El chino de Bogotá

En Villas del Prado, Bogotá, vivía Xiao Zhang, pero era popularmente conocido como el chino, respetado, admirado por los vecinos de la zona popular, principalmente por las mujeres mayores de 40 años, con o sin marido.

Xiao también era llamado por los parroquianos como Raúl por la difícil pronunciación de su nombre en castellano, más cuando se metía sus tragos de aguardiente en el negocio del paisa Arturo al ritmo de la cumbia.

Se ganaba la vida cocinando para empresarios, diplomáticos y en banquetes, sus 50 años no fueron impedimento para tener como media naranja a María Doris, una escultural rubia de 28 años, oriunda de Garzón, Huila.

Pocos sabían la forma cómo llegó el oriental a la capital colombiana, sin embargo, uno de sus secretos era ser clarividente, por lo que en una ocasión un traqueto lo mandó a buscar.



El chino se presentó a la residencia del narcotraficante, ubicada en el elegante barrio de San José de Baviera, el mafioso lo recibió como un rey con chicas y tragos.

Tras un par de horas, Raúl y el caballero, identificado como Patricio, le mostró un mapa, posteriormente el chino trazó la ruta por donde debía navegar la lancha con los 500 kilos de cocaína.

El trayecto era el Darién panameño, bordeando las aguas internacionales, en el Pacífico, hasta llegar a México, y luego transportarla por tierra en un camión con productos cárnicos, escondidas dentro de cerdos.

Patricio le pagó dos millones de pesos o un poco más de mil dólares para el año 2010 y el extranjero se marchó con su dinero en efectivo.

El asunto fue que el traqueto coronó, y aunque Xiao tenía miedo, siguió trabajando para el narcotraficante antioqueño.

Cada tres meses trazaba la ruta para que la mercancía ilegal y siempre coronaba hasta que la agencia antidrogas DEA le empezó a seguir los pasos a Patricio, con pinchazos y vigilancia de su modus vivendi.



Una redada internacional capturó a Patricio, otros 12 narcotraficantes, la policía cargó con Xiao mientras todos los vecinos de Villas del Prado vieron el operativo sin saber la razón por la cual se llevaron detenido al oriental.

Era obvio, como la DEA estaba involucrada, los capturados serían enviados a Estados Unidos donde les esperaba una larga condena por tráfico internacional de drogas.

Xiao, llevaba dos días preso, solicitó que le dieran un tabaco para fumar, su adicción era inmensa, los policías le consiguieron uno, lo encendió y aspiró hasta crear una cortina de humo.

Los patrulleros de la celda preventiva vieron el asunto, empezaron las bromas hasta que el humo desapareció y el chino también.

Sorprendidos buscaron en otras celdas, no estaba el extranjero, se avisó por los medios de comunicación, no obstante, Xiao Zhang jamás apareció.

Un colombiano que estuvo por Guangzhou dice haberlo visto caminando por las calles, pero no estaba seguro, lo único cierto es que el asiático no solo era clarividente, sino un brujo.

Fotografía de Carlos Escobar y Lee Starry de Pexels no relacionadas con la historia.

 

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