El Perro Atómico

La lista de las mujeres que se acostaron con Fulgencio era tan larga que alardeaba de ella, de todo tipo que llevó a la cama, nativas, rubias, negras, mestizas, de 21 hasta 50 años, el elegante caballero fanfarroneaba frente a sus amigos.

Por dinero no se preocupaba, su familia mantenía millones en cuentas bancarias, negocios y acciones en empresas, pero a Fulgencio no le gustaba trabajar y la vez que lo hizo en  la fábrica donde su papá era el mayor accionista, perdió 25,000.00 dólares por una mala compra.

Su padre prefirió darle una mensualidad de 10,000.00 dólares para que se diera todos los gustos, no pagaba alquiler y los servicios eran cancelados por la familia, así que el varón se dedicaba a conquistar damas.



Dentro de su clase social era reconocido como el Perro Atómico o un don Juan en toda su expresión, así que ninguna chica aceptaba su invitación de salir, solamente platicaban con él en el club donde los ricos hacían sus parrandas.

Su única opción era la de irse a los bares o discotecas de clase media, o de pueblo para levantar féminas, quienes se enredaban en la telaraña del caballero al verlo conducir su lujoso Jaguar con todas las extras.

Odiaba viajar al exterior por temor a los aviones, su país favorito para llevar a cabo periplos era Costa Rica, debido a que el vehículo que manejaba no se caería.

Durante uno de esos viajes desde Panamá, se fue a la discoteca Infinito, allí conoció a una holandesa que dijo llamarse Karen, con quien estuvo una semana en el hotel donde se hospedaba en Alajuela y que incluía un casino.

Todas las noches bajaban a jugar máquinas tragamonedas, luego bebían güisqui y hacían el amor.

La mujer era quien mandaba, le ordenaba las posiciones, lo besaba con intensidad con un sexo duro y fuerte, algo que nunca experimentó el istmeño y que lo dejó realmente loquito.



Antes de que la mujer regresara a su país, Fulgencio se quitó el preservativo, se arrastraron por toda la habitación como si estuviesen en un conflicto armado y fuese la última vez que se viesen.

Tan enculado estaba el panameño que eyaculó dentro de la dama con el propósito de embarazarla y que posteriormente ella lo buscara, sin embargo,  la mujer solamente sonrió con el acto del varón.

Ambos regresaron a sus países, Karen no lo contactó, ni lo aceptaba en sus redes sociales y solamente se enteraba de ella en Facebook porque su perfil era público en inglés.

Durante dos años todo estuvo igual hasta que vio un video de la chica que anunciaba que desde hacía cinco años vivía con el virus de VIH, lo que dejó aterrado a Fulgencio porque recordó que tuvo sexo sin protección con la europea.

A la semana un examen en uno de los hospitales más costosos de Panamá le diagnosticó el virus y aterradora noticia de que tenía Sida.

Fotos de Amornthep Srina y Loc Dang de Pexels no relacionadas con el relato.

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