Los compañeros de las clases de teatro en La Chorrera, Panamá, pensaban que un día Silvio y Silvia se arrojarían los guiones porque las rabietas entre los dos eran constantes.
Faltaba poco tiempo para terminar el taller de seis
meses de clases sabatinas, sin embargo, las discusiones, miradas de odio, indirectas
y directas, no se detenían entre los aspirantes a actores.
Alberto, el profesor de artes dramáticas, los
reprendía a cada rato, aunque fuera del escenario rompía a reír ante las
pataletas de Silvio y Silvia.
Silvio, soltero de 27 años, sin hijos, ingeniero en
sistema de profesión, amaba el arte y solo quería satisfacción personal,
mientras que Silvia, abogada, de 25 años, divorciada, con una niña de dos años, llena de
complejos, baja autoestima y cierto grado de paranoia.
Cuando reñían sus camaradas no intervenían, solamente
observaban la forma como intercambiaban miradas directamente hacia sus pupilas,
así que el dueño del teatro tuvo que intervenir con amenazas de expulsión de
los dos si continuaban.
Ella era excelente al bailar, sus movimientos corporales
dejaban boquiabierto a los alumnos, sus manos nevadas eran aves, su sonrisa tan
cautivadora y sus ojos semejantes a un
mar sereno.
Silvio, de raza negra, cautivaba con sus cambios
vocales, ayudaba a sus compañeros a ejercitarse para respirar con el diafragma
e impostar la voz.
Las peleas terminaron, sin embargo, Alberto escribió
una nueva obra para la graduación titulada, Sombras de
tristeza, en la que una chica es abandonada por su novio y la sociedad la
cuestiona.
Silvia fue la protagonista y Silvio quien rescata a la
damisela de las garras de la melancolía, lo que sorprendió al resto de los
actores porque sabían que ambos se detestaban.
Juntar el agua y el aceite fue la solución perfecta
porque trabajo es tal, las peleas no llevan nada bueno, los ensayos se
hicieron, los principales solo se hablaban para el entrenamiento hasta que la
obra fue puesta en función.
Repleto de familiares, amigos y desconocidos para los
nuevos actores, la obra se puso en escena y fue todo un éxito.
Terminó todo, hubo, aplausos, palabras de los
protagonistas secundarios y estelares, lágrimas, abrazos y momentos de
compañerismo.
Silvio y Silvia se retiraron, nadie sabía dónde estaba
hasta que el Alberto los vio escondidos, tomados de la mano, se miraban como adolescentes y
posteriormente se besaron intensamente.
Zorro viejo sabe mucho, Alberto muy astuto, sabía que
ese odio era amor disfrazado y cuando la pareja se dio cuenta que fueron
pillados solo sonrieron.
La línea entre el odio y el amor y viceversa es
delgada en extremo.
Fotografías cortesía de Cottobro Studio en Pexels.
Esos que pelean mucho, siempre quedan enamorados 😍🤣
ResponderBorrarEntre el amor y el odio surgió la historia de la pasión. Ahora estarán de luna de 🍯miel 🤣😍💘
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