Mi matrimonio terminó en divorcio, posteriormente de que mi esposa me sorprendiera en la cama con su madre, un 25 de diciembre de 1998, luego de una fiesta ostentosa en una casa de playa.
No tengo la culpa, ella es muy linda, con figura escultural, cabello blanco, una mirada que hurta corazones, caminado coqueto, una boca deseada y
pechos gigantescos que provocan escalarlos.
Desde que mi exesposa me la presentó, sentí cierta electricidad por ella, a la dama también le gusté, aunque ambos guardamos distancia durante los cinco años
que duró el casamiento con Martina, mi antigua pareja.
No tuvimos hijos por un problema mío genético, no obstante, superamos esa
barrera mediante el diálogo, planeamos adoptar una niña o niño hasta que
ocurrió lo impensable.
Mi suegra Lucrecia no vestía provocativa cuando nos visitaba, al contrario,
siempre ropa usaba holgada, poco se maquillaba y se alejaba de mí, pero en el
fondo de nuestros corazones nos amábamos.
Solo un día estaba medio ebria, en la cocina me dio un beso en la boca, mi
exesposa se duchaba, no descubrió nada y despertó en mí el deseo de arrastrarla
a la cama hasta dejarla sin energías.
Durante esa Nochebuena, arrendamos una casa en Gorgona, Panamá Oeste,
llevamos comidas, bebidas, boquitas, una bocina para música y colchonetas
extras por si alguien iba de imprevisto.
Había como 20 personas, todas con viviendas cercanas a la que arrendamos,
así que bailamos, nos alimentamos, bebimos cerveza, ron, güisqui y vino hasta
quedar casi inconscientes.
Martina se emborrachó, se durmió en el sofá, los invitados se fueron y solamente quedamos los tres.
Lucrecia y yo aguantamos mucho licor, así que nos
dirigimos a una de las habitaciones a lo que ya ustedes se imaginan
Mi exsuegra tiene 50 años y yo 35, pero el sexo fue tan intenso que quien
quedó cansado fui yo, tanto que me dormí al lado de la madre de mi expareja.
Martina se levantó temprano, no me vio junto a ella, pensó que estaba en la
piscina, fue a buscarme, pero nada y al dirigirse al cuarto, abrió la puerta
para observarnos a ambos en traje de Adán y Eva, durmiendo a pierna suelta
Lo demás es historia.
Ahora soy el novio de mi exsuegra que se siente
orgullosa de su pollito, mientras que mi exmujer sigue en los tribunales peleando
los bienes que adquirimos durante el matrimonio.
Todo por no resistir la tentación una noche de mi suegra atractiva y no me arrepiento.
Imágenes de Cotton Bro Studio y Nicole Michalou de Pexels.
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