Todo estaba listo para la boda de Canelita Galindo y Augusto Van Dijk, miembros de honorables familias poderosas de Panamá y reconocidos terratenientes.
La novia estuvo enamorada
desde niña del futuro esposo, lloró porque durante el festival de debutantes
del Club Unión, el caballero estudiaba en Holanda, la tierra de su abuelo y no
fue su acompañante.
Canelita estudió en
Estados Unidos, sus padres eran accionistas de dos bancos, contaban con grandes
extensiones de tierras, poseían una distribuidora de automóviles, un hotel y
otros negocios que les generaban millones de dólares.
Mientras que la familia
de Augusto se dedicaba a cultivar granos, la ganadería y eran propietarios de
unas acciones en un colegio privado, sin embargo, la última generación de los Van
Dijk eran pésimos administradores.
En contraposición con los
Galindo, los Van Dijk despilfarraron en viajes, malas inversiones, no hacer reinversiones
a sus negocios, drogas y amantes, lo que causó que Augusto estudiara en una
universidad privada en Panamá.
No había salida, el
casamiento era la llave de la salvación de los descendientes de holandeses, sus
arcas se encontraban en rojo e incluso la directiva del club los acosaba para
que pagaran las cuotas atrasadas.
Augusto tenía prohibido
ingerir alcohol en reuniones familiares y cuando estaba con su novia, así que el
caballero se iba a hoteles solo a empinar el codo y a encerrarse en la habitación
del hotel para encontrarse consigo mismo.
En el vaivén del secreto,
treinta días antes de boda, se reunieron un grupo de amigos en el club, estaba
Canelita, su mamá, apodada Canela y otros empresarios.
La comidilla entre los riquitillos
era que Augusto no sentía nada por su futura mujer, pero el poderoso don dinero
y sus padres lo obligaron a casarse, tanto por lo civil como por la iglesia
católica.
Durante el evento, el
novio se negó a beber licor, sin embargo, le dieron güisqui, con mucha cola,
limón y vino blanco, se fue por el dulce sabor del trago hasta que despertó el
otro yo interno.
Todo un pajarraco,
intentó tocar los genitales de un primo de Canelita, bailaba como Shakira y hacía
gestos femeninos.
Confesó que era una mujer
encerrada en el cuerpo de un hombre, que necesitaba ayuda, lloró y también lo
hizo la novia ante la desagradable sorpresa de que su novio era un homosexual
oculto por presiones de sus padres.
Ni el médico chino podría
salvarlo, que le gustaran los hombres, no era malo, sin embargo, casarse obligado,
sí, así que confesó todo a la que en un mes sería su esposa.
Ante los acontecimientos,
la boda fue cancelada, el futuro de los Van Dijk rumbo al despeñadero de la
quiebra total y la antigua novia internada en una clínica por depresión.
Fotografías de Emma Bauso
e Isabella Mendes no relacionada con la historia ficticia.
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