Seis chiquillos en el corregimiento del Chorrillo, sin nada que hacer, no había dinero o un lugar donde ir ese domingo 4 de febrero de 1979. Toda una tarde de verano aburrida.
No les apetecía tomar un “diablo rojo” para ir hasta
Nuevo Veranillo, en San Miguelito y otro autobús de vuelta a su adorada calle
17, del empobrecido vecindario donde vivían.
“Cabezón”, “Cone”, “Foca-Foca”, “Pata Podrida”, “Caga
Pecho” y “Canino”, sentados en una escalera de El “Muelle”, trataban de
solucionar ese ocio con una posible ida al cine Edison para ver la película
Brillantina que se estrenaba en esa sala.
Cada uno pondría cinco centavos para completar los 30 centavos
de dólar, luego que uno de ellos ingresara, iría al baño y caminaría hasta la
puerta de hierro de emergencia, abría el portón para que sus compañeros disfrutaran
de la producción cinematográfica estadunidense.
Sin embargo, había un problema porque al vigilante del
cine se le había “colado” o filtrado público sin que se diese cuenta y con el
mismo método de abrir la puerta de afuera que no era supervisada.
El error era de Foca-Foca, ya que cada vez que salían
del cine, gritaba a todo pulmón que había entrado gratis, lo que provocaba la
ira del humilde trabajador que tomaba un palo de escoba y correteaba a los
chiquillos sin atraparlos.
-Tú tienes la culpa de que el señor esté vivo. Eres un
bruto Foca-Foca, ahora el buay ya sabe que nos colamos-, reclamó “Pata Podrida”,
trigueño, pequeño, medio gordito, cabello oscuro y ojos pardos. Su madre era
una migrante salvadoreña.
Media hora de discusión, casi se van a los puños los
dos niños, pero Cone intervino para evitar trifulcas.
-Necesitamos una solución al problema, no una pelea
entre nosotros-, dijo Cone, delgado, narizón, blanco, caballo negro lacio y
oriundo de Penonomé, Coclé.
"Foca-Foca" solamente sonrió. De raza negra, de alta
estatura para sus diez años, cabello de afro, delgado y llevaba unas zapatillas
Converse azules, cosidas con sus propias manos porque se rompieron.
Antes de irse al cine, se fueron a sus casas a comer
porque no había plata para millos, gaseosas o la comida chatarra que venden en
esos negocios.
Caminaron, cruzaron la avenida A, pasaron por Plaza
Amador y llegaron hasta el Edison, “Pata Podrida” pagó sus 30 centavos de dólar
en la taquilla, le entregó el boleto al vigilante, un hombre de pequeño, gordo,
“acholado” y quien "metía" el ojo derecho. Le apodaban “Tribilín”.
Ninguno de los seis niños sabía que había otro
vigilante extra, debido a que el cine estaba de bote en bote y aplicaron los
correctivos para que nadie se les colara con el fin de ver la producción
gratis.
“Tribilín” le hizo señas a su compañero, quien sin que
“Pata Podrida” se diera cuenta, lo siguió hasta el baño, vio cuando abrió el
portón de afuera y entró la gavilla.
Había un miembro de la Guardia Nacional, un sargento
que no divisaron los niños, así que el uniformado los esperó, los chiquillos intentaron
correr, pero la puerta principal fue cerrada para evitar que escaparan.
Con ese método lograron ver las películas Infierno en
la Torre, Halloween, Por mis pistolas, El ministro y yo, Superman, Batman y
Robin, no obstante, los pescaron con las manos en la masa o colados.
Al ver al guardia y sin escapatoria, los niños empezaron
a llorar porque eran infantes, la vida los obligó hacer cosas incorrectas
porque en este mundo se debe sobrevivir, siempre y cuando no le hagas daño a
una persona.
El policía tuvo lástima porque tenía dos hijos de
edades parecidas a los pilluelos, así que habló con el gerente del cine para
que los castigara con una jornada y no perder tiempo, además los dañarían si
los enviaban al Tribunal Tutelar de Menores.
Los pusieron a barrer y “Caga Pecho” que se creía un
riquitillo por ser hijo único, tomó una escoba para realizar la faena muy
molesto.
Así terminó la historia de los seis chiquillos porque
por su edad no tenían madurez para saber que no se debe abusar de su suerte.
Años después de la historia, “Cone” regresó a su
pueblo y abrió una tienda de víveres, “Cabezón” se diplomó en leyes, “Caga
Pecho” murió cuando asaltaba con Foca-Foca un camión blindado, “Pata Podrida”
se fue a El Salvador con su madre y Canino se graduó como médico.
Al salir de prisión, “Foca-Foca” se hizo soldador para nunca más visitar una
cárcel. Tuvo otra oportunidad porque de niño aprendió a que no se debe abusar
de la buena suerte y obtuvo la libertad por una rebaja de pena.
Me encantó la historia . No abusar de tu suerte y con la moraleja. 😃👍
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