Me vengué con mi suegro

Me sentí traicionada por Elmer, el castillo de amor que construí con mi esposo durante cuatro años se destruyó como un barco que un huracán de categoría cinco daña de un solo golpe.

Descubrí que el padre del hijo Carolina, la prima de mi marido, era Elmer, tuvieron amores desde antes de casarnos y el romance nunca se detuvo, por el contrario, mi esposo se encontraba clandestinamente con su pariente con el fin de satisfacer su lujuria y placer.

Lloré como una niña a quien le despojan de una muñeca, me encontraba manchada, humillada, burlada, mancillada y otros sinónimos que no quiero ni recordar, pero él la pagaría muy caro.



Un día durante un asado en la finca de mis suegros, en Antón, Coclé, decidí que usaría a mi suegro para este fin, ya que mi suegra falleció hace cuatro años, mientras que el papá de mi marido se encontraba solo a los 55 años.

Esa tarde, sin que Elmer se diese cuenta, empecé a coquetearle a mi suegro, él se dio cuenta, intentó esquivarme, sin embargo, una mujer sabe usar sus encantos a su favor.

Una dulce venganza, no sé si fue lo más correcto, pero, así como Elmer me traicionó con alguien cercano, la historia se repetiría y él recorrería el mismo  camino de espinas que yo caminaba en ese momento.

A la semana del evento, fui al apartamento de mi suegro, él cocinaba unas pastas con camarones, le dije que estaba cerca trotando, decidí visitarlo con el fin de charlar un rato, sabía que necesitaba compañía y el hombre cayó en mi trampa.



Elmer (padre), levanta pesas, tiene buen tórax, ojos oscuros, piel blanca, cabello sal y pimienta, es un hombre maduro, muy atractivo, él sabía de lo Carolina, me lo comentó, no obstante, respondí que ese tema era prohibido.

Vestía yo una camiseta pegada al cuerpo, un pantalón licra que mostraba la forma del túnel del amor, lo que impresionó al hombre maduro, andaba algo sudada y me ofreció una toalla.

Mi marido tiene 25 años y  yo 23, pensé que todo sería pasajero, me le insinué muy descarada, el caballero al principio se hacía el loco, hasta que mi fui al baño y regresé como vine a este mundo.

Imposible decir que no, besó mis grandes pechos, apretaba duro mis carnes de color canela, cacheteaba mis nalgas, se notaba que desde hacía rato no estaba con ninguna mujer, sus labios disparaban sabores de mieles y manjares, fue un sexo apetitoso y suculento.

Me sorprendió que, a su edad, Elmer (padre) no se cansaba, así que el asunto se repitió durante cuatro meses sin que mi esposo se diese cuenta y todo iba bien hasta que no sabía que mi suegro nunca se hizo la vasectomía.

Estaba preñada del padre de mi esposo, no tuve hijos con Elmer (hijo), no permití que me tocara cuando me enteré de la infidelidad con Carolina, le di la noticia, al enterarse se echó a llorar como un chiquillo.

Terminé enamorada de mi suegro, ahora vivimos juntos, mientras que mi exesposo se lamenta hoy por no cuidar el diamante rojo que tuvo en el pasado.

Fotografía de Mart Production y Helena Lópes de Pexels no relacionadas con la historia.

 

 

 

 

 

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