Mi primer maestro

 Corría casi la mitad de los años 90, era un joven imberbe, estudiante de periodismo y con muchos deseos de aprender a lo que más me gusta o escribir.

Laboraba como mensajero interno en el Departamento de Relaciones Públicas del Congreso de Panamá, lo que se conoce como Asamblea Nacional de Diputados.

Aprendí a escribir en máquinas manuales Olympia, pero estaba la transición a las eléctricas y mientras practicaba en una de estas últimas, llegó un señor como de 42 años, delgado, blanco, cabello negro, vestía pantalón negro y una camisilla blanca.

Me preguntó lo que hacía.

-Escribiendo-, respondí.

No me dijo más nada, siguió su camino y al día siguiente lo vi en la mañana fumándose un cigarrillo.



Como soy fumador, entré por esa puerta porque ya sabía que se trataba de Robert Kirk Fernández, periodista, exdirector de varios periódicos y un filólogo ultraconservador.

Al revisarme mi primer artículo, arrugó la página, me miró con caras de pocos amigos.

-Si quieres escribir bien, debes leer mucho más de lo que haces ahora-, me aconsejó el caballero.

Luego se desarrolló una amistad irrompible entre el maestro y el alumno. El estudiante de periodismo de segundo año y el experto en la lengua castiza.

Tras 28 años de ese encuentro, soy un hombre maduro de 53 años, mi maestro tiene aproximadamente 72, vivito, lúcido y aún es quien me corrige los manuscritos, documentos que vienen de vuelta con revisiones en rojo y sus chistosos comentarios.

A pesar de ser un gruñón de primera categoría, Robert nunca me hizo una grosería o algún maltrato profesional.



Hoy soy periodista, con un largo recorrido de labor en la radio, tv y periódicos, seis títulos públicados en Amazon, ultraconservador de la legua española y declarado enemigo de los anglicismos.

Muchas de esas influencias se la debo al profesor Robert Kirk Fernández, hoy retirado ya en su casa con su familia.

Después tuve otros maestros como Juan Pritsiolas, actual director del diario Crítica, pero siempre me recuerdo del viejo gruñón, amoroso y excelente maestro que es Robert Kirk Fernández.

¡Mil gracias Robert Kirk!

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario