Publicar literatura y morir

 








En tiempos de pandemia es poco probable que haya garantías de un futuro y reducidas esperanzas de un mañana, por lo que no sabremos quiénes vivirán o los que sobrevivirán al Covid-19.

Mientras estaba con mi contrato suspendido escribí un manuscrito titulado “La casa pifiosa” que narra la historia de tres parejas atrapadas en una mansión de 6 mil metros cuadrados de terreno en El Valle de Antón, provincia de Coclé.

El borrador fue terminado el 10 de junio, cuando el cerco sanitario y las restricciones de movilidad llevaban menos de dos meses y el mundo se contagiaba del famoso bicho endemoniado poco a poco.

En “La casa pifiosa” también queda atrapado un indígena, personaje llamado Amable Ábrego, gigantón, fortachón, guapetón y de alta estatura, cuya vida cambiará por el encierro.

Considero que había que narrar o contar una historia de lo que pasó en mi natal Panamá y el mundo, debido a que debe haber un legado para el futuro y para cuando pasen 20 o 30 años quede plasmado lo que sufrimos, perdimos, lloramos y vivimos.

Y como no hay un mañana garantizado para nadie, decidí que este 29 de enero de 2021, la publicaré en la plataforma de Amazon Kindle para que los lectores de mi nación y otras, se enteren de cómo fue el encierro y lo que hacen los protagonistas de la novelette.

No hay otra opción que publicar porque para eso creamos historias y es con el fin de divulgarlas para que los lectores sean jueces de nuestros inventos literarios, nos amen, nos odien, nos critiquen o nos elogien.

Para ellos trabajamos porque sin los miles de lectores mundiales los escritores no existiríamos, por eso mi campaña en Panamá de “Ama las letras porque ellas no muerden”, ya que deseo que en mi país se incremente el hábito de la lectura.

Cosas de la vida porque hay un futuro incierto, aunque quedarán las narraciones, crónicas, novelas, cuentos, obras de teatro, canciones y óperas que dirán los hechos.

Saludos del escritor de Vacamonte.

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