Cuando el amor se va

 Quizás no haya palabras para describir el sentimiento de tristeza, melancolía, sufrimiento de momentos más tensos y dolor que cuando un amor se va.

 

No me refiero cuando alguien amado muere, sino en momentos en que el corazón queda destrozado por las famosas palabras: “adiós”, “ya no más”, “se acabó”, “no podemos seguir juntos” y otras que ya todos conocen.

 


Ni las rumbas, ni la cerveza, güisqui, vino, tequila o alguna otra sustancia hará olvidar todo ese tiempo, ya sea corto, mediano y largo de la persona con quien se compartieron tantas anécdotas.

 

Por el contrario, cualquier borrachera hace recordar más los momentos que resuenan en la cabeza como miles de átomos que estallan. ¿Volverte a ver? Difícil porque nada dura para siempre e incluyo la propia existencia porque lo único seguro en este mundo es que moriremos.

 

¿Es posible reparar una relación rota? Para mí una soga que se rompe y vuelve a reatar no queda igual y se desatará tarde o temprano.

 

Sin embargo, el mejor antídoto es la escritura, versos, poemas, cuentos, novelas u alguna obra de teatro.

 

Plasmar nuestro sufrimiento, recuerdos de aquellos besos, escapadas clandestinas, miradas tímidas, presentaciones impertinentes (cuando alguien no sabe cortejar una pareja y quiere conocerla) y encuentros casuales.

 

Un ósculo, cruce de pupilas, sentir que la tiembla bajo la tierra mientras se hace el amor, lágrimas, risas, gritos, tensiones y combinar el idioma del corazón junto con el abecedario.

 

No hay nada más gratificante que escribir, independientemente del sentimiento, aunque para otros es el momento cúspide de la fase de la luna, en la cual viene el diluvio de la inspiración.

 

“Ama las letras porque ellas no muerden” es mi lema porque las adoro y de muchas vivencias personales o profesionales nacieron algunas de mis novelas o cuentos.

 

¿Qué opina usted, respetado lector?

 

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