Arthur Miller lloraba porque perdió mucho dinero en sus productos lácteos, el gobierno federal le confiscó su leche, queso y mantequilla que vendía porque argumentaron que carecía de permiso de la Secretaría de Salud del estado de Pensilvania y su leche era cruda.
Su familia y toda la comunidad Amish, en Lancaster, se tornaron iracundos
ante la decisión de los federales de quitarle su modus vivendi y si lo hacían
con la familia Miller, el resto correría la misma suerte.
Los Amish vivían tranquilos, sin tecnología, no usaban coches, motocicletas,
celulares, no escuchaban la radio, tampoco miraban la televisión, no fumaban, ni
bebían alcohol y se subdividían en grupos.
Para evitar que los acontecimientos se repitieran, los miembros de la secta
de ese sector y de otras partes de Estados Unidos, se reunieron y decidieron
hacer algo que jamás practicaron en masa, desde que llegaron a ese país en los
siglos XVIII y XIX.
Acordaron participar de la elección presidencial y votar por el candidato
republicano Sean White e ignorar a Mara Smith, quien era del partido demócrata,
colectivo político que dominaba Pensilvania en ese momento.
No siempre las guerras se ganan con las armas, sino a través de la
política, querían enviar un mensaje a las autoridades locales y nacionales, los
Amish viven su mundo y solo buscaban que los dejaran en paz.
Tres meses después, cuando llegó la fecha del torneo electoral, se veían
las largas filas de carretas en Lancaster, llenas de Amish, se registraron para
votar antes y se fueron en masa para secundar a White.
Mark Brown y su esposa Martha, residentes en ese poblado, se sorprendieron al ver
a los hombres vestidos con pantalones negros, camisas blancas manga corta,
tirantes, sombreros y barbas, ingresar a los centros de votación para vengarse.
En sus coches había letreros que decían Vote White y Amish
for White, lo que dejó atónitos a Brown y su mujer, ambos de
64 años.
No solo un pase de factura por el asunto de los productos lácteos, que los
Amish consideraron una intervención en sus asuntos, también quieren libertad
religiosa y rechazan todo lo relacionado con los woke.
Solo un diez por cien de los Amish votaba en las elecciones anteriores,
pero con la confiscación de la leche y otros rubros, hubo un giro de una
comunidad que se sintió atacada por el gobierno federal y le dieron una bofetada
colectiva.
Fotografía de Simón Hurry y Edmon Dantés no relacionadas con la historia.
Es evidente que el que la hace la paga de alguna manera.
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