Los agentes de policía no se daban abasto ante la muchedumbre que corría para salvar sus vidas, se escuchaban disparos de las pandillas rivales, balas que salían de las armas automáticas que solo el Estado debe poseer, de acuerdo con la ley panameña.
Sin embargo, los antisociales no le temen ni a la
muerte, menos a la ley, así que una pelea por un punany, desató que las bandas Los
Santos, de San Miguelito, y Los Demonios, de Juan Díaz, se enfrentaran.
El lugar donde se registraron los hechos fue en los
estacionamientos del estadio Rommel Fernández, alquilado para una gigantesca
fiesta de Año Nuevo, con seis intérpretes de la famosa plena o reggae en
castellano.
Jóvenes de todas las edades corrían, un pandillero se
cubría con una de las inmensas bocinas y luego abría fuego con su fusil ruso AK-47,
gritos, tropezones, sangre y olor a pólvora.
La policía intentaba dirigir a la gente y salvar sus
vidas, sus glocks no servían para contrarrestar las armas automáticas, obtenidas
de forma clandestina por los maleantes.
Botellas y latas de cervezas, de licor fuerte,
paquetes de cigarrillos, envases de espuma comprimida para alimentos, de
gaseosas en plástico, bebidas energizantes, cigarros de marihuana, bolsas de
hielo derretida y gran cantidad de papel adornaba la terrorífica zona.
El resultado del oeste de cemento fue de seis muertos
y 23 heridos, cuatro de ellos de gravedad que luchan por su vida en el
nosocomio.
Una forma muy distinta y sangrienta de recibir el Año Nuevo,
te alistas en tu casa, con perfume, damas con ropas seductoras, con aspecto
recién salido de la peluquería para terminar en la sala urgencias de la clínica
JJ Vallarino, de Juan Díaz.
Los varones con sus ropas de moda de estreno, perfumados,
sus cortes de cabellos modernos con figuras de deportistas y dinero en la
cartera para la conquista.
Claro, nadie se arranca limpio porque si le caes al
sexo contrario y no tienes para invitarla una bebida, entonces mejor quédate en
casa, así ahorras dinero, más una ida al hospital o al cementerio.
Terminaron los disparos, los seis cuerpos en el suelo,
la sangre se mezcla con el cemento, son las cinco de la mañana, las estrellas
brillan y el cuarto menguante apenas ilumina la esperanza de salir del susto.
Heridos en el suelo, ayudados por amigos o
desconocidos, el sonido de las ambulancias se oye desde lejos, las luces de las
patrullas de la policía dejan ver algunos rostros de asustados.
Lo único agradable es la temperatura de 24 grados Celsius
que pocos descubren porque el calor del terror no les hace sentir el fresco
amanecer.
Muy escurridizos, los pandilleros se mezclan entre la
multitud y se escapan para dejar una sangrienta celebración.
Imagen de la JJ Vallarino, cortesía de la CSS de Panamá
y la escena de sangre de Dreamstime.
Fuerte historia 🥺
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