Con 48 años, el abogado era muy famoso por su forma de litigar, agresivo, inteligente y buscaba las fallas de los funcionarios de instrucción para darles palo verbal durante las audiencias, principalmente las de homicidio.
Anselmo Pichón, representaba el cuco o el terror de
los fiscales penales, muy famoso entre los pandilleros, reconocidos mafiosos y políticos
de alto perfil que saqueaban las arcas en las instituciones que dirigían.
Como ganaba dinero a montón, se daba una vida de ricachón,
circulaba en un Mercedes-Benz, frecuentaba discotecas, bares y restaurantes de
moda para ir de cacería.
Tuvo tres matrimonios, con dos hijos en cada uno, que
fracasaron por sus constantes infidelidades con jovencitas, principalmente de
la raza negra, a quienes le ofrecía el cielo y la tierra con el propósito de
llevarlas al colchón.
Una vida de abuso en sexo, licor y, en pocas
ocasiones, consumo de marihuana, hasta que el caballero estaba con unos amigos
en un bar y su novia cuando le entró la chiripiorca.
Llamaron a una ambulancia, los paramédicos lo
atendieron y lo trasladaron a un lujoso hospital de la capital panameña, donde
lo atendieron bellas enfermeras y un gruñón médico.
Posteriormente, los exámenes determinaron que Anselmo
padecía de diabetes 2, tanto licor, mala alimentación y falta de ejercicio hizo
que su glucosa tuviese más de 200.
Su ritmo de vida debía cambiar, cero alcoholes, comida
adecuada y era necesario llevar actividad física, al menos caminar porque el
cuerpo humano es carro que se devalúa con el tiempo.
El letrado en leyes durante tres meses siguió el tratamiento
correcto hasta que se aburrió, volvió a su vida de bohemio de parrandas,
mujeres y licor, aunque en ocasiones estaba bien, de pronto la glucosa se le
disparaba y los paramédicos se convirtieron casi en sus vecinos.
Siguió con sus patronales, principalmente los viernes y sábados, hasta que
se fue a un bar-restaurante de alta alcurnia, cuando de pronto la azúcar se le
volvió a disparar.
Anselmo sentía un volcán dentro de su tórax, respiraba
y en ocasiones, se ahogaba, los paramédicos le dieron los primeros auxilios, no
obstante, a los cinco minutos, le dio un infarto mientras lo subían a la ambulancia.
Rosita, su novia de 25 años lloró cuando declararon que el abogado carecía de signos vitales.
Sus parrandas y poca obediencia lo arrastraron a la
tumba.
Foto de Mikhail Nilov de Pexels y archivo no relacionadas
con el relato.
Hay señales y lo bueno es que se puede mejorar la salud si ponemos de nuestra parte.
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