Tony 'Plaga'

 El cementerio Amador, en el corregimiento de El Chorrillo, en ciudad de Panamá, Panamá, estaba repleto de antisociales, luego de la muerte de Antonio Fajardo, conocido como “Tony Plaga”.

Una bala de agentes de Panamá Policía, acabó con su vida en momentos que lo correteaban por robar con un cuchillo a dos turistas francesas, que pululaban cerca de la iglesia de Santa Ana, donde el antisocial tenía su radio de operaciones delictivas.

Durante el sepelio, los maleantes gritaban, bebían ron, fumaban marihuana y coreaban consignas contras las autoridades de la dictadura militar, ya que era el año 1979 y ellos eran quienes gobernaban.

Integrantes de La Guardia Nacional (GN) no temían de sacar su arma de reglamento, disparar al aire en dos ocasiones como advertencia, de lo contrario una tercera bala iba directamente hacia la pierna o en cualquier parte de la anatomía del malandrín perseguido.



Tony ‘Plaga’, era un buaycito de 21 años, estuvo dos años preso en la cárcel La Modelo, por robo, lo enviarían a la isla de Coiba, sin embargo, se salvó de que, como era su primer crimen como adulto, el juez lo dejó en la cárcel que construyó Belisario Porras en 1922.

Una incipiente vida de delitos, desde los 16 años, cuando entraba y salía del Tribunal Tutelar de Menores, ubicado en la avenida de los Poetas, donde los internos planificaban diversos actos contra la ley, fue su nota característica.

El jovencito, estaba enloquecido con Marian Zambrano, la hija de un migrante ecuatoriano que se ganaba la vida como sastre, en un viejo caserón de madera frente al parque Los Aburridos.

La adolescente de 17, acholada, de escultural cuerpo y rostro angelical, se negaba a mirar a Tony ‘Plaga” con sus oscuros y pronunciados ojos, tampoco a que tocara sus piernas y acariciara su blanca piel, además de cabello negro azabache.



Mientras que el antisocial le enviaba dulces, perfumes y otros regalos, comprado con dinero de su modus vivendi, aunque la señorita rechazaba todo porque ni hablar de tener un marido maleante.

En esa época era marido de inmediato porque en los barrios pobres, la mayoría de las chicas no usan métodos anticonceptivos, sino que iban en “carne viva”, lo que generaba embarazos no planificados o “bichos raros”.

Entretanto, en el entierro, el ataúd era pequeño porque el fallecido era de baja estatura, delgado y antes de que lo cerraran, los amigos de Tony “Plaga” le arrojaron marihuana, disolvente de pintura y pachas de ron.

Todo terminó, unos 25 malandrines abandonaron el camposanto y frente a la entrada estaban dos policías que recibieron los insultos.

-Chucha de tu madre, hijos de puta asesinos-, fue parte de lo gritado a los agentes del orden público.

Para evitar problemas porque estaban en desventaja, ingresaron al otro cementerio.

Así terminó Tony ‘Plaga’, sepultado siete pies bajo tierra, una madre destrozada y el ejemplo de muchos jóvenes para que aprendan lo que no se debe hacer.

 

Imagen del Cementerio Amador cortesía del Municipio de Panamá.

 

 

 

 

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