El socavón

Iván escuchaba los gritos de un bebé al igual que los de una mujer, estaba en un bosque desconocido, las estrellas brillaban con intensidad, la luna acechaba e incrementaba el terror del joven de 23 años.

Las ramas de los árboles se semejaban a hojas secas cuando la brisa las estremece, a lo lejos el sonido de un búho invadía los tímpanos del imberbe, quien desorientado buscaba el origen de las voces.

¡Ayuda, por favor! ¡Sálvenme de este lugar!, oyó, ya reconocía la voz de una mujer, posiblemente joven y quizás la madre de la criatura, no obstante, provenía una zona algo despejada



Daba la impresión de que hicieron un campamento, troncos de pinos silvestres, humo, alguien hizo una fogata, posiblemente escapó o fue el victimario de la dama que solicitaba auxilio a todo pulmón.

Iván caminó tres metros hacia el norte, una coralina se atravesó en su ruta, se colocó estático pegado a un árbol, el reptil pasó por encima de sus lustradas botas de cuero negras y utilizadas generalmente para ir a las discotecas.

El masculino se preguntaba qué hacía allí porque vestía un pantalón vaquero azul, sus botas negras y una camisa del mismo color.

No eran prendas de vestir para irse de campamento, mucho menos en la selva de Darién, así que sus sentimientos se dividían entre el terror y la curiosidad de resolver la interrogante de los acontecimientos.

Tras cinco minutos, con su lámpara de querosene vio un pequeño socavón, se acercó y una dama caucásica, de unos 30 años, ojos azules, vestida con traje de la Edad Media.

La mujer cargaba un rubio niño de casi un año, la fémina le pidió que la ayudase a salir del hueco, así que Iván, como todo ser humano, le extendió su mano derecha con el fin de auxiliarla.



El grito del hombre se escuchó hasta en Tokio, el aspecto hermoso de la dama desapareció para convertir su rostro en un cráneo, de cuyas órbitas brotaban alacranes, mientras su dentadura estaba intacta con colmillos de jabalí.

Atrapado, observó como el bebé se convertía en una cobra, volvió a gritar, la osamenta lanzó una risa mortal, abrió su boca y se tragó a Iván.

Segundos después, se dio cuenta de que alguien cortaba la grama trasera de su patio. Fue una pesadilla.

Fotografía de Heber Vásquez y Rakicevic Nenad de Pexels no relacionadas con la historia.

3 comentarios:

  1. Vaya. Menos mal q se trató de un sueño. Pues me pareció una historia entretenida. Creo q nunca he escrito la palabra "imberbe". Felicitaciones!
    Saludos!!

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  2. Yo me sentí en el lugar y angustiada por salir y resultó pesadilla 😰

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  3. Muy bueno. Me atrapó de principio a fin. Felicidades Fígaro. 💯👌👏👏👏😉🤗

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