Macedonio Manizales, era un hombre casado, con 35 años, ejecutivo de una transnacional, ocupaba el cargo de vicepresidente de Mercadeo y Comunicaciones de la empresa Gaseosas Panameñas S.A., residía en Playa Dorada, Vacamonte, una elegante urbanización, ubicada en Panamá Oeste.
Casado con la francesa Delphine Girard, quien era
gerente de un hotel en la capital panameña, de 30 años, cabello negro, corto, ojos
verdes y preciosos, blanca y delgada como una modelo.
El matrimonio tenía la parejita conformada por Andrea,
de 7 años y Jean Louis, de 3 años, llevaban una vida normal como todo
matrimonio de clase media alta panameño, se daban algunos lujos y viajaban.
Macedonio, blanco, era delgado, alto, cabello negro,
ojos pardos, un don Juan durante sus años mozos y guardaba un secreto o un fetiche
que nunca logró hacer, sin embargo, esperaba el momento adecuado para
practicarlo.
En la empresa tenía un romance con una secretaria de
23 años, identificada como Mariana Salazar, de raza negra, muy atractiva,
cabello teñido de color cobrizo, ojos oscuros y pocotona, lo que la hacía blanco de muchos ataques masculinos para
llevarla a la cama.
Mariana se sentía feliz siendo el segundo frente del
ejecutivo, aunque desconocía las intenciones que su novio llevaba por
dentro.
Un día el vehículo de Macedonio se descompuso, llamó a
la grúa y se lo llevaron al taller, como la reparación duraría tres días,
rentaría un automóvil, no obstante, debía moverse de Loma Cová, donde quedó
varado, hasta La Chorrera.
Tomó un pirata, con un conductor que aparentaba inclinaciones
homosexuales, ambos platicaron y Macedonio confesó que su fetiche era estar con
dos travestis, uno para que le hiciera felación y otro para succionar sus
pechos.
El conductor, con nombre de Alfredo, le dijo que conocía
a dos que le cobraban 100 dólares por el trío, Macedonio dudó por un momento y
aceptó el trato.
A los 40 minutos, estaban los dos travestis con Macedonio
en una casa de ocasión u motel de la Interamericana.
El caballero feliz, después de tanto tiempo, cumplió
su sueño, mientras un travesti le hacía la felación, mamaba los senos del otro
y lo besaba muy apasionado.
Un gusto extraño, mucha gente lo tiene, pero con una
esposa linda y una amante voluptuosa, no había nada que pedir, pero así somos
de inconformes los seres humanos porque miramos al patio ajeno.
El travesti blanco era quien hacía la felación,
mientras que uno de piel canela era quien se dejaba acariciar los senos y
besarse.
Posteriormente, entre los tres intercambiaron fluidos,
mientras que el trigueño empezó a masturbar a Macedonio hasta que el volcán
hizo erupción de lava blanca.
Satisfechos bebieron vino, reían y continuaron los
besos.
Al día siguiente, el guapetón apareció desnudo y muerto
a golpes en la Interamericana, lo drogaron, hicieron que retirara 500 dólares
de un cajero en La Chorrera, le quitaron joyas y la ropa.
Macedonio se fue de este mundo sin estar consciente, su
cuerpo fue trasladado a la morgue del hospital Nicolás Solano, donde una
europea preciosa lloró al ver el cadáver
de su marido.
A los dos meses, los travestis fueron capturados
Que locura, pero lo último que hizo fue cumplir su deseo malsano, pero su deseo.
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