Durante el inicio de la pandemia, como muchos otros trabajadores, me quedé sin mi plaza laboral.
Era editor de la sección de sucesos del diario
Crítica, así que estuve en casa revisando mis manuscritos y terminando “El
Exorcista de Vacamonte II (Un falso profeta)”.
Decidí crear una historia de un narcotraficante titulada El Señor de Arraiján y todo iba bien hasta que terminé el primer
capítulo. Luego vino el bloqueo total del escritor.
Al día siguiente, inventé incluir dos historias en una
y agregué la trama de tres parejas atrapadas en una mansión en El Valle de
Antón. Estaban confinadas por el Covid-19.
El tema del narcotraficante se me fue de la mente, a
pesar de que estaba todo detallado, con esquema de la trama, personajes,
descripciones y novela murió en su cuna.
Cuando escribo hago mi esquema porque soy literato,
tanto de mapa como de brújula, sin embargo, este último aparato mental quedó en
el fondo del mar.
Seguí con mi historia de la mansión y así nació la “novelette”
La Casa Pifiosa (en cuarentena todo vale) hasta que la terminé.
Lo cierto es que no tengo explicación lógica, ya que
el cerebro se me bloqueó para la historia del traqueto y sencillamente del
primer capítulo nunca avanzó.
Mi mente viajó para amar la obra con siete protagonistas, seis de ellos oligarcas, empresarios, altaneros, prepotentes,
traicioneros y un humilde jardinero en medio de todo ese mundo de opulencia.
He leído de algunos escritores que también les ocurre
lo mismo con el bloqueo, pero en este caso una historia murió para darle paso a
otra porque en este mundo el beneficio de uno es en detrimento de otro.
Y muy buen novela que es La casa pifiosa. Que sigan los bloqueos 🤟
ResponderBorrar*buena
BorrarY muy buena novela que es La casa pifiosa. Que sigan los bloqueos 🤟
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