Luego de terminar la novela con este título, John White descubrió quién era el responsable de la muerte de Arthur Green, un exgerente de una tienda de departamentos en Temecula, California.
Pasaron dos años desde su fallecimiento, en su cuerpo
hallaron restos de fentanilo una potente droga y los investigadores
argumentaron que se trataba de una sobredosis que sufrió la víctima.
La novela El ángel de Temecula contaba la historia de un hombre asesinado
con pequeñas dosis del peligroso fármaco en bebidas y alimentos, lo que no
causaría sospechas del fiscal de ese distrito californiano.
Aunque el homicida logró escabullirse de la ley, John
encontró todas las posibles evidencias circunstanciales porque antes de morir
la víctima cambió la póliza de seguros de vida, por un millón de dólares, de su
esposa Hellen a su amigo Louis, algo extraño.
El investigador convenció a su jefe de una exhumación
para encontrar más pistas al cuerpo del administrador, aunque en un principio este
último lo consideró un caso cerrado, aceptó los argumentos.
Quizás de un novato que buscaba fama, sin embargo, John
cortó el delgado hilo que existe entre la literatura y la realidad o hacer real
o irreal.
Una pista de locura, no sabrían si el juez aceptaría
la petición, la familia del muerto no quiso, pero al final el funcionario
judicial ordenó un nuevo examen al cadáver.
Encontraron pequeños rastros de psilobicina, una droga
que se extrae de un hongo y fentanilo.
También había retrato hablado de un sujeto rubio, ojos
azules con poco cabello, nadie lo conocía, ni lo habían visto. Quizás el autor
o sabía algo.
John se fue a casa de Hellen a preguntar, al tocar la
puerta se impresionó con el caballero que abrió, su faz era similar al retrato
hablado, cuando interrogó el hombre se identificó como Marc Sullivan, un
jardinero.
La viuda lo recibió, le ofreció café, John pidió ir
al inodoro, cuando entró llamó a la estación y pidió refuerzos.
A los 20 minutos, cuatro patrullas rodearon la casa,
se llevaron a Marc y a Hellen, los interrogaron en cuartos separados, hasta que
la mujer confesó ser la autora del delito, el hombre le suministraba la droga y
Louis el intermediario para cobrar el seguro y partirlo en mitad con la dama.
John se rascaba la cabeza en el juicio, Hellen Withe
era la autora de la novela, actuó como lo redactó en la obra.
A Marc le dieron diez años por distribuir sustancias ilícitas,
mientras que a Hellen y Louis cadena perpetua sin posibilidad de salir en
libertad condicional por homicidas.
La mujer de 40 años y su amante de 30 pasarían
encerrados el resto de su vida, pero ella no tenía necesidad porque vendió 200
mil ejemplares del libro en sus tres primeros meses, aunque se convirtió en real asesina de El ángel de Temecula.
Fotografía de Temecula cortesía de Dreamstime y droga
de Pixbay en Pexels.
Nadie escapa de la justicia.
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