Los Rolex hurtados

Arcadio Salazar observó al resto de los detenidos en una celda preventiva de la Dirección de Investigación Judicial (DIJ) de Panamá y recordó cuando un policía le mostraba los tres relojes Rolex que supuestamente hurtó.

Al lado del agente estaba Karl Becker, el hijo del dueño de la empresa (Arcadio era su gerente), mientras que los hechos se registraron en un hotel de playa donde se realizaba una convención internacional de industriales.

Sorprendidos, los asistentes miraban cuando Arcadio era conducido al radio patrulla, esposado, avergonzado, humillado y mancillado.

El caballero alegaba su inocencia, aducía que era una conspiración para evitar ser ascendido a la presidencia de la empresa Industrias Panamá S.A. que fabrica y exporta cajas de plástico.

Karl Becker, no soportaba al gerente por ser negro, hijo de una humilde cocinera que ganó una beca para estudiar ingeniería industrial en Londres, Reino Unido.



Por su parte, Julio Montenegro, es el investigador del caso, le llamó la atención que un hombre con un salario mensual de 10 mil dólares, hurtaba tres relojes valorados en 20 mil dólares cada uno.

—Aquí hay gato encerrado. No tiene ni pies ni cabeza, él tiene diez años de trabajar en esa compañía y pudo haberlos comprado—, le comentó Julio al director de la DIJ, Alfonso Martínez.

Paralelamente, la madre de Arcadio lo fue a visitar a prisión, lloró y le reclamó que, a punta de vender empanadas, tamales, arroz y sopa, lo educó para que la decepcionara.

—Soy pobre, pero manchaste mi apellido. Tu papá desapareció cuando le informé que estaba embarazada, te crie sola y así me pagas—.

Cuatro días llevaba Arcadio preso, sería llevado al Sistema Penal Acusatorio (SPA), cuando le informaron a Julio que en el hotel un empleado reportó que se encontró una mancuerna de oro para sujetar mangas.

La noche de los hechos, se fue la luz y la planta del hotel no funcionó, lo que daba la impresión de que fue planificado.

El investigador regresó al hotel, preguntó por la mancuerna encontrada frente a la puerta de la habitación donde se hospedó Arcadio y se la entregaron.



Muy fina, brillante, tenía un diamante y unas iniciales de KB, lo que llamó la atención del inspector.

Fue directamente donde Karl Becker, le preguntó dónde estaba una de sus mancuernas de oro y diamante con sus iniciales, pero el caballero se tornó nervioso.

Era cierto el argumento de Arcadio, Karl sembró los Rolex para tacharlo de ratero y evitar que ascendiera a la presidencia.

Karl estando detenido, confesó y pidió perdón por sus actos, aunque Julio le recomendó contratar a un abogado y explicar al juez su acción.

Posteriormente, Arcadio, libre de toda culpa, quedó de presidente de la compañía.

Eso fue una conspiración que falló por un error al dejar por accidente una prenda que identificó al autor del delito.

Fotografías cortesía de Freepik.

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