Cinco sujetos y una dama formaban parte de una peligrosa banda que logró asaltar con éxito dos camiones blindados, con un botín de 3 millones de dólares, en golpes realizados en zonas apartadas de la ciudad de Panamá.
Sin embargo, esa banda
tenía un jefe a quienes apodaban El Sol, un hombre con largo prontuario
delictivo, de sus 35 años, pasó casi nueve en la cárcel por diversos delitos y
era quien planificaba, además giraba las órdenes de las fechorías cometidas.
Se quedaba con la mayoría
del botín, mientras que la banda la integraban Tati (la mujer), Soco, Tachito, Moco
Rojo, Cabeza de Tornillo y Cara de Susto, así que como querían más dinero para retirarse
acordaron ellos mismos hacer un golpe sin El Sol.
Demoraron cuatro meses en
estudiar el recorrido de un camión blindado por Río Abajo, ya que consideraban
que era el mejor lugar para perderse porque la ruta de escape era la vía
Domingo Díaz y posteriormente esconderse en San Pedro.
Ya El Sol conocía del
plan de sus antiguos subalternos porque el maleante que les suministró las
armas, le sopló al conocido antisocial de lo que sucedería, aunque prefirió no
intervenir porque cuando los capturaran necesitarían protección en prisión y él
se las daría a cambio de plata.
En efecto, el plan fue
desarrollado, pero con el resultado de un guarda de seguridad herido, capturaron
a Cabeza de Tornillo y Tachito, así que estos cantaron y luego cayó toda la banda en su último
trabajo.
Fue una trampa de dinero,
eligieron asaltar al mediodía con mucho tráfico, en la ruta de escape se empezó
a reparar dos calles, lo que dificultaba la huida y fue un desastre.
Pero la policía también cargó
con El Sol porque informantes les dijeron a los investigadores que los capturados
eran de su grupo.
Durante el juicio, los
reporteros se dieron banquete con los detalles de los actos delictivos de la
banda y posteriormente el juez le metió 12 años de cárcel a cada uno, pero El
Sol se salvó porque no estaba involucrado.
Tati lloró cuando le notificaron
en la cárcel de Mujeres su sentencia, su abogado anunció apelación y el
Ministerio Público también porque quería a El Sol detrás de los barrotes.
Lo más irónico fue que a
ninguno de los sentenciados las autoridades les incautaron un solo centavo de los
asaltos anteriores, no confesaron dónde los escondieron y no había evidencias de
ser responsables de los otros delitos.
Mientras que la banda
cumplía sus sentencias, dos años después, a El Sol lo detuvieron por tener un arma
de fuego sin permiso y fue a parar al Centro Penitenciario La Joya junto con el
resto de los forajidos.
Guardó cana de seis años, luego salió de prisión, profesaba la fe de los Testigos de Jehová, daba dinero a la iglesia hasta que, por presiones de algunos hermanos, la abandonó y fundó un templo evangélico en Juan Díaz.
Así terminó la vida delictiva
de El Sol y a la espera de que sus antiguos camaradas salgan de la cárcel para saber
qué harán en el futuro.
Fotografías del Ministerio
de Gobierno y del Órgano Judicial de Panamá no relacionadas con la historia.
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