Carlos Eduardo era un panameño que se fue a vivir a Bogotá para trabajar en una empresa petrolera, tras estudiar en la Universidad de Bucarest, Rumania. Se llevaría la sorpresa de su existencia allí.
Como en Panamá nadie le daba trabajo como ingeniero
petrolero, un amigo suyo lo ayudó para obtener la plaza laboral y se fue a la cosmopolita ciudad sudamericana.
Le fascinó el clima, los edificios de ladrillos, la
autopista Norte, Chicá, la Zona Rosa, la Circunvalar, la Séptima, el ajiaco y
las numerosas actividades culturales, pero además le encantaron las mujeres.
Soltero, sin hijos, a sus 26 años, de tez canela, de
mediana estatura, cabello lacio, medio atlético, ganaba un salario de seis
millones de pesos al mes, lo que en el 2004, al cambio, eran tres mil dólares, más
un apartamento en Cedritos y viáticos para los trabajos de campo.
El lugar favorito de Carlos Eduardo era Aguapanelas de
Cedritos, cerca de su casa, también le encantaba arrancarse en Bogota Beer
Company, de la calle 85, donde cazaba lindas chicas.
Durante uno de esos arranques en Bogotá Beer Company
de la 85, conoció a Diana Carolina, rubia, de ojos verdes, delgada, senos
pequeños y sonrisa atractiva, pero una tigresa de proporciones mayores.
El flechazo entre la dama, oriunda de Antioquía, y el
istmeño fue de inmediato.
Ella lo entrenó en el cambio de monedas, lo llevó al
Monserrate, al parque Jaime Duque, al Castillo Marroquín de Chía, al Parque del
Rock y otras zonas de esa bella ciudad.
Todo iba viento en popa hasta que en una reunión
laboral conoció a Ana Milena, caleña, de piel canela, voluptuosa, ojos pardos,
cabello lacio y de mediana estatura.
Carlos Eduardo comenzó a perdérsele a su novia para
fugarse con la caleña a bailar salsa, ya que la fémina era una maestra en ese
ritmo, como muchas personas oriundas de Cali.
La “paisa” sospechaba que su pareja extranjera le
ponía los cuernos, no tenía evidencias, sin embargo, decidió visitarlo un
sábado casi a media noche a su apartamento.
El caballero se encontraba “bicicleteando” con la caleña cuando sonó el citófono.
Del otro lado, el vigilante le informaba que su
novia lo buscaba, Carlos Eduardo le respondió que le dijera que no estaba, pero Diana Carolina insistió hasta que el hombre bajó.
Se formó una discusión de proporciones mayores entre
la pareja y a la que se unió la caleña, lo que transformó el disturbio menor en
dos contra uno.
Dos féminas engañadas y juntas es peor que una manada
de hienas con hambre de una semana, así que entre las dos lo amarraron con unas pañoletas, Ana
Milena sacó una tijera de la cartera, le cortó el cabello y lo encueraron.
Posteriormente, llegó la policía, cargó con los tres a
un CAI (Centro de Atención Inmediata) y luego a un juzgado nocturno.
Todo fue filmado por un camarógrafo de City TV,
noticia que divulgaron en el segmento “Así Amanece Bogotá” el lunes en la mañana y que vieron los
ejecutivos de la empresa Ecopetrol, donde laboraba el panameño.
Tres días después, Carlos Eduardo aterrizaba en el
aeropuerto de Tocumen, sin trabajo porque lo botaron, por dar mala imagen a la
empresa, mientras que la caleña y la paisa se hicieron compinches.
El engaño de un hombre las hizo casi hermanas y el masculino gozó de su aventura colombiana solo cuatro meses.
Ja ja ja no pensaba reírme tanto
ResponderBorrarPobre Carlos Eduardo 🤣🤣 se le juntó el ganado 🐂🐂🐂
Que bonita la manera de escribir. Me reí como nunca.
ResponderBorrarEso le pasó por perro 🐶 hombresss al fin 🙄
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