La literatura y la religión

 

A través de los siglos ambas tienen una relación de amor y odio, encontramos novelas, cuentos y otros géneros literarios que resaltan la labor de la iglesia, su papel en el desarrollo de nuestras sociedades, sus aportes y también las críticas hacia ella.

Obras como el Crimen del Padre Amaro, del escritor portugués José María Eca de Queirós (1845-1900), plasma las críticas de una sociedad en decadencia y un cura que abusa de su cargo en una parroquia para seducir una dama.

También En el Nombre de la Rosa, del escritor italiano Umberto Eco (1932-2016), que trata de una investigación por una serie de crímenes acontecidos en una abadía en el norte de Italia.



Eso son solo dos ejemplos de muchos, también está El Lazarillo de Tormes, novela censurada por la Santa Inquisición, debido a la cruda crítica de la actuación de los monjes.

No piense que la censura se da solamente en los medios de comunicación, sino en la comunidad literaria, donde altos cargos de la iglesia presionaron y presionan para que eliminen determinada obra al salir al mercado y si no pueden, la objetan.

Fanáticos religiosos como el fallecido dictador español Francisco Franco (1892-1975) también era un católico, cuyo poder de esa iglesia y persecución de los libros críticos hacia ella se acrecentó durante los casi 36 años de su dictadura.

Pecados, como todos cometemos, pero la literatura plasma errores, asesinatos, conspiraciones, un submundo y lo que muchos sospechan de lo que podría ocurrir en el misterioso mundo religioso interno.

Las cruzadas, la Santa Inquisición, monjas embarazadas, sacerdotes pedófilos, con amantes en secreto, conspiraciones de alto nivel y homosexualismo, son fuente inagotable de temas en la literatura. Claro eso no le gusta a la iglesia para nada y es normal.

Agua y aceite, diría no tanto, pero las letras apuntan en ocasiones en forma jocosa, satírica o brutalmente lo que todos nos imaginamos acontece en esa esfera hermética.

En síntesis, el tema religioso fue, es y será tema inagotable de obras literarias porque forma parte del mundo y aunque sea una sociedad celosa de lo que ocurre dentro de ella, siempre se filtrará información porque en todo se llega a saber tarde o temprano.

 

 

 

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