Conocí a Graciela durante un viaje en autobús desde San José, Costa Rica hacia la ciudad de Panamá, antes de que finalizara el 2022, y de inmediato quedé enloquecido con la costarricense.
Venía de una competencia de tiro al blanco, gané dos
medallas de plata y una de oro, por lo que retornaba al istmo orgulloso, así
que le conté a la dama lo feliz que me encontraba al haber dejado en grande el
nombre de mi país.
Graciela realizaba el periplo a Panamá para reunirse
con su prima, casada con un istmeño y otros amigos panameños, con el fin de
recibir el 2023 a un estilo totalmente distinto al de su Costa Rica.
Lo primero que me encantó de la dama fue su cabello
castaño claro ensortijado, de mediana estatura, blanca como la espuma, ojos miel
y una sonrisa que me atrapó en la gigantesca celda del amor.
Divorciada, de 43 años, con dos hijas adolescentes y
su peculiar zarcillo en su fosa nasal derecha y un tatuaje con la forma de sol
debajo de su nuca.
Vestía un traje azul de flores, con un abrigo negro de
lana y que, al quitárselo en Santiago de Veraguas por el sofocante calor, dejó
ante la faz del mundo su tersa piel que todo varón aspiraría a esquiar con la yema
de sus dedos.
Entre ambos hubo química, platicamos durante la revisión
de los boletos de la empresa Tica Bus y posteriormente charlamos afuera,
mientras esperábamos la llegara la unidad que realizaría el largo viaje a la
capital panameña.
Un amor a primera vista se notaba que le gusté a
Graciela, conversamos hasta que nos ubicamos en nuestros asientos, pero la dama
no aguantó y fue hasta mi puesto a preguntar si podríamos comer algo en la siguiente
parada.
Respondí que, con mucho gusto, nos sentimos como dos colegiales,
sin embargo, ambos somos veteranos, cupido nos flechó porque uno nunca
pronostica el momento culminante.
Pasamos la frontera de Paso Canoas, luego el autobús
se detuvo en Santiago de Veraguas para almorzar, nos sentamos en la misma mesa,
allí la invité a estar el Año Nuevo conmigo, respondió que no dejaría mal a sus
amistades y me dijo que la acompañara.
No los aburriré, recibí el 2023 fabuloso con Graciela,
cociné para los amigos y la prima de la tica. Fue una fiesta
espectacular.
La costarricense regresó a su país el 15 de enero de
2023, no obstante, en marzo del mismo año aterrizó en el aeropuerto internacional
de Tocumen con sus dos hijas para quedarse conmigo de forma definitiva.
No me pregunten qué pasó, la vida me la puso frente a
mí y no la dejé ir, así tan sencillo.
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