Galletas malditas

Los padres de Adelita recibieron un duro golpe cuando el médico les notificó que su hija de seis años falleció de un infarto producido por una sustancia que aún se analizaba en los laboratorios de la Caja del Seguro Social de Panamá.

Manuel y Alexandra estaban desconsolados por la tragedia y era obvio porque se supone que los hijos sepultan a los padres y no al revés.

A los tres días, el galeno Iván Pérez, les mostró los resultados de los exámenes y arrojó que dentro del cuerpo del infante había restos de cocaína, lo que los dejó sorprendidos por la conclusión.



Creyeron que se trató de un error, sin embargo, el galeno les confirmó que se hicieron tres pruebas, ninguno consumía drogas y lo único externo que la víctima ingirió fue un paquete de galletas que Manuel trajo del trabajo.

Días después, el entristecido padre entregó a los investigadores varias galletas que él y otros compañeros de trabajo hurtaron de la bodega donde laboraban, mercadería propiedad del búlgaro Lazar Nikolova, quien reexportaba alimentos a su país y Hungría.

Los funcionarios de instrucción y la policía requisaron el local donde hallaron dos contenedores repletos de galletas, jugos y confetis reempacados, algunos de ellos dieron como resultado droga mezclada con galletas y pastillas dulces.

El extranjero fue detenido, se descubrió la existencia de una organización internacional formada por colombianos, búlgaros, húngaros y un panameño que comerciaban droga a Europa del Este, mezclada con golosinas.



La habilidad de Manuel y sus compañeros de hurtar galletas para sus hijos, le costó la vida a Adelita, mientras que el búlgaro reclamaba su inocencia ante la Fiscalía Primera de Drogas bajo el argumento de que el responsable de la mercancía era un ruso identificado como Viktor Magomedov.

Se remitió una asistencia judicial a Rusia, seis meses después respondieron que el nombre es muy común en el país y tomaría años encontrar al señalado por Lazar, si es que en realidad existía.

Manuel se culpa de su incorrecta acción, también sus camaradas, un pequeño hurto fue como una mentira blanca, pero en realidad el hurto es un delito y una mentira es mentira.

Ahora la pareja destruida espera el juicio de Lazar, acusado de tráfico internacional de drogas y asesinato.

Imagen de las galletas cortesía de Lisa Fotios y el edificio Avesa del Ministerio Público de Panamá no relacionadas con la historia ficticia.


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