El mensaje de mi abuela

Casi todos dormían o estaban ebrios, tras la fiesta, el sueño huyó de mí y de pronto recordé lo que mi mamá me dijo que por nada del mundo ingresara a la habitación de mi abuela y que nunca conocí en persona.

Aproveché la oscuridad de la noche, las estrellas brillaban con intensidad a través de la ventana, la brisa estremecía las cortinas y helaba mi mente, sentí de pronto un terremoto en mis manos sudorosas.



Di pasos lentos para no despertar a nadie, uno de mis tíos, dormido y borracho en la alfombra de la sala, giré mi cabeza atrás, mi primo en el sofá grande acostado bajo los efectos del licor y daba la impresión de que gozaba de una plática con Morfeo.

Respiraba muy profundo, las gotas de sudor recorrían mi frente, anduve de nuevo a pasos de plomo y recorrí la propiedad de mi familia en Palenque, Colón, Panamá.

Una boda de mi primo atrajo a toda la familia, mi abuela falleció antes de que yo naciera, pero poco se hablaba de ella en casa, solo escuché una vez que en su juventud era una bruja.

Sabía cuál era el cuarto de mi abuelita, de cabellos color nieve, arrugas pronunciadas, frente grande y mirada misteriosa, rasgos que solo vi a través de varias fotografías que me mostraron.

Decidí quitarme las chancletas para no provocar ruido, apenas se oía brisa de los árboles, los perros estaban como silenciados, las vacas y caballos congelados en el tiempo.

Solo faltaban dos habitaciones para llegar a la de mi destino, desde que murió hace quince años, su pieza fue cerrada con llave, nadie entró, mi madre me dijo que todo quedó allí, sus libros, ropas, zapatos, fotografías con mi abuelito y otras pertenencias.



El viento se hizo más fuerte, jugaba con mi camisón y mis negros cabellos los colocaba en mi frente, los movía para mejorar mi visión, di la vuelta nadie me descubrió y quería saber qué había allí.

La puerta estaba frente a mí, introduje la llave, el óxido provocó que hiciera ruido, moví la cabeza atrás, todo bien, logré derrocar el viejo cerrojo, di pasos de tortuga, tomé el móvil y puse la luz.

Mucho polvo, telarañas, libros, una cama con una sábana de rayas, las pantuflas de la mamá de mi madre, cuadros de la familia y cuando alumbré hacia un escritorio cerca de la ventana lo inesperado.

Me tapé la boca para no gritar, una mujer escribía una carta a mano, se levantó el esqueleto, no me oriné de a milagro, el fantasma o lo que sea, llevaba un papel en su mano izquierda y me lo entregó.

Apenas puede leer entre líneas la frase fui envenenada por la amante de mi esposo y me desmayé del susto.

Fotografía de Mike Jones y Alina Vilchenko de Pexels no relacionadas con la historia.

 

 

 

 

 

1 comentario:

  1. Dios mío, una historia con muchos misterios, yo me hubiera muerto nada más de ver el espíritu de la difunta...😱

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