El hombre lobo de Vacamonte

La gente de calle tercera Vacamonte no veían bien a Claudio Sánchez, un laopecillo de 24 años, de tez canela, baja estatura, ojos pardos, abundante cabello lacio, color “sal y pimienta”, a pesar de edad.

El imberbe se ganaba la vida como “pavo” en los autobuses de la ruta Vacamonte-Panamá, y como casi todos los ayudantes de conductores, su aspiración era ser chofer de alguna unidad de transporte.

Atractivo para las chicas y las mujeres maduras, a quienes cortejaba y les quitaba dinero para complacer sus caprichos, además de entregárselos a alguna señorita universitaria.

Sin embargo, cuando había luna llena el caballero de marras se desaparecía de su casa, ni sus padres e único hermano de 19 años conocían su paradero.



Los perros callejeros o domesticados, desde calle primera hasta la décima aparecían muertos, sin cabeza y la policía, a pesar de que patrullaban, desconocían quién o quiénes eran los malvados autores.

Claudio Sánchez necesitaba la sangre de los canes para que su anatomía se transformara con pelos y sus colmillos aumentaran su tamaño, así que los perros eran los animales perfectos para ello, además devoraba los huesos para fortalecer los suyos.

El hombre nunca estaba sin dinero, tenía varias novias y los residentes de la calle donde vivía rumoraban que era un brujo, babalao o tenía un pacto con el diablo porque sus ingresos como “pavo” no eran suficiente para el tren de vida que conducía.

Uno de los policías encargados del caso dio en el clavo que solamente cuando era luna llena, varios canes eran asesinados y pasaron varios meses y nada, no lograban hallar con el o los autores.

Era noviembre de 2015, a la calle, llegó a residir Patricia Cifuentes, una mujer, blanca, delgada, poco atractiva de rostro y con trasero limitado, pero con ojos verdes, una cabellera negra y hermosa que robaba miradas.



La mujer llamó la atención de inmediato del “pavo”, quien le tiró toda la caballería posible, no obstante, lo que desconocía el masculino era que la dama era clarividente.

Patty, a pesar de no ser una mujer hermosa, era muy coqueta y con un caminado de “do re mi fa sol”.

Aceptó salir con su vecino y cuando vino el primer beso, la mujer, oriunda de Medellín, Colombia, sintió una fuerza extraña y de inmediato descubrió que el hombre tenía un mal por dentro.

Cuando se estrenaron y “subieron al cielo”, Claudio le dejó la espalda como un tablero de ajedrez, producto de los arañazos, moretones y algunos golpes involuntarios que la dama soportó.

Hubo reclamos, gritos, discusiones y salió a relucir que ella sabía el secreto de que él era un hombre lobo, producto de una poción que se bebió para tener mujeres y dinero.

-O te curás o te vas al cementerio. Tengo el remedio para tu mal-, dijo la sudamericana con su acento antioqueño.

-Me iré al infierno porque hice un pacto con satanás-, respondió.

-Verás que vos te curarás-, argumento ella.

El atardecer del 25 de diciembre de ese año, la mujer se lo llevó a una casa de playa que le prestó una compañera de la perfumería donde laboraba, identificada como Roberta Pérez, quien los acompañó.

Las dos lo ataron con un mecate alrededor de un árbol, posteriormente cuando la luna empezó a alumbrar vino la transformación.



Roberta casi se caga del susto al ver la ropa del masculino rasgarse, el incremento de sus colmillos, los pelos negros que poblaron su espalda, cabeza, piernas, sus uñas se convirtieron en garras, los ojos aumentaron, su cabeza se alargó y su boca se convirtió en hocico.

Los aullidos por poco rompen la trompa de Eustaquio de las féminas, luego Patty le abrió el hocico y Roberta le dio una poción de mezcla con agua bendita, arándano, ostia, sésamo y aceite de oliva.

El caballero se convirtió en hombre, mientras Roberta no le quitaba la mirada al misil tierra-tierra, pero Patty solo sonrió.

Claudio no volvió a ser más hombre el lobo de Vacamonte, dejó de ser pavo, ingresó a la universidad, no aparecieron más perros muertos y se mudó con su colombiana en una casa de calle décima, Vacamonte.

Pocos saben de la historia y Roberta guardó el secreto de que el actual marido de Patty, en una etapa de su vida, hizo un pacto con satanás para ser el Hombre Lobo de Vacamonte.

2 comentarios:

  1. Sorprendente historia.
    Oiga pero en Vacamonte si hay brujos, exorcistas, vampiros y lobos 🐺
    Falta el hombre del petate
    je je

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