Plantada, pero no derrotada

Sorprendidos, enojados, cabreados, tristes y furiosos estaban los familiares de María Victoria Huertas, una bogotana de 25 años, novia del estadounidense Arthur Castle, con quien se casaría en una ceremonia católica, tras un noviazgo rápido de tres meses.

La novia, con su fabuloso traje blanco, con finos encajes, una cola de un metro y medio de largo, lloraba, mientras la concurrencia observaba cómo se destruía la vida de la ingeniera en sistemas, en la iglesia de Cristo Rey, ubicada en la calle 98 con Carrera 18#23, en el norte de la capital colombiana.



Pelinegra, ojos verdes, delgada, su belleza no ocultaba el océano en sus pupilas, luego de sentirse burlada, humillada, mancillada y abandonada.

El extranjero sencillamente no se presentó en la iglesia, no se comunicó con su prometida, ni sus familiares, la tierra se lo tragó o abandonó el territorio colombiano a escondidas.

Para el 2009, los secuestros en ese país se redujeron notablemente, por lo que cuando se comunicaron con un funcionario consular de la embajada de Estados Unidos, dijo no saber nada de su paisano, así que se dudaba de una privación de libertad.

Sin embargo, María Victoria le sacó el cuerpo de la situación, se quitó la corona y el velo, les informó a los invitados que la fiesta se realizará con o sin el novio, no importara que la dejasen plantada en el altar.

Todos cargaron a un salón del Hotel Tequendama porque sus padres eran oficiales de la Armada Nacional, así que allí se desarrolló un rumbón.

La dama se secó las lágrimas, se cambió de ropa, borraron el nombre de Arthur en los letreros de felicidades para dejar solo el de la novia.



Bailó con sus padres, su hermano, quienes iban a ser los padrinos, vecinos, antiguas compañeras de la Universidad San Judas Tadeo, donde se diplomó como ingeniera en sistemas y con otros invitados.

Se pegó una juma, disfrutó, no obstante, solamente lloró en la habitación del hotel que reservó.

Lo que sería la luna de miel en San Andrés, se convirtió en un periplo para meditar sobre su futuro. Viajó sola, pasó las verdes y maduras, posteriormente retornó a sus faenas laborales.

María Victoria tardó dos años en enterrar ese suceso, con el tiempo se encontró con un antiguo compañero del colegio La Salle de Bogotá, con quien se empató y se casó.

A la fémina la dejaron plantada, pero no derrotada.

Fotos cortesía de Oleksandr Pidvalnyi y Picjumbo de Pexels.


1 comentario:

  1. Así es, las mujeres somos fuertes y cuando nos lastiman pasamos la etapa del llanto y seguimos adelante 💪

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