Vender libros en Panamá es como abrir un bar en Irán (II)

 

Cuando el lector mira un libro lo más probable es que no tenga ni idea del engorroso proceso que debe pasar, ya sea un texto escolar o literario, incluso un periódico, revista, semanario o medio impreso.

Una obra literaria no es soplar botella porque es una cadena que inicia con la imaginación, la narración, la ortografía, sintaxis, borrar, volver a empezar, cambiar capítulos, dejarlo descansar y también el famoso bloqueo que no es otra cosa que cuando la cabeza se cierra las teclas ni se miran.



Terminado el manuscrito o borrador, pasa al corrector, posteriormente que este termina, regresa a donde el autor para checar las revisiones, se deja un tiempo y otra vez a buscar gazapos. ¡Todo un esquema burocrático, pero necesario!

Finalmente, la portada y contraportada que enganche (generalmente) una buena portada como un título de la obra, es como el titular (perdonen la redundancia) de una noticia que debe “enganchar” al público.

 En el caso de los literatos independientes, pagan su propia impresión porque no laboran con editorial. Se debe contratar un diseñador para la portada y contra (alguna alma caritativa puede hacerle el favor gratis), luego imprimir y hacer el cabildeo para  lanzar la  obra. 

Impresión cara

En Panamá un tiraje de 200 ejemplares de una novela de 200 páginas, puede costar entre mil 360 dólares o mil 200 dólares. En Colombia, esa misma cantidad de impresión le cuesta aproximadamente 460 dólares, con flete pagado y la imprenta se lo coloca en la puerta de su casa.

Con lo que en Panamá se tiran 200 novelas, en Colombia se imprimen 600 ejemplares. Una enorme diferencia.

Al final del camino, el escritor si la coloca en las librerías, que forma parte de la cadena literaria, ellas se llevan entre el 10% y el 40% de las ventas, sin embargo, solo las ponen en los anaqueles, por lo que le corresponde al escritor el trabajo de mercadeo y eso será tratado en el siguiente artículo.



Usted lector, ya sabe la razón del elevado precio de los libros en Panamá y, tome en cuenta, que se venden gota a gota, ya que se estima que el 90% de los 4.5 millones de habitantes de Panamá no compran ni una sola obra literaria.

Sigo con mi famoso chiste de “Vender libros en Panamá es como abrir un bar en Irán”. 

He escuchado por ahí que los artistas son unos locos, incluyendo los de las letras. Quizás sea cierto, pero pensamos distinto, intentamos cambiar vidas, crear conciencia y amamos este trabajo. ¿Usted qué opina?

Continuará…

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario