Exprimido

Ronaldo vivía en un apartamento de tres recámaras, en la calle Once y Media, en Río Abajo, heredado de su madre, no tenía esposa o mujer fija, sino un par de amigas con derecho que le soltaba los dólares a cambio de cariños.

Laboraba en una fábrica de embutidos y a su salida, conducía un taxi como hasta los diez pasados meridianos, terminada su faena se retiraba a su propiedad de soltero a descansar y al día siguiente se repetía la acción.

Una noche de octubre, de esas que las cortinas de lluvia empañan la visión a conductores y peatones, una mujer lo detuvo a la salida de un restaurante de comida rápida.



Vestida toda de negro, la fémina llamó la atención del varón, delgada, blanca, ojos miel y pechos grandes, era como una diosa para el trabajador del volante, quien la trasladó hacia la vivienda de la dama de nombre Diana.

Durante el viaje se desarrolló una plática, Diana, una madre soltera con dos hijos de distintos padres, migró desde Chiriquí en busca de una mejor vida en la capital panameña y terminó preñada.

Se ganaba el pan como mesera, residía en un cuarto de calle 14 Parque Lefevre, lo que encendió la alarma de Ronaldo, pues era casi su vecina, nunca antes la vio, pero el número de teléfono sería el futuro.

Quedaron en que la recogería al día siguiente en el mismo lugar, y así fue, el taxista se presentó al centro laboral de Diana, la llevó a cenar y compró algo para los chiquillos. El padrastro actuaba.

No pasó tanto tiempo, ella necesitaba un marido y Ronaldo una mujer, se juntaron en la propiedad heredada hasta que Diana empezó con exigencias matrimoniales.

Su argumento fue que dos embarazos en el pasado no le harían caer en otro sin un hogar asegurado, puso en cintura a Ronaldo y a los tres meses le aplicó el refrán de que, si no había anillo, tampoco fundillo.



Bajo presión el varón se casó por la civil, la situación cambió hasta seis meses después cuando Diana exigió como prueba de amor que traspasara el apartamento a su nombre.

El hombre se negó, hubo discusiones, la fémina argumentó que alguno de sus hermanos podría quitárselo, también que le cediera el certificado de operación del taxi y el carro.

Ronaldo no tuvo más remedio que obedecer, puso a nombre de su esposa sus tres únicos bienes, la mujer bajó la guardia y empezaron de nuevo los conflictos por llegar tarde de trabajar.

Diana lo acusó de violencia doméstica, la policía se presentó, se llevaron preso a Ronaldo, estuvo cuatro días enjaulado hasta que su tío pagó la fianza y le notificaron de una demanda de divorcio.

Lo dejó sin apartamento, sin cupo y el taxi. Quedó exprimido.

Fotografía de Imagen Art creada con IA y Luis Quintero de Pexels no relacionadas con la historia

 

 

 

 

 


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