Apostasía

Setareh Kazemi estaba en un hotel de la capital panameña, prisionera junto con otros paisanos suyos, algunos chinos, pakistaníes, indostanes y afganos.

Todos fueron deportados de Estados Unidos en un avión militar, como lo prometió el presidente de extrema derecha Donald Trump.

Veinticuatro meses antes, la mujer de 27 años, abandonó la ciudad de Urmía a través del lago del mismo nombre, entró clandestinamente a Azerbaiyán, de allí pasó a Turquía por carretera, lo que le abrió la puerta para viajar a México.

En tierras mexicanas cruzó a Arizona, estuvo a salvo durante unos meses hasta que una vecina anglosajona la denunció al ICE o Migración y Aduanas,  la metieron a una celda mientras su estatus de asilo político era definido.



La dama se convirtió al cristianismo doce meses antes de abandonar Irán, su preocupación no era que el gobierno la persiguiera, por el contrario, había tolerancia de ellos, no obstante, los grupos radicales islámicos no le perdonarían su afrenta de ser conversa.

El Corán en ninguna parte establece un castigo para quienes abandonen la fe musulmana, aunque sí los extremistas que piden desde el escarnio público hasta la muerte para los que cometen apostasía.

Así que Setareh, estaba entre la espada y la pared, si era deportada a Terán, corría el riesgo de ser asesinada por los grupos fundamentalistas no solo de su país sino de todo el Medio Oriente.

La mujer se deja fotografiar desde la ventana de su habitación con otros deportados, se nota en sus ojos pardos el terror de lo que podría esperarle, aunque no es seguro, siempre hay riesgo.

Se desata el escándalo, el mundo se entera de la situación de Setareh y varios migrantes deportados o chivos expiatorios de la administración radical y ultranacionalista de Trump que son enviados a otros lugares.



Algunos vuelven a su tierra de forma voluntaria, no obstante, la fémina persa desaparece como agua en coladero, no se sabe si la enviaron a Darién a un campo con otros migrantes con un futuro incierto.

En cada religión hay radicales y la historia lo demuestra.

Las cruzadas fue una de ellas, los católicos asesinaron a miles musulmanes y judíos, las matanzas entre indostanos y pakistaníes por temas divinos, la famosa noche de San Bartolomé en Francia de 1572 cuando los hugonotes (protestantes) fueron masacrados  por fanáticos católicos.

Se suma los juicios y ejecuciones de la Santa Inquisición en Europa y América, por lo que no es de extrañar que los islamistas también asesinen en nombre de la religión.

En semanas todo será olvidado, nadie recordará a Setareh y la suerte de sus próximos meses en Irán o donde la hayan enviado.

¿Cuántas más Setareh existirán en el mundo? Que tristeza, pero no hay respuesta a esa pregunta.

(Historia ficticia basada en el caso de la deportada iraní Artemis Ghasemzadeh).

Fotografías tomadas de internet.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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