Nadie dentro del famoso club del poder económico de Panamá se sorprendió cuando expulsaron a Gabriel Ivanov por actos inmorales un fin de semana en momentos que sus afiliados, entre ellos adolescentes y niños, disfrutaban de las diversas actividades.
El caballero era bisnieto de un ruso que huyó de la
antigua Unión Soviética, se instaló en Colón y luego en la capital panameña, se
juntó con unos griegos y empezaron a contrabandear mercancía de la desaparecida
Zona del Canal.
Así logró amansar fortuna, se casó, contra la voluntad
de la familia de Amanda Díaz, socia del club y así logró entrar a la sociedad
prestigiosa donde muchos quieren ser miembros, aunque no todos pueden.
Entretanto, los socios anonadados porque Gabriel gozaba de
las felaciones realizadas por una amiga sudamericana, lo grabaron en video, le
tomaron fotografías y el masculino ni les prestó atención.
Y es que el macho, es el reflejo de una sociedad en
decadencia y un grupo poderoso que poco alcanza el brazo de la ley por tener
conexiones políticas, económicas y sociales.
Extensiones fiscales, donantes de campañas políticas,
contactos en el exterior, exprimir al Estado panameño, casi dioses o seres que nadie
le pone un dedo encima para evitarse problemas.
Gabriel vive de las acciones que tiene su familia en
varias empresas, trabaja en un banco de sus parientes, su salario es simbólico
porque no le falta plata ni se preocupa porque le cortarán la energía eléctrica
o el internet.
Como le daba igual, la chica seguía con su trabajo, el
caballero fumaba un cigarrillo y bebía vino tinto de a 15 dólares la copa.
Lo miraban con odio y rabia, quizás alguno de ellos se demandaban entre si judicialmente por hacer asambleas brujas
de accionistas para despojarse de las acciones, compañías o tierras.
De todo un poco porque los locos, drogadictos, pedófilos
y pillos no solo los encuentras en El Chorrillo, Juan Díaz o Barraza, sino
entre la alcurnia o los que mandan en Panamá.
Gabriel tomó su notificación de expulsión del club, no
se ocultó como otros que evitan ser informados cuando los sacan por falta de
pagos a las cuotas y se fue en su lujoso carro a su residencia.
Su delito fue actuar en público, argumenta que quienes
lo critican hacen peores cosas en sus fincas o casas de playas, mientras que
algunas damas le son infieles a sus esposos y salen en la televisión
promoviendo valores.
Al hombre no le interesa nada. Todos son seres
humanos, lo que demuestra que, tanto el individuo que vive en una choza como
los que residen en palacetes, pecan a montón.
Imagen de mansión cortesía de Oleksandr Pidvalnyi de Pexels.
Fuerte, pero es la realidad 😱
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