Antes de que colocaran las cámaras de seguridad en la Ciudad de Panamá, Excusio Bhergovich pululaba por las calles de Calidonia, pidiendo reales para comprar una pachita o pacha de ron.
Excusio era un alcohólico de esos que abundan por el popular barrio
panameño que se drogan o emborrachan, duermen en la calle, arropado con papel
periódico o cajas de cartón, desayunan lo que encuentran en la basura o si algún
parroquiano le regala dinero para un café.
Un domingo de junio del año 2000, vio un lujoso vehículo, en la avenida
Justo Arosemena, descargando a la una de la madrugada, unos paquetes forrados de
negro, pensó que eran ladrones y avisó a la primera patrulla que vio.
El sargento Pablo Garrido, lo amenazó con llevarlo al calabozo, sin
embargo, Excusio insistió y le proporcionó el número de matrícula que memorizó,
a pesar de estar medio ebrio.
Garrido avisó por radio, a los diez minutos respondieron que el carro fue
reportado como hurtado en San Francisco, se dio la alerta y el automotor fue ubicado
en una bodega en Diablo, Ancón.
Dos colombianos estaban a bordo, la policía les dio la voz de alto, intentaron
huir, no pudieron e inició el intercambio de disparos, un narcotraficante murió
y el otro resultó herido.
Cuando los agentes del orden público abrieron la cajuela del vehículo encontraron
droga y en la bodega un precioso hallazgo de tres toneladas de cocaína.
El herido fue llevado al hospital, quien cantó que en dos días zarparía un
barco de Buenaventura, Colombia, preñado en mercancía ilegal, se avisó a las
autoridades colombianas y pescaron a los responsables.
La DEA participó de la operación, se sorprendió del decomiso, averiguaron y
García respondió que el dato lo dio un indigente de Calidonia, los agentes
antidrogas lo buscaron con funcionarios del Ministerio Público.
Excusio casi se caga del miedo al ver personas del gobierno que era requerido, le anunciaron que no era para nada malo, sino para agradecerle porque
el soplo dio con la incautación de millones de dólares en cocaína.
Uno de los agentes de origen cubano, muy sonriente, le comentó que sería premiado
con mucho dinero, no obstante, la DEA puso como condición que se rehabilitara del
alcohol y la marihuana.
La borrachera se le quitó a Excusio, quien fue llevado a un centro de
rehabilitación al día siguiente, con escoltas y sus compañeros piedreros pensaron
que fue detenido.
Al año y medio de recibir el tratamiento, Excusio fue recogido por agentes
de la DEA, lo llevaron a la embajada de Estados Unidos, estaba cambiado en su
totalidad por la rehabilitación.
Le entregaron un cheque de 450,000.00 dólares, el hombre lloró al ver el
documento y los agentes le estrecharon la mano.
—Si caes de nuevo en la droga, nada podemos hacer, señor—, resaltó el
agente de origen cubano.
La vida de Excusio cambió en una noche de borrachera, como las muchas que
se pegó antes de dar el soplo.
Imagen cortesía de la Policía Nacional y la DEA no relacionadas con la
historia.
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