas.



Ordené una Imperial, pedí que me abrieran una cuenta, el mesero solicitó una tarjeta de crédito, metí mi mano derecha al bolsillo, saqué quinientos dólares en billetes de a veinte y se los mostré.

—Aquí está mi tarjeta—, respondí, el caballero, peló los ojos, se marchó y al poco tiempo trajo la cerveza.

Muy aburrido el ambiente hasta que llegaron cuatro mujeres, se sentaron frente a mi mesa, una rubia que no dejaba de mirarme, otra blanca pelinegra, una mulata y la más pequeña como media asiática.

La fula o macha (así le llaman los ticos a las rubias) me dijo que las acompañara, eso hice, platicamos, les conté que soy abogado y fui a ver a la familia de un cliente preso en Panamá.

Mis ojos no se despegaban de la dama de piel espuma y cabello azabache, cuyo nombre era Paola, bastante proporcionada de carne, la invité a bailar, miró a sus amigas y aceptó.

La pasamos muy bien, al rato llegó un médico cubano radicado en Costa Rica, y se prendió la fiesta en el antro, tanto que como iba a cerrar nos fuimos a Infinito en el centro comercial El Pueblo.



Una fabulosa noche de besos, abrazos, caricias, miradas de amor y, al día siguiente, la niña amaneció conmigo en la habitación del hotel. No fue tan tímida como pensé.

Al fin y al cabo, me marchaba en dos días, decidí quedarme hasta el domingo para disfrutar con mi costarricense porque solo se vive una vez y mañana nadie lo tiene asegurado.

La tica me contó que por primera vez se acostaba con alguien recién conocido, que le gusté mucho y se arriesgó, pero que no pensara que era una puta.

Me daba igual, nunca pasó por mi mente eso y llegó el momento de regresar a Panamá, la mujer fue con su hermana al aeropuerto Juan Santamaría para despedirme, lo que me sorprendió.

Varias veces viajé a Costa Rica, ya Paola contaba con pareja, nos reunimos en lugares públicos para evitar problemas con su novio, aunque quería que se repitiera el asunto no lo propuse.

Aún tengo excelentes recuerdos de la tica bien rica.

Fotografías de Dante Muñoz y Mart Production de Pexels no relacionadas con la historia.

 

 

 

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