Cuando los padres intentan que una relación fracase, sucede todo lo contrario a sus aspiraciones porque los jóvenes son rebeldes por naturaleza, con o sin causa y así es la propia vida.
Rebeca y Bartuano, eran dos chicos vecinos de Santa
Clara, en el corregimiento de Juan Díaz, un barrio de clase media, ubicado en
la periferia de la capital panameña.
La dama, de 26 años, vino sola de Jaqué, Darién, a
laborar como empleada doméstica en una residencia de esa urbanización, sus patrones
le dieron permiso para terminar la secundaria en la noche y luego estudiaba
para ser Trabajadora social, en la Universidad de Panamá.
Era negra, delgada, cabello de afro, ojos negros, de
mediana estatura y un alma caritativa, mientras que su novio, Bartuano, era blanco,
de cabello castaño claro, ojos avellana y alto.
Sin embargo, había un problema porque los padres del
jovencito, quien estudiaba Administración de Empresas, en la Universidad Santa
María La Antigua (USMA), no querían a la dama para su hijo, sencillamente por
su color y sus orígenes humildes. Bartuano tenía 23 años.
La relación provocaba peleas familiares, los papás del
caballero insultaban a la chica cuando la veían en la calle y hasta le gritaban “negra
de mierda”, pero ella jamás respondía a las injurias.
-Ya no aguanto más los conflictos. Creo que debemos
terminar para acabar esta relación-, propuso la estudiante.
-Nunca, primero muerto. Esta noche fúgate de la casa
de tus patrones y nos vemos en el carro de mi papá a escondidas-, respondió el
caballero.
Hasta el momento, llevaban un año de novios y “nada de
nada”, pero ese “fúgate” tendría consecuencias.
Se vieron esa noche, conversaron, se dieron besitos y
caricias hasta que la lava interna del amor casi estalla, pero todo quedó ahí.
La pareja quedó “con ganas” y así sucesivamente por
una semana, sin embargo, son seres humanos y el que busca encuentra.
Durante la tercera semana pasó lo inevitable y empezó
el “bicicleteo” en el vehículo del papá del muchacho, pero este era joven, no
pendejo, así que usó preservativo.
Ya llevaban seis meses con esa gracia, un sábado se
encontraron en una fiesta en Marcasa, posteriormente al acabar cada uno agarró
su camino, aunque antes de marcharse, él le recordó a ella la frase “fúgate”.
En efecto, se encontraron, y otra vez, incómodos, pero
felices, mientras “bicicleteaban” en el
Toyota Corolla del papá de Bartuano, hasta
que el preservativo se rompió.
-Tranquilo mi amor que nada pasará-, dijo ella.
-¿Estás segura?-, preguntó él.
Nueve meses después de ese encuentro, llegó al mundo
una preciosa niña mestiza, a la que bautizaron con el nombre de Carol Milena.
Los padres de Bartuano se tragaron el sapo y la pareja
se instaló en la residencia del muchacho hasta que al año se fueron a vivir a
un apartamento en Parque Lefevre.
Todos los planes fallaron porque colores contrarios se
atraen y en muchas ocasiones es imposible separarlos.
Muy buena historia.
ResponderBorrarHacia tiempo no escuchaba eso de "se tragaron su sapo " 😄👌