Sin coyote sí hay aduanas

María de Gracia y Marisol, dos hermanas, rivales por el amor de Rosendo, un bueno para nada que andaba en malos pasos en el empobrecido barrio de Villa Santana, Pereira, Colombia, donde la esperanza nace cuando sol alumbra y se apaga al dormir.

La comuna, que crea titulares de noticias para huir del área, fue el foco de conflicto porque las dos rubias, parientes, de ojos verdes, con diferencia de dos años y se disputaban un romance con el vago.

Ni siquiera la intervención de María Socorro, su madre, una conductora de buseta, lograba la reconciliación entre las féminas, ya que las luchas intestinales también suceden en la familia.



Por esa zona llegó un bogotano apodado El Caco, maleante de poca monta, con un historial policivo largo, pasó varias temporadas en La Picota de Bogotá y emigró a Pereira, en busca de nuevos lares para seguir con su modus vivendi.

El Caco les propuso a las Marías, como se les conocía, llevar 25, 000.00 dólares en efectivo a Panamá, si coronaban les darían 1,500.00 dólares, una jugosa oferta que al cambio representaría aproximadamente 6, 316,500.00 pesos colombianos.

Las dos aceptaron el trato, ese dinero urgía para comprar muchas cosas, alimentos y numerosas vanidades, aunque fuesen baratijas.

Pasarían cuatro días en la capital panameña, con gastos pagos y se fueron desde el jueves para regresar el lunes en la tarde.

Una lotería se diría, abordaron el avión, todo normal hasta que llegaron a Panamá, ya en Aduanas, María de Gracia pensó su plan malévolo de sacar del camino a su hermana y quedarse con Rosendo.



Les informó a los aduaneros que la chica de pantalón negro y camisa azul, contrabandeaba dólares, por lo que interceptaron a Marisol y la trasladaron a revisión, mientras María de Gracia salió del aeropuerto.

Cuando la traicionera subía al vehículo que la recogería, la policía la interceptó, le pidió el pasaporte, corroboró por radio que era hermana de la capturada y también cargaron con ella a la sala de interrogatorio.

Los nervios la traicionaron, como hizo con su hermana, María de Gracia confesó que llevaba el dinero en un preservativo en sus partes íntimas, una inspectora la acompañó al baño, la contrabandista sacó el paquete y lo entregó.

Las pusieron en la misma celda, acusadas de lavar dinero porque no lo declararon ni justificaron la procedencia.

Ambas presas, entre gritos y reclamos, una cayó por avaricia y la otra por traicionera, pero al ser deportadas Rosendo nunca se hizo novio de ninguna.

Imagen de Tina Miroshnichenko de Pexels y la Autoridad Nacional de Aduanas de Panamá no relacionadas con la historia.

 

 

 

 

 

 

1 comentario: