Triple apuesta


Sebastián Prado estaba dispuesto a atacar a su vecina, una fémina soltera, de 25 años, la que consideró la mujer de su vida y aunque estaba casado, con dos hijas, de cinco y ocho años, esto no fue impedimento para lanzarse a la conquista de la dama.

La cortejó, le enviaba flores, chocolates y versos a la voluptuosa mujer, residente en el piso de abajo del edificio donde vivía Sebastián con su familia, en Vía Argentina, Panamá.

Todo con don Juan, pero amarrado por una ceremonia civil con una hermosa fémina, casi una reina de belleza, pero dicen por ahí que al hombre mujeriego solo lo vence los hijos o la edad.

Cuando el nuevo levante, de nombre Nohemí, cayó en las garras del caballero, se le fugaba a su mujer con el argumento de reuniones laborales o clientes a quienes vendía mercadería de lujo.



No vivían mal, ganaba aproximadamente dos mil dólares mensuales, las comisiones doblaban su salario, su esposa era arquitecta, así que en el hogar ingresaban más de 5 mil dólares los 15 y los 30 de cada mes.

El hombre trigueño enloqueció con su blanca princesa amante, sin embargo, se guardó el secreto que padecía de trastornos bipolares, pero su esposa sí sabía la condición, lo aceptó y lo auxilió al conocerlo.

Con el pasar de los meses, su mujer Sheila, estaba cabreada de las infidelidades de su pareja, le puso el ultimátum de quedarse con quien se matrimonió o su amante.

El hombre escogió a Nohemí, se mudaron a un apartamento pequeño en Obarrio, lo que generó que sus ingresos fuesen reducidos y una demanda de divorcio por adulterio, una de las siete causales para realizar un proceso de separación legal a la velocidad de la luz.

La nueva pareja tenía un apetito sexual impresionante, no obstante, Nohemí no trabajaba, tenía gustos caros,  Sebastián empezó a gastar dinero como loco y a sacar de su cuenta de ahorros.

Las tarjetas de crédito en un año casi llegaron al límite, fue entonces cuando Nohemí descubrió el secreto de su marido y rápidamente lo despachó porque no cargaría con una persona con esa afección.



Un día llegó al apartamento para descubrir que lo mudaron, Nohemí lo abandonó y desapareció.

Sebastián intentó reconciliarse con Sheila, pero su exesposa lo rebotó como una pelota de voleo.

El hombre terminó con deudas hasta el cuello, solo, sin esposa y el afecto de sus hijas, porque hizo una triple apuesta y perdió.

Fotografía de hombre cortesía de Alena Darmen y mujer de Moose Photos de Pexels.

Comentarios

  1. Eso es lo que les espera a los infieles. No valoran a buenas mujeres y quedan pasando trabajo con las que no sirven.

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