El bizcocho de mi hija

Una tarde dominical mientras preparaba un pastel de pollo mi hija Zulemita trajo a casa su novio Francisco, un compañero de clases de la universidad donde ambos estudiaban medicina.

El chico bastante apuesto, de mediana estatura, piel canela, ojos marrones, delgado y muy sencillo al vestir, además me di cuenta de que el hombre contaba con dotes de sabiduría.

Quizás sería el varón perfecto para mi alocada descendiente, quien a sus veintiún años ya tuvo cuatro novios, por lo que le advertí que el próximo que me presentara fuese el definitivo.



Me imaginé que como mi hija y yo somos blancas, le gustan los masculinos de piel oscura y el padre de Isabelita es un zambo de cabello lacio.

Ese domingo cenamos, charlamos, la pasamos excelente, Francisco me ayudó a lavar los platos y  mi descendiente, como muy perezosa que es, jugaba en el sofá con su teléfono móvil. 

Pero, como nada es perfecto, observé que el novio de mi hija miraba mucho mi trasero y mis senos, aunque me hice la loca, no buscaba crear conflictos, lo tomé como algo normal que un joven mira una mujer de cuarenta y cinco años.

Transcurrieron tres meses la pareja seguía junta, sin embargo, en cada visita Francisco no me quitaba la vista de encima, lo que generó reclamos de Zulemita y pidió que me vistiera con ropa holgada.

Mi respuesta fue que estaba en mi casa, no utilizaba prendas de vestir provocativas y ella debía poner orden con su novio.

A la semana de esa conversación, Francisco se presentó con un ramo de girasoles en mi casa, confesó su amor por mí y explicó que desde el primer momento que me vio quedó flechado.



Lo que nunca pensó el romeo fue que Zulemita escuchó todo porque estaba en la cocina, desde la ventana ella  lo vio con las flores en la calle, decidió esconderse para bromear con él y vino la estocada.

Hubo gritos entre ellos, no intervine, Francisco se disculpó con mi hija, mientras que solo respondí que jamás me involucraría con un chico tan joven y menos si era la media naranja de mi descendiente.

El suceso nos unió más como familia, ya pasó un año, Isabelita consiguió nueva pareja y soy la novia de un profesor de ella en la universidad.

De Francisco ni idea, solo sé que abandonó la carrera de medicina y salió de Panamá rumbo a Italia, de donde emigraron sus abuelos.

Fotografías de Imagine Art realizadas con IA y Lil Arsty de Pexels no relacionadas con la historia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario