El inolvidable Atá y un sistema segregado

 

Anabelle, Anabelle,

You can go to the heaven

And me go to the hell.

 


La primera vez llegó a mis manos en 1983, pero la rechacé por no estar de acuerdo en la forma como se enseña literatura en los colegios y seis años más tarde sí logré disfrutarla.

Adoré a su personaje Atá, el chombo-blanco de la novela Los Forzados de Gamboa, del escritor panameño, Joaquín Beleño (1922-1988), cuya obra me hizo recordar los años de mi niñez en el corregimiento de El Chorrillo y que limitaba con la antigua “quinta frontera” o  la desaparecida Zona del Canal.

Atá un birracial, mezcla de padre pelirrojo con mujer negra, como muchos panameños, fue el epicentro de una injusticia y un sistema de círculo de plata para los nacionales y negros y el círculo de oro para los estadounidenses blancos, con mejores salarios, viviendas y beneficios.

Beleño nos desnuda una triste realidad que no conocen las dos últimas generaciones o tribunales de justicia donde jueces blancos dictaban duras sentencias contra negros o panameños.

Una de ellas era dos años de prisión por tumbar mangos o disparos a los cazadores del antiguo poblado de Paja (hoy Nuevo Emperador en Arraiján) y que limitaba con la Zona del Canal.

Atá y Anabelle se amaban, él nunca la forzó a nada, ni la violó, solo que en esa época era imposible que una mujer blanca se empatara con un negro, debido a que el sistema racial separado así lo exigía.

Solo una pluma de oro como la de Joaquín Beleño, quien conocía la historia de Lester León Greaves, pudo plasmar en la novela todas las penurias de un sistema importado desde Estados Unidos.

Había cafetería, cines, viviendas, fuentes de agua, supermercados, salarios, escuelas, parques, cárceles y centros de diversión para ambas razas, algo que no ocurría del otro lado de “el límite” o Panamá.

Incluso Beleño denuncia el poco interés de las autoridades panameñas en exigir derechos a los panameños y ellos mismos entregaban a la policía zoneíta a los nacionales requeridos.

La pasión Greaves por Anabelle le costó quince años de prisión, de los 50 años a los que fue condenado y su novia fue enviada a los Estados Unidos para tapar la vergüenza de tener un chico negro panameño.




Sin embargo, Beleño, cubrió la historia como periodista y decidió contar lo que sucedió en su obra publicada en 1960, cuando aún prevalecía ese sistema segregado en la Zona del Canal y Estados Unidos.

Atá murió en la novela, muchos años después Greaves se nos fue por un infarto, pero para los lectores está  en los recuerdos imborrables de los pocos nacionalistas que quedamos, quienes conocimos la Zona del Canal y su policía zoneíta que te correteaba cuando tumbabas mangos.

El célebre protagonista en Los Forzados de Gamboa,  me inspiró físicamente  mi personaje Leandre Bergés, en mi novela El Exorcista de Vacamonte, haitiano, pelirrojo de cabello afro e hijo de un soldado estadounidense durante la ocupación de EE.UU. en Haití (1915-1934).

La historia jamás podrá ser enterrada porque con obras como las de Joaquín Beleño, nacen otras o nos inspiramos en personajes íconos de la injusticia como Lester León Greaves o el siempre recordado Atá.

Hoy la Penitenciaría de Gamboa tiene el nombre de Centro Penitenciario El Renacer. 

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