¿Cómo enseñarle a Argos que no ladre?

 

Historia escrita por Héctor González

¡Guau! ¡guau! ¡ Grrrrrr!

    ¡Aldo! ¡Aldo! Ya comenzó Argos a ladrar de nuevo y son las 8:00 pm y recuerda lo que dijo la representante…

    ¿Y qué dijo, mujer?

    Que iba a penalizar a todo aquel perro que ladrara entre 6:00 de la tarde y 6:00 de la

mañana. 

Aldo dejó de ver su juego de béisbol y se asomó por la ventana. La calle estaba tranquila por el momento.

¡Guau! ¡guau! ¡Grrrrr!

    Aldo, ya comenzó de nuevo. Lo van a multar…

    Al perro, no sino a sus dueños. Lee bien el reglamento. Ella reculó y dice que la

multa es para los que maltratan animales.



        Aldo tuvo que abrir la puerta nuevamente a ver qué era lo que pasaba con Argos que era un recio rottweiler fuerte y poderoso, de talla mediana a grande, que inspiraba un temor casi mítico entre todos aquellos que no lo conocían. Aldo de una vez le puso la cadena y salió a la calle para explorar el área. Nada fuera de lo normal vio. Como siempre los muchachos en el parque conversando y chateando y en una esquina la piquera de taxis recibiendo llamadas. Sin embargo, Argos se mostraba algo inquieto y de vez en cuando gruñía y ladraba.

    ¡Shhhh! Calma Argos, no hay nada por aquí.

Aldo regresó a su casa y su mujer sentada en la mecedora lo esperaba.

    ¿Viste algo?

    No. nada, pero Argos sigue inquieto. No sé qué le pasa.

    Yo me voy a dormir.

    Anda que yo voy cuando se acabe el juego.



       Efectivamente el juego se acabó con un jonrón del juez Judge de los yankees por todo lo largo del jardín central ¡Qué palo! y Aldo se fue a dormir con la alegría de la victoria. Argos ladró una que otra vez y a un lado del carro de su queridísimo amo se echó.

    Son las 3:00 am y Argos abrió un ojo como su pariente el cancerbero con sus cien ojos, cincuenta abiertos y cincuenta cerrados guardando el averno. Algo interrumpe su sueño y levantó la cabeza mirando todo a su alrededor.  Ya los muchachos no están en el parque. Están aguantando sueño chateando con sus novias virtuales en sus respectivos lechos con la luz encendida, y en la piquera de taxis no hay ni uno. Los motores descansan para tronar al día siguiente.

   Argos se levantó y sigilosamente dio unos pasos hacia el patio de atrás. Una sombra maligna andaba por ahí y desde el techo saltó sin hacer ruido como un ninja, clandestino en la oscuridad rebuscando cosas por ahí con la linterna de su celular. Fue entonces que Argos comenzó a ladrar como nunca despertando a todo el barrio de un sabroso e interminable sueño…

¡ Guau! ¡guau! ¡ grrrr!

   En eso sonó un disparo…

    La representante de El Carrizal llegó al día siguiente con la resolución y su respectiva multa de B/.500 para el señor Aldo Quintero quién la esperó pacientemente en el patio de su casa y la leyó bien molesto. Llegó con personal de la policía para deslindar responsabilidades, pero la escena del crimen presentaba claramente que había sido un intento de robo porque se encontró el celular, y un arma con rastros de sangre y pedazos de piel, Argos había logrado morder al malandrín en una mano.

— Es absurda esa medida pues está en la naturaleza de los canes ladrar cuando se

sienten amenazados o para cuidar vidas o patrimonio — comentaban los uniformados dando por finalizadas las pesquisas.

      Aldo rompió la multa… La funcionaria no sabía dónde poner la cara… Argos la acompañó hasta la puerta del patio lanzando un gruñido ¿Cómo enseñarle a Argos que no ladre?

Fotografía de Ebony Scott y archivo no relacionada con la historia.

    

 

 

 

  

 

 

  

 


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