El maizal de Guararé

Fito, Culo de Pato y Camarón escucharon un silbido peculiar mientras se encontraban en un maizal de La Enea, distrito de Guararé, provincia de Los Santos, Panamá, donde se internaron para hurtar maíz y luego venderlo para ir a un baile de Dorindo Cárdenas.

La noche era muy estrellada, oscura, un novilunio impedía la visibilidad, aunque los campesinos pobres usaron linternas para guiarse por el camino con abundante grano que le daría dinero para ver chicas lindas, comprar tragos y bailar en Guararé centro.

El primero en asustarse fue Culo de Pato, sus verdes ojos danzaban por segundos en busca de quién emitió el sonido, Fito les advirtió que era la bruja porque se escuchaba lejos y Camarón, a punto de hacerse caca en sus pantalones.



La finca era de don Evaristo, un hombre que luchó para comprar tierras con el fin de cultivar, maíz, arroz y criar ganado.

En Guararé decían que el agricultor fue víctima de varios delitos contra sus animales y cosechas, por lo que aplicó los correctivos necesarios para que no le robaran más.

Como estaba cabreado, se narraba, que hizo pacto con una bruja para que vigilara a quienes se atrevieran a ingresar a sus tierras y llevarse lo que tanto le costó al caballero sembrar.

Entretanto, los tres jóvenes sabían la leyenda, no creyeron, se internaron, consiguieron el producto del agro y cuando iban por el último viaje escucharon el silbido, Culo de Pato soltó el saco para huir.

El trío perdido, las linternas no servían, no encontraban el camino, de pronto se oyó una risa, de nuevo el silbido, Camarón dijo que vio algo en el aire como un sombrero de paja, puntiagudo y lo que parecía ser una escoba.

—Te dije que no viniéramos porque la bruja nos agarraría—, le comentó Fito a Culo de Pato, el instigador a hurtar el maíz.

Corrieron como 700 metros al norte, donde aseguraron haber dejado el furgón para transportar el fruto del delito, sin embargo, no hallaron la ruta de escape porque la bruja hizo su trabajo.



Se hicieron las tres de la madrugada, seguían dando vueltas, Fito se orinó en el pantalón del susto, posteriormente los tres se sentaron a llorar entre el maíz y luego oían el sonido de la bruja muy lejos.

Era la evidencia que ella se encontraba cerca de los caballeros, no obstante, volvieron a correr, anduvieron, cayeron al suelo y el cansancio los traicionó.

Al salir los primeros rayos del sol, Camarón vio el carro, despertó a sus amigos, corrieron, miraron los sacos llenos, no corroboraron su contenido y llegaron a Guararé centro a los 20 minutos.

La felicidad de coronar con el maíz desapareció cuando abrieron el primer costal y se percataron que salían gusanos. Todos tenían lo mismo.

No hubo baile, ni mujeres, ni tragos y se jodieron porque lo que mal empieza mal termina.

Fotografía de la bruja cortesía de Thirdman de Pexels.

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