Carta para Betty

En numerosas ocasiones me pregunto qué hice para que me pagaras de la forma en que lo hiciste, ya que te traté como una princesa de castillo, construido de marfil, oro, plata y perlas en cada torre.

Durante 20 años transcurrieron numerosos acontecimientos, te casaste tres veces, me mantenías cerca a ti como el malvado que le entrega al gallo poco a poco maíz para someterlo al hambre, en mi caso de amor.



Siempre hubo una excusa por el cual no podías estar conmigo, inventos, embustes, mentiras o historias que creí como si fuese un adolescente enamorado por primera vez.

Una de ellas fue de que prácticamente tu familia te obligó a casarte porque carecían de medios económicos para tu manutención, de idiota te creí cada una de tus sílabas y olvidé que existe la palabra trabajo.

Tras ocho años sin tener noticias tuyas, la vida nos hizo vernos en ese centro comercial en Paitilla, mis pupilas casi revientan, mientras que en mi corazón se tornó como una batería musical porque llovieron los recuerdos.

En ese momento me contaste que te divorciaste, tras dos años te volviste a matrimoniar con un compañero de la universidad, ni me llamaste o localizaste con el fin de informarme de esa excelente buena nueva de tu separación.

Vaya excusa que no tenías los medios, cuando ahora existe el celular, las aplicaciones y los correos electrónicos.



El tiempo no pasa en vano porque cuatro décadas pasaron por tu piel de miel, tus ojos avellana, es notorio la nieve en tu raíz y si no lo crees, entiende que el peróxido tiene una existencia corta.

Igual yo, ya no soy el mismo que levantaba pesas, corría y nadaba, un accidente me hizo cojear de mi pie izquierdo, pero sigo vivo y con muchas fuerzas para escribir esta carta.

¿Por qué me hiciste creer que me amabas cuando no era cierto? ¿Cuántos engaños a mi persona Betty?

Fui un idiota, un pendejo, un tonto, un ahuevado y cretino al creer tus kilométricas historias, luego me enteré de que distribuías lo que la naturaleza te regaló al nacer, como si fuesen dulces en una urbanización.

La vida  es un sube y baja, sin embargo, tuve mucha depresión contigo, pero al fin las superé y tengo mi hijo, no obstante, por tu maldad patológica te castigó el destino y eres estéril.

Arcadio

28 de abril de 2019

Fotografías de Pixbay de Pexels no relacionadas con la historia.


1 comentario: