En 1808, antes de que California y otros estados del norte le fueran robados a México, por Estados Unidos, mediante el tratado Guadalupe-Hidalgo, en Los Ángeles vivía, un mestizo identificado como Californio, mitad español y mitad nativo.
Californio se dedicaba a curar, con hierbas, plantas, sangre de coyotes y oraciones
a los enfermos, mientras le iba bien en su viejo rancho, hasta que llevaron con
una fiebre alta a Loanna Francois de la Vega-Santizo, la esposa de un
colono español afincado en el norte de México, llamado Pedro.
Su marido se encontraba de viaje en el Rancho Tía Juana (hoy
Tijuana) para convencer a los monjes sobre la necesidad de poblar la misión con
colonos, así que no tenía idea de lo que le sucedía a su francesa esposa.
Californio
quedó enloquecido con los ojos verdes de la europea, las criadas y el escudero
le dieron una bolsa con 20 monedas de oro para que alejara del demonio a Loanna,
así que preparó su poción y durante seis días la mujer estuvo en cama hasta que
se curó.
Para aquella época los viajes eran largos, en carreta, con un clima árido y
seco en el día y friolento en las noches, por lo que Californio se hizo
acompañar de tres nativos más para llevar a Loanna a la propiedad de la
mujer, ubicado en San Diego.
Ella agradecida, le dio un documento en la que se comprometía a concederle 10
mil hectáreas con ganado para trabajarlo, sin embargo, el hombre no le
interesaba el dinero sino la dama ajena.
Al regresar su casa vieja y destartalada en Los Ángeles, empezó a probar
pomadas y pociones para convertirse en un hombre blanco, de ojos azules o
verdes, alto, fortachón y así conquistar a Loanna.
Estaba obsesionado con la francesa de 24 años, él apenas contaba con 19,
aunque para el amor no hay edad, argumentaba Californio.
Una noche de luna llena, preparó una poción con hierbas, agua de río y de cactus,
carne disecada y molida de coyote, sangre del mismo animal, sal, azúcar, vino,
ron, polvo de frijol y plumas disecadas y molidas de cuervo.
Cuando apuntaba el satélite de la tierra en el poblado, Californio
bebió toda la poción que dejó su rostro arrugado por el mal sabor.
Pasado unos cinco minutos, sintió convulsiones, sus manos temblaron, empezó
a sudar, fijó su vista en sus dedos, se volvían garras, los dientes cambiaron,
sus labios se alteraron, le salieron colmillos y su piel se endurecía.
Corrió hacia la tinaja de agua con el fin de observar su rostro, sus ojos
eran más grandes, luego cayó al suelo y sus manos se convirtieron en patas.
El curandero se transformó en un coyote, su aullido se escuchó a casi tres kilómetros
de donde estaba el rancho y dos indios vieron al
animal salir de la casa de Californio.
Nunca se supo más del caballero, pero por el rancho de la francesa Loanna
y su marido Pedro, un coyote siempre rondaba, nunca lo intentaron cazar hasta que
un grupo de soldados estadounidenses lo mataron a balazos cuando ocuparon las Californias.
Imagen del coyote de Esteban Arango de Pexels y mapas de México no
relacionadas con la historia.
Nunca intentes tener algo que no es tuyo a la fuerza; que al final todo mal tiene su pago por mal. 😤
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